Carta del lector D a poco de publicarse "Libro de los Espíritus"
por Allan KardecBurdeos, 25 de abril de 1857.
Señor,
Habéis puesto a una gran prueba a mi paciencia por la demora en la publicación de El Libro de los Espíritus, anunciado desde hace tanto tiempo; felizmente no perdí por esperar, porque supera todas las ideas que pude haberme formado de él según su prospecto. ¡Sería imposible describiros el efecto que ha producido en mí: soy como un hombre que ha salido de la oscuridad; me parece como si una puerta hasta hoy cerrada se hubiese abierto súbitamente; ¡mis ideas han crecido en algunas horas! ¡Oh, cuán mezquinas y pueriles me parecen las miserables preocupaciones de la Humanidad, ante ese porvenir del cual yo no dudaba, pero que estaba tan oscurecido por los prejuicios que apenas lo imaginaba!
Gracias a la enseñanza de los Espíritus, ese futuro se presenta con una forma definida, perceptible, mayor y bella, y en armonía con la majestad del Creador. Cualquiera que lea este libro – como yo – y medite acerca del mismo, encontrará allí tesoros inagotables de consuelos, porque abarca todas las fases de la existencia. En mi vida he tenido pérdidas que fuertemente me han afectado; hoy en día no me dejan ningún disgusto, y toda mi preocupación es emplear con utilidad el tiempo y las facultades para acelerar mi progreso, porque ahora el bien tiene un objetivo para mí, y comprendo que una vida inútil es una vida egoísta que no puede hacernos avanzar hacia la vida futura.
Si todos los hombres que piensan como vos y yo – y encontraréis a muchos, así lo espero por el honor de la Humanidad – pudiesen entenderse, reunirse, actuar en común, ¡qué fuerza no tendrían para acelerar esta regeneración que nos está anunciada! Cuando vaya a París, tendré el honor de veros, y si no es abusar de vuestro tiempo, os pediré que desarrolléis ciertos pasajes y algunos consejos sobre la aplicación de las leyes morales a las circunstancias que me son personales. Señor, a la espera de esto, recibid – os lo ruego – la expresión de todo mi reconocimiento, porque me habéis proporcionado un gran bien al mostrarme el camino de la única felicidad real en este mundo, y quizás os deberé, además, un mejor lugar en el otro.
Vuestro devoto servidor, D..., capitán retirado.
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.