Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 86 »
Padeció muchos años en las tinieblas infernales, entre la carne y la sombra, hasta que, al fin, mereció la felicidad de renacer de nuevo con la tarea de restaurarse, restaurando a la vez a algunos de los compañeros de crueldad que, como hijos, volverán con ella para alcanzar más amplios servicios regeneradores...Silas me dirigió una expresiva mirada, diciendo:
–Más tarde, nos referiremos al asunto. Ahora, es indispensable actuar.
Bajo la atención de Clarindo y de Leonel, que nos seguían sorprendidos, nos invitó a Hilario y a mí, para llevar a cabo un socorro inmediato.
Pidiendo que ambos permaneciéramos en oración, con la diestra colocada sobre el cerebro de la enferma, comenzó a hacer operaciones magnéticas excitantes sobre el útero.
De sus manos, irradiaba una sustancia lechosa, como una neblina leve, que se esparcía sobre todos los reductos del aparato genital.
Pasados algunos minutos de pesada expectación, surgieron contracciones que, poco a poco, se acentuaron intensamente.
Silas, atentamente, controló la evolución del parto, hasta que el médico ingresó en el recinto.
Lejos de adivinar nuestra presencia, el médico sonrió satisfecho, reclamando la ayuda de una competente enfermera.
La cesárea, fue olvidada.
El Asistente nos invitó a regresar, diciéndonos, ya más tranquilo:
–El organismo de Laudemira reaccionó brillantemente. Esperamos que pueda continuar en la obra que le compete, con el éxito necesario.
Leonel, cuya aguda inteligencia no perdía nuestros menores movimientos, preguntó a Silas, con aire respetuoso, si los trabajos a que se dedicaba constituían alguna preparación para el futuro, a lo que el asistente respondió sin titubear:
–Sin duda. Ayer, les conté mis errores como médico, que prácticamente jamás lo fui, y comenté mis propósitos de abrazar la Medicina en el futuro, entre los encarnados, nuestros hermanos. Pero para que yo merezca tal reconquista, me consagro, en los planos inferiores que me sirven de domicilio, al ministerio del alivio, creando causas benéficas para los servicios que vendrán...
–¿Causas? ¿Causas? –murmuró Clarindo, algo espantado.
–Sí, procurando ayudar espontáneamente, además de los deberes que me son impuestos en la lucha por la recuperación moral de mí mismo, con la bendición Divina extenderé la simiente de simpatía en mi favor.
Y echando significativamente una mirada sobre nosotros, después de un breve minuto de reflexión, añadió:
–Un día, de acuerdo con las deudas que debo rescatar, estaré nuevamente entre las criaturas encarnadas y, para solventar mis culpas, sufriré también obstáculos y dudas; enfermedades y aflicciones... Que manos cariñosas y amigas me amparen desde aquí, en nombre de Dios, porque aisladamente nadie consigue vencer... Y para que brazos amorosos se me extiendan más tarde, es imperioso que mueva ahora los míos en voluntario ejercicio de solidaridad.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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