Recomendaciones para Evaluar Correctamente un Contacto
Por: Oscar M. García Rodríguez
1º) “Para discernir el mérito de las entidades comunicantes, no hay otro criterio que el buen sentido. Toda fórmula que con este propósito dieren las entidades comunicantes será absurda y no puede emanar de entidades superiores”.
2º) “Se juzga a las entidades comunicantes así por su lenguaje como por sus acciones. Las acciones de las entidades consisten en los sentimientos que inspiran a los que reciben las comunicaciones y en los consejos que les dan”.
3º) “Una vez admitido que las entidades superiores sólo pueden decir y hacer cosas buenas, nada que sea malo podrá venir de una entidad superior”.
4º) “Las entidades superiores emplean siempre un lenguaje digno, noble y elevado, sin ninguna mezcla de trivialidad. Todo lo dicen con sencillez y modestia, jamás se vanaglorian, no hacen nunca ostentación de su sabiduría ni de la posición que ocupan en la jerarquía cósmica. En cambio, el lenguaje de las entidades inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de las pasiones humanas. Toda expresión que deja traslucir bajeza o presunción, arrogancia, fanfarronería o acrimonia, es un indicio característico de inferioridad o de superchería…”.
pic495º) “No hay que evaluar a las entidades comunicantes por el aspecto formal y la corrección de su estilo, sino sondear el sentido íntimo de lo que expresan, escrutar sus palabras, pesarlas fríamente, con madurez y sin prevención. Toda desviación de la lógica, de la razón y de la prudencia en que incurra la entidad, nos confirmará sin lugar a dudas su índole cualquiera fuera el nombre con que se encubra”.
6º) “El lenguaje de las entidades elevadas es siempre idéntico, si no en cuanto a la forma, al menos en lo que toca al fondo. Las ideas son las mismas, sean cuales fueren el tiempo y el lugar en que se expresen: pueden ser desarrolladas en menor o menor grado, con arreglo a las circunstancias, las necesidades y las facilidades de comunicación existentes, pero no serán contradictorias…”.
7º) “Las entidades superiores sólo dicen lo que saben. Se callan, o confiesan su ignorancia sobre lo que no conocen. En cambio, las inferiores hablan de todo con desenvoltura, sin preocuparse por la verdad…”.
8º) “Reconocemos también a las entidades inferiores o frívolas por la facilidad con que predicen el porvenir y detallan hechos materiales que no nos es dado conocer. Las entidades superiores son capaces de hacernos presentir sucesos futuros, cuando dicho conocimiento puede ser útil, pero no especifican nunca fechas precisas: todo anuncio de un acontecimiento que sobrevendrá en un día determinado es signo de superchería”.
9º) “Las entidades superiores se expresan con sencillez, sin abundar en pormenores. Su conciso estilo no excluye la poesía de las expresiones y de las ideas, es claro, está al alcance de todos y no demanda esfuerzo para ser comprendido. Poseen el arte de decir mucho con pocas palabras, porque emplean con propiedad cada vocablo. Contrariamente, las entidades inferiores, o pedantes, ocultan bajo la pompa y el énfasis verbales el vacío de las ideas. Su lenguaje suele ser con frecuencia presuntuoso, ridículo u oscuro a fuerza de simular profundidad”.
10º) “Las entidades superiores jamás imparten órdenes. No se imponen, sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Las malas o inferiores son dominantes, dan órdenes, quieren ser obedecidos y se obstinan en quedarse, aunque no se les haga caso… Las entidades inferiores son exclusivistas y categóricas en sus opiniones, pretendiendo poseer sólo ellos el privilegio de la verdad. Exigen que se les crea ciegamente y no apelan a la razón, porque saben que ésta los desenmascararía”.
11º) “Las entidades superiores no adulan. Aprueban lo que está bien hecho, pero siempre con discreción. Las malas, en cambio, prodigan elogios desmedidos, alientan el orgullo y la vanidad aunque estén predicando la humildad, y tratan de exaltar la importancia de sí mismo en aquellos a quienes desean conquistar”.
12º) “Las entidades superiores están, en todas las cosas, por encima de las puerilidades formales. Sólo las entidades vulgares pueden achacar importancia a detalles mezquinos, que son incompatibles con las ideas realmente elevadas. Toda prescripción minuciosa es indicio de inferioridad y es superchería por parte de una entidad que se haya anunciado con un nombre venerable”.
13º) “Se ha de desconfiar de los nombres extravagantes y ridículos que adoptan ciertas entidades que quieren explotar la credulidad…”.
14º) “Igualmente hay que desconfiar de las entidades que se presentan con desparpajo, atribuyéndose un nombre muy venerado. Se debe acoger sus afirmaciones con la mayor reserva. En esto, sobre todo, es indispensable un severo control, porque a menudo es una máscara que han adoptado para hacer creer en su presunta intimidad con entidades que ocupan un lugar muy alto en la jerarquía cósmica. Con este procedimiento halagan la vanidad del canal y la aprovechan para inducirlo muchas veces a comportamientos deplorables o ridículos”.
15º) “Las entidades superiores son sobremanera escrupulosos en lo que se refiere a la conducta que aconsejan seguir. Sólo se proponen siempre un objetivo serio y eminentemente útil. Por tanto, debemos tener por sospechoso todo comportamiento sugerido por las entidades comunicantes que no exhiba esa característica o pueda ser condenado por la razón, y reflexionar con madurez antes de obedecerlo, porque de lo contrario nos expondremos a desagradables supercherías”.
16º) “Se reconoce, asimismo, a las entidades superiores por su prudente discreción acerca de todo aquello que pudiera comprometer. Les desagrada revelar el mal. Contrariamente, las entidades frívolas o malévolas se complacen en hacerlo resaltar. Mientras las buenas tratan de minimizar los errores cometidos por las personas, predicando la indulgencia, las malas los exageran con sus pérfidas insinuaciones y siembran cizaña entre ellas”.
17º) “Las entidades superiores sólo prescriben el bien. Toda máxima o consejo que no sea estrictamente conforme a la caridad pura no puede ser obra de entidades buenas”.
18º) “Tampoco aconsejan nunca cosas que no sean completamente racionales. Cualquier recomendación que se aparte de la línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la Naturaleza denuncia a un entidad limitada y, por consiguiente, poco digna de confianza”.
19º) “Los entidades imperfectas aprovechan a menudo los medios de comunicación de que disponen para dar consejos desleales. Fomentan la desconfianza y la animosidad de las personas contra aquellos que les son antipáticos. Los que pueden desenmascarar sus imposturas son, en especial, objeto de su animadversión. Esta clase de entidades ponen sus miras en los individuos débiles, a fin de encaminarlos al mal. Utilizando para persuadirlos mejor, ora de sofismas, ora los sarcasmos y las injurias, y hasta las pruebas materiales de su poder oculto, tratan de desviarlos del sendero de la verdad”.
20º) “Los conocimientos con que algunas entidades se engalanan, a menudo con una suerte de ostentación, no constituyen una prueba de su superioridad…, la inalterable pureza de los sentimientos morales es la verdadera piedra de toque”.
21º) “No basta interrogar a una entidad para conocer la verdad acerca de algo. Ante todo, hemos de saber a quien estamos dirigiéndonos. Porque las entidades inferiores -que de por sí son ignorantes- tratan con frivolidad las cuestiones más serias…”.
22º) “Las bromas de las entidades superiores suelen ser finas y graciosas, pero nunca vulgares. En as entidades festivas que no incurren en grosería, la sátira aguda está a menudo llena de aciertos”.
23º) “Estudiando con cuidado la personalidad de las entidades que se presentan, sobre todo desde el punto de vista moral, reconoceremos su condición y el grado de confianza que es posible tenerles. Nuestro buen sentido no podría equivocarse”.
24º) “Para juzgar a las entidades comunicantes, así como a los hombres, es menester en primer término saber juzgarse a sí mismo. Por desgracia, hay muchas personas que emplean su opinión personal como medida exclusiva para evaluar lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. Cuanto contradiga su manera de ver, sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo para ellas. Es evidente que estos individuos carecen de la cualidad primordial para una sana apreciación: la rectitud de juicio. Pero no lo sospechan. Y es este el defecto más engañoso”.
Extractado del Blog Grupo Espírita de La Palma.