1 de junio de 2019

Descripción de Júpiter 5/5

Descripción de Júpiter 5/5

Bernard Palissy (9 de marzo de 1858), el célebre alfarero del siglo XVI, habita en Júpiter. Sus respuestas al ser evocado


ESTADO MORAL DE LOS HABITANTES

71. ¿Hay ricos y pobres, es decir, hombres que están en la abundancia y en lo superfluo, mientras que a otros les falta lo necesario? –Resp. No; todos son hermanos; si uno tuviera más que el otro, habría de repartir; no disfrutaría en cuanto su hermano sufriese carencias.

72. Según esto, ¿serían las fortunas iguales para todos? –Resp. Yo no he dicho que todos eran ricos en el mismo grado; me habéis preguntado si existen los que tienen lo superfluo, mientras que a otros les falta lo necesario.

73. Estas dos respuestas nos parecen contradictorias; te rogamos que las aclares. –Resp. A nadie le falta lo necesario; nadie tiene lo superfluo, es decir, que la fortuna de cada uno está en relación con su condición. ¿Estáis satisfecho?

74. Ahora comprendemos; pero preguntaremos todavía si el que tiene menos no es desdichado con relación al que tiene más. –Resp. No puede ser desdichado desde el momento que él no es envidioso ni celoso. La envidia y los celos producen más desdichados que la miseria.

75. ¿En qué consiste la riqueza en Júpiter? –Resp. ¡Qué interés puede tener esto!

76. ¿Hay desigualdades de posición social? –Resp. Sí.

77. ¿En qué están fundadas? –Resp. En las leyes de la sociedad. Unos son más o menos adelantados en la perfección. Los que son superiores tienen sobre los otros una especie de autoridad, como un padre sobre sus hijos.

78. ¿Se desarrollan las facultades del hombre a través de la educación? –Resp. Sí.

79. ¿Puede el hombre adquirir bastante perfección en la Tierra para merecer pasar inmediatamente a Júpiter? –Resp. Sí, pero el hombre, en la Tierra, está sometido a las imperfecciones para que esté en relación con sus semejantes.

80. Cuando un Espíritu que deja la Tierra debe reencarnarse en Júpiter, ¿permanece errante durante algún tiempo antes de haber encontrado el cuerpo a que debe unirse? –Resp. Él queda en ese estado durante un cierto tiempo, hasta que se haya liberado de sus imperfecciones terrestres.

81. ¿Existen varias religiones? –Resp. No; todos profesan el bien y todos adoran a un solo Dio125s.

82. ¿Hay templos y cultos? –Resp. Por templo, el corazón del hombre; por culto, el bien que hace.

Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.

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La Introducción de la Moral de Cristo en la Doctrina




Espiritismo, librepensador,  Allan Kardec,

La Introducción de la Moral de Cristo en la Doctrina

por Allan Kardec.

Siendo Dios el centro de todas las creencias religiosas y objeto de todos los cultos, cada religión se define en base a la idea que tiene de Dios. Las religiones que le creen un Dios vengativo y cruel creen honrarle con los actos de crueldad, con las hogueras y las torturas; las que le creen un Dios parcial y celoso son intolerantes; son más o menos meticulosas según le consideren más o menos mancillado de las debilidades y pequeñeces humanas.

Toda la doctrina de Cristo se basa en el carácter que atribuye a la Divinidad. Con un Dios imparcial, soberanamente justo, bueno y misericordioso, pudo hacer del amor de Dios y de la caridad hacia el prójimo la condición expresa de la salvación, y decir: "Quered a Dios por encima todas las cosas, y a vuestro prójimo como a vosotros mismos; he aquí toda la ley, no hay otra”.
Sobre esta única creencia, pudo sentar el principio de la igualdad de los hombres delante de Dios, y la fraternidad universal.

¿Pero era posible querer al Dios de Moisés? No; solo se le podía temer.

Esta revelación de los verdaderos atributos de la Divinidad, junto con la inmortalidad del alma y la vida futura, modificaba profundamente las mutuas relaciones de los hombres, les imponía nuevas obligaciones, les hacía contemplar la vida presente bajo otro punto de vista; debían, por ello, reaccionar ante las costumbres y las relaciones sociales. Es indiscutiblemente, por sus consecuencias, el punto más capital de la revelación de Cristo, y no se comprendió lo suficiente su importancia; es lamentable decirlo, pero también fue el punto que más se olvidó, el que más se descuidó en la interpretación de sus enseñanzas.

Sin embargo Cristo añade: "Muchas de estas cosas que os digo, todavía no podréis comprenderlas, y habría muchas más que tampoco podrías comprender; es por ello que os hablo en parábolas; pero, más adelante, os enviaré al Consolador, al Espíritu de la Verdad, quien restablecerá todas las cosas y os las hará comprender". Si Cristo no dijo todo lo que hubiera podido decir, es que creyó que debía dejar ciertas verdades en la sombra hasta que la humanidad tuviera edad de comprenderlas. De su confesión, su enseñanza era pues incompleta, ya que anuncia la llegada del que debe completarlo; preveía pues que la gente se confundiría con sus palabras, que se desviaría de su enseñanza; en una palabra, que se desharía lo que hizo, ya que todas las cosas deben ser restablecidas; y sólo restablecemos lo que ha sido deshecho.

Conceptos Extractados de "Caracteres de la Revelación Espirita", por Allan Kardec.

MI COMENTARIO
Al incluir la moral de Cristo el Espiritismo logró fundar una corriente apoyada en el amor y la caridad. Emplazar a un Dios bueno y no cruel como el de la era de Moisés. Esto fue favorable para la doctrina pero también tuvo sus consecuencias nefastas. La mayoría tomó una enseñanza básicamente filosófica y científica, como una religión mas. Además resto que fuera universal y solo se remitiera al mundo cristiano.



La ley de Causa y Efecto

Espiritismo, librepensador,  Allan Kardec,

La ley de Causa y Efecto

Claudio Drubich

Una revista espiritista de Barcelona, ha publicado recientemente (mayo/junio 1997), un artículo titulado “Saber vivir”. Entre otros párrafos positivos –como, por ejemplo: “La Ciencia Espírita nos demuestra que las dificultades son las mejores oportunidades para desarrollar y experimentar a los Espíritus”- hay en cambio una frase que consideramos errónea en su planteamiento; expresa: “Los sufrimientos sólo son deudas contraídas en el pasado.”

A tal efecto, hemos seleccionado un artículo, también de reciente publicación, de la revista “Renovación”, de Argentina.

La definición que nos brinda el Espiritismo sobre la Justicia Divina se halla contenida en dos basamentos fundamentales: la Reencarnación y la Ley de Causas y Efectos.

Las vidas sucesivas que atravesamos como seres en evolución es el escenario en el que vamos teniendo las distintas experiencias evolutivas que nos llevan al progreso espiritual.

La Ley de Causas y Efectos enseña que cada acto realizado lleva implícitas sus consecuencias, y que cada uno cosecha siempre lo que ha sembrado; es la norma que rige esa evolución.

Visto de este modo, el camino de los seres hacia estados de progreso se realiza a través de sus actos, con las consecuencias que éstos van generando, y así se produce el aprendizaje dentro del marco de la pluralidad de existencias.

Sin embargo, vemos que esta concepción, que encierra el sentido de Justicia Divina, adquiere diferentes interpretaciones, a veces de los espíritas mismos, tornándola confusa, cuando en realidad es simple y profunda.

Para acercarnos a su real comprensión deberíamos tener en cuenta algunos aspectos que no siempre tenemos claros.

A. La Ley de Causas y Efectos y el tiempo. Ya Einstein en su Teoría de la Relatividad afirmó que el tiempo es una variable no absoluta y que depende de la visión de la persona que lo mide. De la misma manera, nuestra falta de comprensión de muchos hechos que ocurren y nos ocurren, se debe a que todo lo analizamos desde el punto de vista de esta existencia, adjudicándole un valor absoluto y no tomándolo como lo que es: un capítulo en la marcha evolutiva de los seres. Nos es fácil comprender sucesos que se conectan entre sí en una existencia; por ejemplo, una persona violenta que muere de la misma manera, una persona con adicciones que termina su vida, privada de sus sentidos y enferma. Pero nos revela ver a un ser sufrir sin saber por qué, desconociendo qué historia tiene ese ser detrás, en vidas anteriores.

B. La Ley de Causas y Efectos no justifica nuestra falta de solidaridad Si bien el conocer el mecanismo de la justicia a través de esta Ley, nos puede dar una visión más amplia y optimista de los hechos, esto no justifica una inacción frente al ser con problemas, con limitaciones, con dolor, pensando que es lo que merecen. Por el contrario, el sentido del conocimiento de la misma nos debe dinamizar en estados solidarios. Nada es irreversible ni inmodificable. Esta es la misericordia de Dios, y tenemos el deber de hacer todo lo que podamos para aliviar el sufrimiento de nuestro semejante.

C. La Ley de Causas y Efectos no es determinista Ya que el ser tiene entre sus posibilidades la de evitar pruebas de dolor planificadas –por él mismo o sus protectores- a través de sus esfuerzos en el progreso por su voluntad de cambio.

D. La Ley de Causas y Efectos no se debe tomar en forma especulativa Pensando en la mecánica del premio o castigo. Ampliando lo ya mencionado, los espíritas debemos sacar de nuestro léxico este concepto; el sentido de la evolución no se define como una sucesión de recompensas o dolores, según las acciones que emprendamos, sino como una continua búsqueda del progreso. Un progreso en el que transitando experiencias evolutivas iremos desechando aquellos obstáculos que interfieren en la concreción de estados de amor, e iremos aquilatando en nuestro espíritu sentimientos, capacidades y potencias positivas.

E. La Ley de Causas y Efectos y el juzgamiento No debemos pensar que las tribulaciones y dolores que atraviesa un ser en una existencia se deban indefectiblemente a errores cometidos en otras. Esta es una observación simplista y constituye un acto de juzgamiento. Hay muchas razones por las que un ser puede planificarse una existencia de limitaciones, como por ejemplo misiones que se comprometa a llevar a cabo. Otras veces se trata de espíritus muy evolucionados, pero que deben desarrollar potencias específicas en algún aspecto y encarnan en un medio que, aunque difícil por sus características, les permite concretar ese estado de progreso específico.

F. La Ley de Causas y Efectos y la familia Atento a la manifestación de los espíritus y también a través de la información obtenida por la regresión de memoria, encontramos que los seres que hoy conforman nuestra familia, en muchos casos tienen un pasado común, con historias de luchas, de amor, de enfrentamiento. Por ello es importante que centremos nuestro accionar en ella, porque seguramente tendremos mucho que trabajar en la trama de relaciones que en una familia se entretejen.

G. La Ley de Causas y Efectos tiene connotaciones muy profundas Que en nada se parecen, ni cercanamente, a la definición de la Ley del Talión, y de muchas de esas connotaciones sólo tenemos atisbos de comprensión, porque partimos muchas veces de nuestra limitada visión, influida casi siempre de nuestros deseos, de nuestra propia concepción, de nuestros errores personales. Estos hacen que en variadas circunstancias deseemos adaptar la Ley de Justicia a nuestros gustos o necesidades.

Ante esto, el mundo espiritual nos reitera permanentemente una premisa para tener siempre delante de nuestra vista: la Humildad.

La humildad para tratar de comprender los procesos, las situaciones, los seres y las circunstancias de nuestra vida. Incluso para entender que no podemos saber todo sobre la evolución, sobre la mecánica y el sentido profundo de la Ley. Pero no como si esto fuera un misterio, sino como resultado de las limitaciones de nuestra visión de encarnados que, aunque tratemos de evitar, nos hace apreciar a los seres y los hechos desde nuestra óptica personal.

No especulemos ante la Ley de Justicia, implícita firmemente en la Ley de Causas y Efectos. Esta existe, es inmanente. Tampoco actuemos oprimidos pensando en nuestro pasado y sus consecuencias en esta existencia. No trabajemos en nuestro progreso como si tuviéramos una espada de Damocles esperando nuestra equivocación.

Seamos espontáneos, tomemos nuestras limitaciones no como culpas o pecados, sino como material que ha de ser reelaborado hacia estados positivos. Actuemos con solidaridad, con amor por el solo hecho de ver felices a quienes nos rodean, por tratar de sentir, aunque sea en forma intermitente, ese estado de plenitud, de vibración, que nos hace sentir hermanados a todos los seres de la creación.

La percepción de la Justicia Divina, inmanente en la Ley de Causas y Efectos, nos permite un estado de optimismo frente a la vida, adoptando –por un lado- una visión amplia y positiva de la evolución, aun a pesar de las crisis y pruebas que nos toca sobrellevar y nos impulsa a plasmar comportamientos éticos y responsables que, por sobre todo, nos permiten transitar nuestra existencia con plenitud y felicidad.

Extractado del Blog Centre Barcelonés de Cultura Espírita.

¿LibrePensador, Laico, Ateo, es lo Mismo?


Mis Conceptos Espíritas - Divulgación del Espiritismo

¿LibrePensador, Laico, Ateo, es lo Mismo?


Es muy común en cualquier debate que nos pongan etiquetas o algunos ponerlas a aquellos interlocutores, al solo efecto de descalificar a la persona y no a las argumentaciones de las ideas que se están debatiendo.

Son pocos los que no aceptamos, ni imponemos etiquetas con algún "ísmo" porque en realidad, particularmente, no sentimos pertenencia a alguna corriente determinada en todas las materias que afectan la vida humana.

Podemos estar de acuerdo con ideas de unos y de otros, sin adherir a ninguna ideología en particular y mantenernos a distancia de tener que aceptar el ciento por ciento, cuando tal vez solo coincidamos casi mayoritariamente, con algunas excepciones.

Los representantes de alguna "etiqueta", no aceptan que algún miembro tenga excepciones a lo reglamentado en los principios. Si no acuerda con el total, no es pertenencia, no es familia, y hay que tildarlo de poco menos que enemigo de esa corriente ideológica.

Ser LibrePensador tiene sus costos porque pocos comprenden como se puede pensar ideas diferentes y tener al mismo tiempo coherencia con una raíz ideológica. El problema es que no pueden etiquetarte. Ahí está la razón.

Estas son etiquetas, aunque la última nos libera de todas las demás.

ATEÍSMO: Lo representan todas aquellas personas que rechazan todo lo relacionado a lo religioso. Fundamentalmente enfocado en las cuestiones que involucran a Dios, Jesús, Cultos, Ritos, Supercherías, Esoterismo, etc.
Serían los clásicos escépticos materialistas que solo creen lo que se puede ver, tocar y medir.

LAICISMO: También rechazan todo aquello que tenga relación con lo religioso, lo sacerdotal, lo puramente moral. Los partidiarios del laicismo o laicos, no están en contra de ninguna religión, las respetan, pero las mantienen aparte de cualquier institución. La diferencia sustancial con los ateos es que pueden creer en aspectos espirituales aunque no sean adeptos a ningún dogma. El LAICO es mas bien un "irreligioso" aunque la palabra no es exacta según la definición de RAE porque dá como sinónimo, ateo, descreído y otros que en verdad no lo definen correctamente. Tampoco es "arreligioso" como algunos suelen usar. Esta palabra no está en el diccionario.
Resumiendo, el LAICO es un creyente pero sin afiliación a ninguna religión, secta o culto.

LIBREPENSADOR: Estos sujetos que se autodenominan de esa manera, son generalmente los que rechazan todo tipo de dogmas. O sea que no consideran que la verdad ya esté escrita en la Biblia o en la Doctrina en el caso del Espiritismo. La verdad para ellos pasa solo y únicamente por aquello que su intuición y su razón pueden considerarlo verosímil.
No necesitan tener pruebas científicas, aunque de tenerlas sería un sostén muy importante a lo que defienden. Solo analizan, razonan, aplican lógica y aceptan o rechazan. No admiten autoridad, tradición, revelación o dogma.

Roby Delgado