El Espíritu protector
por José Manuel MeseguerTodos los espíritus, tanto encarnados como desencarnados, están sometidos a unas leyes de perfeccionamiento, de tal forma que, en la medida en que progresan, se elevan, crecen en virtudes, facultades, sabiduría; desarrollan potencialidades que les permiten asumir, en el concierto universal, trabajos cada vez de mayor responsabilidad. En base a los esfuerzos y a los méritos de cada uno, quedan establecidas unas jerarquías espirituales que regulan las misiones a cumplir. De ese modo, el superior ayuda al inferior, poniendo en práctica la caridad y la solidaridad que nace de la ley del amor, en la incesante búsqueda de la perfección.
Podríamos establecer una escala que suele ser común para la mayoría de religiones; pueden variar las denominaciones de unas creencias a otras, empezando en la cúspide por el mismísimo Dios, continuando por los espíritus perfectos, querubines, serafines, arcángeles, los ángeles, espíritus buenos, etc., recorriendo todo el escalafón hasta llegar a los espíritus más inferiores.
El gran olvidado, es el protector o ángel de la guarda, a quien prestamos poca atención o simplemente ignoramos. Por ejemplo, a la hora de pedir ayuda espiritual, muchas veces nos encomendamos a los espíritus superiores, o incluso a aquellos que nos generan seguridad o confianza, olvidando la cercanía y el amor que ese espíritu protector pone en todas sus acciones, velando especialmente por nosotros desde el momento en que nacemos hasta la desencarnación física, incluso siguiéndonos durante varias existencias físicas. Siempre se presta a ayudarnos, aunque no nos acordemos de Él.
Ellos ya han pasado por las situaciones que estamos atravesando en la actualidad y su misión consiste, primero, en recordarnos el compromiso adquirido antes de encarnar, y en segundo lugar, en velar para facilitarnos la labor encomendada en la Tierra. Es feliz cuando comprueba que sus consejos son atendidos y puestos en práctica, transitando por el camino del bien. No obstante, se sienten tristes cuando observan que su protegido se desvía y no actúa correctamente.
Nunca debemos confundir al espíritu protector o ángel de la guarda con lo que se denominan espíritus familiares. El primero cumple una misión, como hemos dicho anteriormente, desde el nacimiento; los otros pueden ser agregados posteriormente al desencarnar: un padre, un abuelo, una madre, una hermana, etc.; seres simpáticos que han formado parte de nuestra familia carnal, en esta o en otras existencias, y colaboran en la medida de sus capacidades.
Extractado del Blog Asociación Espírita Gran Canaria.
COMENTARIO
Pienso que no siempre un guia espiritual es designado por una misión a cumplir. Primero porque entiendo que no existe una imposición de nadie aunque sean espíritus superiores y segundo porque creo que ese espíritu guía tiene que haber tenido alguna relación y afinidad anterior con el espíritu que guiará. Por lo tanto ha sido en algún momento parte de esa familia espiritual, seguro y necesariamente, o también puede haber sido familiar encarnado.