28 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 87 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 87 »

La enseñanza era preciosa, no solamente para los dos perseguidores que la observaban perplejos, sino también para nosotros que reconocíamos, una vez más, la infinita bondad del supremo Señor, que, aun en las más tenebrosas sombras, nos permite trabajar por el incesante engrandecimiento del bien como bendito precio de nuestra felicidad.
Mientras volábamos de regreso, Hilario, anticipándose a la curiosidad, inclinó la conversación hacia el caso de Laudemira. ¿Era conocida de Silas desde hacía mucho tiempo? ¿Había asumido compromisos tan graves con la maternidad? ¿Qué suponían los hijos, a su lado? ¿Acreedores o deudores?
Silas sonrió complaciente y explicó:
–Sin duda, creo que el proceso redentor de nuestra amiga, sirve como tema palpitante en los estudios de causa y efecto que estáis haciendo. Se entregó a una larga pausa, como consultando su memoria, y prosiguió:
–No podemos, así de improviso sumergirnos detalladamente en el pasado que le pertenece, ni puedo, por mí mismo, cometer cualquier indiscreción, abusando de la confianza que la Mansión me otorga en el ejercicio de mis deberes. No obstante, a título de utilidad para nuestra edificación espiritual, puedo adelantarles que las penas de Laudemira, en la actualidad, son consecuencia de pesadas deudas contraídas por ella misma, hace poco más de cinco siglos. Dama de elevada situación jerárquica en la corte de Juana II, reina de Nápoles desde 1414 hasta 1435, poseía dos hermanos consanguíneos que apoyaban todos sus planes de locura, vanidad y de dominio. Se casó, pero notando que la presencia del marido ponía trabas al desarrollo de las liviandades que marcaban su carácter, acabó por mandarle apuñalar. Viuda y dueña de bienes considerables, creció en prestigio por haber favorecido el casamiento de la reina, entonces viuda de Guillermo, Duque de Austria, con Jaime de Borbón, conde de la Marche. Desde entonces, asociada más íntimamente a las aventuras de su soberana, se confió a placeres y disipaciones, con los cuales perturbó la conducta de muchos hombres de bien, y arruinó las situaciones domésticas, elevadas y dignas, de varias mujeres de su tiempo. Menospreció las sagradas oportunidades de educación y beneficencia que le fueron concedidas por la bondad Celeste, aprovechándose de su privilegiada situación en la nobleza, para desviarse en la irreflexión y en el crimen. Así que, al desencarnar en el auge de la opulencia material, a mediados del siglo XV, descendió a pavorosas profundidades infernales, en donde sufrió el asedio de feroces enemigos que no le habían perdonado sus delitos y deserciones. Sufrió por más de cien años consecutivos en las tinieblas densas, conservando la mente fija en las ilusiones que le eran propias, regresando a la carne por cuatro veces consecutivas, gracias a la intercesión de amigos del plano superior, en tremendos problemas expiatorios, en el curso de los cuales, en la condición de mujer, aunque abrazando nuevos compromisos, experimentó pavorosos vejámenes y humillaciones de parte de los hombres sin escrúpulos, que asfixiaban todos sus sueños de felicidad...

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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Ciclos inaugurales de la razón

Evolución y Cuerpo Espiritual

Ciclos inaugurales de la razón


Ejercitándose en los marsupiales y cetáceos del eoceno medio, en los rinoceróntidos, cérvidos, antilópidos, équidos, cánidos, proboscidios y antropoides inferiores del mioceno, extendiéndose en los mamíferos más nobles del plioceno, incorpora adquisiciones de importancia entre los megaterios y mamuts, precursores de la fauna actual de la Tierra, alcanzando a los pitecántropos de la era cuaternaria, que antecedieran a las embrionarias civilizaciones paleolíticas, a la mónada vertida del Plano Espiritual sobre el Plano Físico (*) , atravesó las más severas cribas de la adaptación y selección asimilando los valores múltiples de la organización, reproducción, memoria, instinto, sensibilidad, percepción y preservación propia, penetrando, de tal manera, por las vías de la inteligencia más completa y laboriosamente adquirida, en los ciclos inaugurales de la razón.


Eslabones desconocidos de la evolución

Comprendiéndose que el principio divino fue aportado a la Tierra como una emanación de la Esfera Espiritual, trayendo en su constitución intrínseca el arquetipo para el cual estaba destinado, así como la bellota de la encina contiene en sí al árbol venerando que será en el futuro, no podemos limitar la experiencia al plano físico, simplemente considerado, dado que, a través del nacimiento y muerte de la forma, sufre constantes modificaciones en los dos planos en que se manifiesta, razón por la cual diversos eslabones de la evolución escapan a la investigación de los naturalistas, por expresar estados de la conciencia fuera del campo carnal, que es el que ven, pues en las regiones extrafísicas esa misma conciencia incompleta prosigue elaborando su vehículo sutil, por lo que puede ser clasificada como protoforma humana correspondiente al grado evolutivo alcanzado.

(*) Las expresiones Plano Físico y Plano Extrafísico, con frecuencia empleadas en estas páginas, fueron utilizadas por nosotros por la falta de términos más precisos que designen a las esferas de evolución para los Espíritus encarnados y desencarnados pertenecientes al hábitat de nuestro planeta. [Nota del Autor espiritual].

Extractos del Libro "Evolución en dos mundos", por André Luiz-Chico Xavier

Pues bien, ¿antes de encarnar qué sucede?

El Proceso de la Reencarnación

Pues bien, ¿antes de encarnar qué sucede?

por Cláudia Bernardes de Carvalho

Cuando el espíritu está desencarnado decimos que se encuentra en la erraticidad, término que designa el tiempo de estancia de un espíritu en la vida verdadera, la espiritual. El espíritu en la erraticidad piensa y obra por su libre voluntad. En ese momento el espíritu puede estar en diferentes niveles de conciencia, puede tener pleno ejercicio de sus facultades, estar en una situación de paz, de armonía, entre amigos y familiares queridos o puede encontrarse sumergido en sus pensamientos, envueltos en sus problemas, sufrimientos, sintiéndose solo y abandonado, pero en realidad junto a compañías infelices, sin capacidad de decisión.

Ese período en la erraticidad es relativo, condicionado a muchos factores, entre ellos, por ejemplo, tener que esperar que otros espíritus estén en condiciones de encarnar de nuevo en el plano físico para reparar faltas conjuntamente. También, por ejemplo,  puede verse obligado a aguardar el tiempo necesario a que alcance tener la lucidez mental y emocional necesarias para consolidar propósitos de renovación.

¿El espíritu solamente aprende cuando está encarnado?
No, en la erraticidad el espíritu puede seguir aprendiendo, tomando firmes resoluciones en el bien y en la intención de aciertos futuros, arrepintiéndose si se ha equivocado y haciendo propósitos de seguimiento de las Leyes Morales. Otra situación en que se puede encontrar, es que se alegra si ha sabido llevar bien su encarnación anterior y si supo cumplir con sus objetivos. En cualquier caso, no puede huir de la Ley de Progreso, aprenderá siempre.

Pero el espíritu sabe que es mediante la encarnación, bajo los parámetros citados anteriormente del olvido temporal y bajo la ilusión de la materia, donde se demuestran realmente las elecciones tomadas en la erraticidad y pone en práctica las resoluciones probando las resistencias a las tentaciones de la carne, siendo que, todas las caídas que puede traer el espíritu de vidas pasadas son campo fértil de mejoramiento.

Tomado del Blog "Amanecer Espírita"

Ascensión hacia la meta; PERFECCIÓN

Proceso Evolutivo del Espíritu

Ascensión hacia la meta; PERFECCIÓN

por Sebastián de Arauco

El proceso evolutivo del Espíritu, es ascensión hacia la meta; PERFECCIÓN (sabiduría, fortaleza, pureza y amor), y se efectúa en los dos planos: físico y suprafísico.

En el plano físico, adquiriendo experiencias y conocimientos en cada vida, cada vez más amplios, que le llevarán a la sabiduría, desarrollando la facultad intelectiva en el estudio, aprendizaje y solución de los problemas en cada vida; desarrollando, asimismo, la facultad volitiva en la lucha y superación de obstáculos de toda índole, que en cada existencia humana se le presentan, en concordancia a su capacidad. Además, la purificación del alma y desarrollo de la facultad sensorial, por medio de la práctica voluntaria del amor fraterno o vidas de dolor. Porque, mientras el ser humano no haya adquirido la bondad, mientras no haya sensibilizado su alma y vibre en amor, estará atado a la cadena de las reencarnaciones en los mundos atrasados.

Durante cada una de las vidas humanas, múltiples son las oportunidades que se presentan de practicar el bien, de ayudar en una forma u otra a nuestros semejantes, de poner en práctica el amor fraterno, de cumplir con la ley divina de: «ama a tu prójimo como te amas a ti mismo», que significa: haz por él lo que tú, en su caso, querrías que se hiciere por ti.

Nadie puede excusarse de no haberlo hecho por falta de oportunidades, porque la vida ofrece oportunidades mil de poner en práctica esta norma de conducta, base de una convivencia armónica en las relaciones humanas, a la vez que de mayor progreso espiritual.

Nuestro mundo, al igual que todos los mundos que hayan alcanzado su madurez, es una escuela de aprendizaje para el Espíritu, en diferentes grados. Y, así como en los colegios no se pasa a un grado superior sin haber aprobado el anterior; asimismo, en la escuela de la vida, para tener derecho a vivir en mundos superiores que ofrecen al Espíritu nuevos campos del saber y una vida libre de sufrimientos, y por ende más feliz; es imprecindible superar todas las imperfecciones y pruebas, así como adquirir las experiencias que el mundo actual —el nuestro, por ejemplo— pueda ofrecer.

Extractos de "Revista Amor, Paz y Caridad".

Para Despertar al Humano, eran Necesarias Manifestaciones Ruidosas

Resumen y Conclusión

Para Despertar al Humano, eran Necesarias Manifestaciones Ruidosas

por León Denis.

La nueva doctrina, revelando la existencia de un mundo espiritual e invisible, también real, tan vivo como el nuestro, abre al pensamiento humano el horizonte ante el cual éste todavía vacila, desconcertado, deslumbrado. Pero las relaciones que esta revelación facilita entre los muertos y nosotros, los consuelos, los estímulos que emanan de ello, la certeza de reencontrar nuevamente a aquellos a los que considerábamos para siempre perdidos, de recibir de ellos las enseñanzas supremas, todo esto constituye un conjunto de fuerzas, de recursos morales que el hombre no sabría ignorar o despreciar sin peligro para sí.

Sin embargo, a pesar del alto valor de esta doctrina, el hombre de este siglo, profundamente escéptico, entumecido en sus perjuicios, no habría prestado apenas atención a ello, si los hechos no hubieran venido a apoyarlos. Para golpear el espíritu humano, superficial e indiferente, eran necesarias manifestaciones materiales y ruidosas. Es por eso que, hacia 1850 y en lugares diversos, muebles de toda forma se ven bambolear, los muros resuenan con golpes sonoros, cuerpos pesados se desplazan, contrariamente a las leyes físicas conocidas; pero, después de esta primera fase grosera, los fenómenos espiritistas se volvieron cada vez más inteligentes. Los hechos de orden psíquica (del griego psuckè, alma) sucedieron a las manifestaciones físicas; los médium, escribientes, oradores, sonámbulos, curanderos, se revelaron, recibiendo mecánica o intuitivamente inspiraciones cuya causa estaba fuera de ellos, apariciones visibles y tangibles se produjeron, y la existencia de los Espíritus se volvió indiscutible para todo el observador a quien no cegaba el prejuicio.

Así apareció en la humanidad la nueva creencia; apretada de una parte sobre las tradiciones del pasado, sobre la universalidad de principios que se encuentra en la fuente de todas las religiones y en la inmensa mayoría de las filosofías, de la otra sobre testimonios innumerables y psicológicos, sobre hechos observados en todos los países por hombres de toda condición.

Extractos del Libro "El Porqué de la Vida", por León Denis.