Es Preciso Reservarse, Sobre Todo, de Experimentaciones Físicas
por Allan Kardec.Es preciso reservarse, sobre todo, de experimentaciones físicas, siempre perjudiciales para las organizaciones sensitivas, porque en ello esta el peligro: podrían resultar graves desórdenes en la economía. La razón se rebela contra las torturas morales y corporales a las que se ha sometido algunas veces a seres débiles y delicados, como miras a cerciorarse de si había, o no, superchería por su parte. Realizar esas pruebas, es jugar con la vida de un semejante. El observador de buena fe no tiene necesidad de emplear semejantes medios; el que esta familiarizado con esta clase de fenómenos, sabe que pertenecen más al orden moral que al orden físico, y que buscaría en vano su solución en el cuadro de nuestras ciencias exactas.
Por lo mismo que esos fenómenos pertenecen al orden moral, se debe evitar con escrupuloso cuidado todo lo que pueda sobreexcitar la imaginación. Sabidos son los accidentes que puede ocasionar el miedo; no son menos los casos de locura y de epilepsia que tienen su origen en los cuentos del duendes y de cocos; ¡calcúlese lo que puede dar de sí la persuasión de que es el diablo el que actúa! Aquellos que dan por ciertas tales ideas no saben la responsabilidad que contraen: pueden convertirse en homicidas sin pretenderlo.
El peligro no es solamente para el sujeto, sino que también a los que le rodean, que pueden llegar a la sugestión de que su casa es invadida por los demonios. Esta creencia funesta es la que ha causado tantos actos atroces en tiempos de ignorancia. Con un poco más de discernimiento se hubiera podido pensar que quemando el cuerpo del supuesto poseído por el diablo, no se quemaba el diablo. Ya que lo que se perseguía era deshacerse del diablo, a éste, y no a su víctima, era a quien precisaba matar. La doctrina espiritista nos esclarece la verdadera causa de todos estos fenómenos y da el golpe de gracia al pretendido ángel rebelde. Lejos, pues, de sugerir y fomentar esta idea, se la debe combatir y negar rotundamente Es un deber de moralidad y de humanidad hacerlo.
Lo que conviene hacer cuando una facultad semejante se desarrolla espontáneamente en un individuo, es dejar al fenómeno seguir su curso natural. La naturaleza es más prudente que los hombres. La Providencia, por otra parte, tiene sus miras, y el más pequeño puede ser el instrumento de los mas grandes designios. Pero, hay que convenir en ello, este fenómeno adquiere, en ocasiones, proporciones fatigosas e inoportunas para todo el mundo.
Extractos de "Manual Práctico de las Manifestaciones Espíritas", por Allan Kardec.