Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 39 »
Ante las palabras de Silas, que nos recomendaba observar atentamente el cuadro que teníamos a la vista, nos fijamos en el nuevo enfermo, un hombre profundamente triste, sentado al fondo de aquella prisión, con la cabeza entre ambas manos y con su mirada fija en la pared próxima.Siguiéndolo en el punto en que concentraba sus rayos visuales, como si tuviese enfrente un espejo invisible que retrataba sus propios pensamientos, observamos una gran pantalla viva en la que se destacaba la calle de una gran ciudad, iluminada por la luna y, en la calle, conseguimos distinguirle en el volante de un coche, persiguiendo a un transeúnte borracho, hasta alcanzarle y atropellarle, matándole sin compasión.
Nos hallábamos ante un homicida sujeto a dolorosos cuadros mentales que le encerraban en punitivos recuerdos.
Se le notaba una intraducible angustia, situada entre el remordimiento y el arrepentimiento.
A una leve llamada de Silas, reaccionó como si le hubieran sacado de la inquietud de un sueño.
Instintivamente se precipitó sobre nosotros, en un salto espectacular que los barrotes contuvieron, y bramó:
–¡No hay testigos!... ¡No hay testigos!... No fui yo quien atropelló a aquel infeliz, no obstante le odiase con razón... ¿Qué pretenden de mí? ¿Denunciarme? ¡Cobardes!
¿Me estaban espiando en la calle desierta?
No respondimos.
Silas, después de mirarle compasivamente, dijo:
–Dejémosle. Está completamente enredado en los recuerdos del crimen que cometió, creyendo continuar, después de la muerte, escarneciendo a la justicia.
Hilario, estupefacto, interfirió, diciendo:
–En aquel enfermo que vimos rodeado por las figuras de tres muchachos, y en este compañero que contempla una escena de muerte...
Nuestro amigo comprendió su pensamiento y completó su afirmación, diciendo:
–Vimos dos hermanos desgraciados, viviendo entre las imágenes mantenidas por ellos mismos a través de la fuerza mental con que se alimentan ellos mismos. (45)
MIS OBSERVACIONES
(45) En todos los casos vemos la constante de que una vez desencarnados estamos sujetos a nuestras psiquis, nuestra mente nos mantiene en el mundo que hemos creado y que si estamos auto obsesados o dominados por otros, resulta muy dificil salir de ese estado. Solo el arrepentimiento prende una luz de esperanza y nos acerca hacia la posibilidad de recibir ayuda. De no haber arrepentimiento, perdón, el espíritu seguirá repitiendo los mismos actos por dias, meses, años y tal vez siglos, porque para él solo son sucesos sin tiempo.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz