13 de junio de 2019

Sobre las Diversas Categorías de Creyentes en el Espiritismo

Espiritismo, librepensador,  Allan Kardec,

Sobre las Diversas Categorías de Creyentes en el Espiritismo

por Allan Kardec.

Si desde este punto echamos una ojeada sobre las diversas categorías de creyentes, encontraremos en primer lugar los espiritistas sin saberlo; propiamente hablando ésta es una variedad o matiz de la clase precedente. Sin haber oído jamás hablar de la Doctrina Espírita, tienen el sentimiento innato de los grandes principios que se deducen, y este sentimiento se refleja en ciertos pasajes de sus escritos y de sus discursos, a tal punto que oyéndoles se les creería completamente iniciados en él. Muchos de éstos ejemplos se encuentran en los escritores sagrados y profanos, en los poetas, los oradores, los moralistas, y los filósofos antiguos y modernos.

Entre los convencidos por medio de un estudio directo pueden distinguirse:

1º Los que creen pura y simplemente en las manifestaciones. El Espiritismo es para ellos una simple ciencia de observación, una serie de hechos más o menos curiosos; a éstos les llamaremos espiritistas experimentadores.

2º Los que ven en el Espiritismo otra cosa más que los hechos; comprenden la parte filosófica; admiran la moral que se deduce, pero no la practican. Su influencia sobre su carácter es insignificante o nula; nada cambian en sus costumbres, y no se privarían de un solo goce; el avaro es siempre miserable, el orgulloso siempre lleno de sí mismo, el envidiado y el celoso siempre hostiles; para ellos la caridad cristiana sólo es una bella máxima: éstos son los espiritistas imperfectos.

3º Aquellos que no se contentan con admirar la moral espiritista, sino que la practican y aceptan con todas sus consecuencias. Convencidos que la existencia terrestre es una prueba pasajera, procuran sacar provecho de sus cortos instantes para marchar en el camino del progreso, el único que puede elevarles en la jerarquía del mundo de los Espíritus, esforzándose en hacer el bien y en reprimir sus malas inclinaciones; sus relaciones son siempre seguras, porque su convicción les aleja de todo mal pensamiento. En todas sus cosas la caridad es la regla de su conducta: éstos son los verdaderos espiritistas, o mejor dicho, los espiritistas cristianos.

4º Hay, en fin, los espiritistas exaltados. La especie humana sería perfecta si sólo tomara siempre la parte buena de las cosas. En todo, la exageración es nociva; en Espiritismo da una confianza demasiado ciega y a menudo pueril en las cosas del mundo invisible, y hace aceptar, muy fácilmente y sin comprobación, lo que la reflexión y el examen demostrarán como absurdo e imposible, pero el entusiasmo no reflexiona, ofusca. Esta especie de adeptos es más dañosa que útil a la causa del Espiritismo; éstos son los menos a propósito para convencer, porque se desconfía con razón de su criterio, son, de muy buena fe, el juguete, ya de los Espíritus mixtificadores, ya de los hombres que procuran explotar su credulidad. Si sólo ellos sufriesen las consecuencias, el mal sería reducido a la mitad; lo peor es que dan, sin querer, armas a los incrédulos que buscan con ahínco más bien las ocasiones de divertirse que de convencerse, y no dejan de atribuir a todos el ridículo de algunos. Ciertamente esto no es ni justo ni racional; pero ya se sabe, los adversarios del Espiritismo sólo reconocen su razón como la más elegida, y conocer a fondo aquello que hablan, es el menor de sus cuidados.

Extractos de "El Libro de los Médiums", por Allan Kardec.


Conversación con el Espíritu de una Persona Viva 1/11

Espiritismo, librepensador,  Allan Kardec,

Conversación con el Espíritu de una Persona Viva 1/11

por Allan Kardec.

Nuestro honorable colega, el Sr. Conde de R… C… nos ha dirigido la carta siguiente, fechada el 23 de noviembre último:

“Sr. Presidente,

“He oído decir que ciertos médicos, entusiastas de su arte y deseosos de contribuir al progreso de la ciencia tornándose así útiles para la humanidad, han, mediante testamento, legado su cuerpo al escalpelo de las salas anatómicas. La experiencia a la cual he asistido de evocar a una persona viva (sesión de la Sociedad del 14 de octubre de 1859) no me ha parecido lo suficientemente instructiva, porque se trataba de un asunto personal: poner en comunicación un padre vivo con su hija muerta.

He pensado que lo que algunos médicos han hecho con el cuerpo, un miembro de la Sociedad podía hacerlo con el alma, en vida, poniéndose a su disposición para un ensayo de ese género. Podríais quizás, preparando de antemano preguntas que, esta vez, no tendrían nada de personal, obtener algo más de luz sobre el hecho del aislamiento del alma y del cuerpo. Aprovechando una indisposición que me retiene en casa, vengo a ofrecerme como sujeto de estudio, si os parece a bien. El viernes que viene pues, si no recibo una contra-orden, me acostaré a las nueve de la noche, y pienso que a las nueve y media podréis llamarme, etc.”

Nos hemos apresurado a aceptar el ofrecimiento del Sr. Conde de R… C… en tanto en cuanto que, poniéndose a nuestra disposición, pensamos que su Espíritu se prestaría con más facilidad a nuestras pesquisas; por otro lado, su instrucción, la superioridad de su inteligencia (lo que, entre paréntesis, no le impide ser un buen espírita) y la experiencia que ha adquirido en sus viajes alrededor del mundo como capitán de la marina imperial, podía hacernos esperar de su parte una más clara apreciación de su estado: nuestra espera no ha sido baldía. Hemos tenido pues, con el, las dos comunicaciones siguientes, la primera, el 25 de noviembre, y la segunda, el 2 de diciembre de 1859.

Extracto de la Revista Espírita 1860, por Allan Kardec.


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Reflexiones: El cielo y el infierno

Reflexiones: El cielo y el infierno


En un reino lejano de Oriente se encontraban dos amigos que tenían la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal. Un día se acercaron a la cabaña del sabio Lang para hacerle algunas preguntas. Una vez dentro le preguntaron:
-Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?…

El sabio contestó:
-Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Los palos que utilizan para comer son más largos que sus brazos. Por eso cuando cogen el arroz no pueden hacerlo llegar a sus bocas. La ansiedad y la frustración cada vez van a más.

Más tarde, el sabio proseguía:

-Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen con satisfacción. Sus palos son también más largos que sus brazos. Aun así, han decidido darse de comer unos a otros.