Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 82 »
Mi antigua madrastra, que por cierto vivirá sufriendo una deplorable intoxicación del alma en los tenebrosos abismos, será socorrida en el momento oportuno y, no obstante el largo tiempo de asistencia que necesitará en este plano espiritual, para su necesaria recuperación, sin duda renacerá en un débil cuerpo físico, junto a nosotros, para que así pueda curarse de las difíciles psicosis que marcarán su existencia carnal, bajo la forma de extrañas enfermedades mentales... Seré, por tanto, no solamente su hermano en el hogar, sino también el enfermero y el amigo, el compañero y el médico, pagándole en sacrificio y buena voluntad, afecto y cariño, el equilibrio y la felicidad que le robé...La confesión del asistente, valía por todo un compendio vivo de preciosas experiencias y, tal vez por eso mismo, entramos todos en una profunda meditación.
Hilario, como quien no desea perder el hilo de la enseñanza, se dirigió a nuestro amigo, considerando:
–Amigo mío, dices estar esperando, en compañía de tu padre, la alegría de reencontrar a tu madrastra... ¿Cómo comprender esto? ¿Es posible que con su grado de adelanto espiritual, sufra alguna dificultad que te impida conocer su morada?
–Sí, sí, –confirmó el Asistente, con tristeza.
–¿Y los bienhechores espirituales que actualmente guían tu senda? ¿Es posible que ellos conozcan su paradero y orienten tus pasos para que puedas alcanzar tu objetivo?
–Innegablemente –respondió Silas bondadosamente– nuestros instructores no sufren mi misma ignorancia en este asunto... Mientras tanto, tal como ocurre entre los hombres, tampoco aquí el profesor puede echarse encima los deberes del alumno, so pena de quitarle el mérito de la lección. En la Tierra, por mucho que nos amen nuestras madres, no nos sustituyen en las cárceles, cuando nos corresponde expiar un crimen, y nuestros mejores amigos, no pueden abogar para sí, en nombre de la amistad, el derecho de sufrir la mutilación que nuestra imprudencia haya infligido al propio cuerpo. Indudablemente, las bendiciones de amor de nuestros dirigentes, han proporcionado inapreciables recursos a mi alma... Me confieren la luz interior para que yo pueda sentir y reconocer mis flaquezas y me auxilian para que logre mi renovación, para que yo pueda alcanzar, con más decisión y facilidad, la meta que me propongo... pero, en verdad, el servicio de mi propio rescate es personal e intransferible...
Leonel y Clarindo le oían boquiabiertos.
Hablando de sí mismo, el asistente, sin herir su amor propio, trabajaba indirectamente, para que se entregaran a su propio reajuste. Y, por la expresión de sus miradas, se veía que los dos verdugos manifestaban ahora un admirable cambio íntimo.
Hilario reflexionó por algunos instantes, y dijo:
–Pero, todo ese drama debe estar vinculado a causas del pasado...
–Sí, ciertamente –confirmó el asistente– pero, en nuestro atormentado plano, no hay oportunidad mental para lograr un prodigio de la memoria. Nos hallamos presos al recuerdo de las causas próximas de nuestras angustias, y tenemos problemas para penetrar en las causas remotas, ya que la situación de nuestro espíritu, es la de un enfermo grave, necesitado de intervención urgente, en favor de su reajuste. El infierno, supuestamente situado en las zonas inferiores de la Tierra, está repleto de almas que, dilaceradas y sufrientes, se levantan clamando por el socorro de la providencia divina, contra los males que generaron contra sí mismas, y la providencia divina les permite obtener la ventura de trabajar, con los dardos de la culpa y del arrepentimiento, castigando su corazón en beneficio de sus víctimas y de los hermanos cuyas faltas se afinen con los delitos que cometieron, y puedan, así, rearmonizarse tan pronto como sea posible, con el infinito amor y con la perfecta justicia de la Ley...
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz