27 de junio de 2019

¿Es Útil Tratar de Convencer a un Incrédulo Obstinado?

¿Es Útil Tratar de Convencer a un Incrédulo Obstinado?

por Allan Kardec.

Hemos dicho que esto depende de las causas y de la naturaleza de su incredulidad; a menudo la insistencia que se pone en persuadirle le hace creer en su importancia personal y es una razón para que se obstine más. Aquel que no se convence ni por el raciocinio ni por los hechos, es porque debe sufrir aún la prueba de la incredulidad; es menester dejar a la Providencia el cuidado de conducirle por circunstancias más favorables; bastantes son los que desean ver la luz para que no se pierda de tiempo con los que la rechazan; dirigíos, pues, a los hombres de buena voluntad, cuyo número es más grande de lo que se cree, y su ejemplo multiplicándose vencerá más resistencias que las palabras.

El verdadero espiritista no faltará nunca en practicar el bien, aliviar corazones afligidos, dar consuelo, calmar desesperaciones, obrar reformas morales, ahí está su misión; en esto encontrará también su verdadera satisfacción. El Espiritismo está en el aire; se extiende por la fuerza de las cosas y porque hace dichosos a aquellos que lo profesan. Cuando sus adversarios sistemáticos le oigan resonar a su alrededor, entre sus mismos amigos, comprenderán su aislamiento, y se verán obligados a callarse o a rendirse.

Extractos de "El Libro de los Médiums", por Allan Kardec.


Conversación con el Espíritu de una Persona Viva 3/11

Conversación con el Espíritu de una Persona Viva 3/11

por Allan Kardec.

11. ¿Podría citarnos alguna de vuestras ocupaciones más sobresaliente de la jornada? – R.: Podría, pero no lo haré, y lamento el haber propuesto esta pregunta.
(Había rogado que se le hiciera una pregunta de ese estilo como prueba.)

12. ¿Es como Espíritu que lamentáis haber propuesto esta pregunta? – R.: Como Espíritu.

13. ¿Por qué lo lamentáis? – R.: Porque comprendo mejor la justeza de que sea prohibido la mayor parte del tiempo.

14. ¿Podría describirnos vuestra habitación? – R.: Ciertamente, y la de mi conserje también.

15. ¡Y bien! ¿Entonces seréis tan amable de describirnos vuestra habitación o la de vuestro conserje? – R.: He dicho que podría, pero poder no es querer.

16. ¿Cuál es la enfermedad que le retiene en casa? – R.: La gota.

17. ¿Hay un remedio para la gota? Si lo conoce, sería tan amable de indicarlo, ya que sería prestar un gran servicio. – R.: Podría, pero me guardaré muy bien de ello; el remedio podría ser peor que el mal.

18. Peor o no, por favor indíquelo, aunque no lo usemos. – R.: Hay varios, entre ellos el cólquico(hierba medicinal).

Comentario: Despierto, el Sr. de R… ha reconocido no haber jamás oído hablar de esa planta como específico anti-gota.

19. ¿En su estado actual podría ver el peligro que fuese a correr un amigo, y podría ir en su ayuda? – R.: Podría; lo inspiraría, si escuchara mi inspiración, y aún con más fruto si fuese médium.

Extracto de la Revista Espírita 1860, por Allan Kardec.



MI COMENTARIO
P13 Es evidente por muchos casos de contacto con espíritus que hay mayor conocimiento y prudencia para dar ciertas indicaciones. Es como si moralmente el espíritu estuviera auto controlado en no decir algo erroneo y que lleve a equívocos a quienes están haciendo una investigación seria. No creo que exista una prohibición de alguien, solo hay una autolimitación del propio Espíritu en su respeto hacia los demás.
P18 Una prueba mas de que el Espíritu no se expresa en su totalidad cuando está encarnado. Solo conserva las cualidades buenas o malas que ha deseado plasmar en su última encarnación. Probablemente para condicionar la misma en busca de algún fin particular que se habría propuesto llevar a cabo. Sin dudas con el deseo de alguna mejora en algún aspecto de su psiquis espiritual.



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Reflexiones: Los dos esclavos

Reflexiones: Los dos esclavos


Una vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la ciudad habían salido de sus casas para verle. Al pasar, todo el mundo le hacía una reverencia. Todos menos un derviche harapiento.

El sultán detuvo la procesión e hizo que trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como los demás.

El derviche contestó:

– Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes : dinero, poder, posición social. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí. Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si soy dueño de dos esclavos que para ti son tus señores?.

La muchedumbre contuvo la respiración y el sultán se puso blanco de cólera.

– ¿Qué quieres decir con eso?! yo soy sultán indiscutible de todas estas tierras, todo está bajo mis dominios y todos responden ante mi!– gritó.

– Mis dos esclavos, que para ti son los señores que dominan tu vida, son la ira y la codicia.

Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.