Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 83 »
¡Paguemos nuestras deudas, que constituyen sombras tenebrosas en nuestras almas, y el espejo de nuestra mente, donde quiera que nos hallemos, reflejará la luz del cielo, la patria del divino recuerdo!...Comprendíamos que Silas auxiliaba a Clarindo y a Leonel, identificándoles como hermanos de lucha y aprendizaje, con lo que, indiscutiblemente, ampliaría sus propios méritos.
En mi pensamiento, en mi estrecho mundo íntimo, eran muchas las preguntas que surgían... ¿Quién sería el padre de mi amigo? ¿En dónde se encontraría su abnegada madre? ¿Pasaría mucho tiempo antes de que fuera encontrada la infeliz madrastra?...
Pero, la grandeza espiritual del asistente, no nos permitía hacer cualquier pregunta indiscreta.
Apenas tuve valor para comentar respetuosamente:
–¡Oh! ¡Dios mío! ¡Cuánto tiempo perdemos para rehacer, a veces, la inconsecuencia de un minuto perdido!
–Tienes razón, André –comentó Silas con generosidad– las leyes de acción y de reacción... La acción del mal, puede ser rápida, pero nadie sabe cuánto tiempo exigirá el servicio de la reacción indispensable al restablecimiento de la armonía soberana de la vida, quebrantada por nuestras actitudes contrarias al bien...
Y, sonriendo, añadió:
–Por eso mismo recomendaba Jesús a las criaturas: “Reconcíliate rápidamente con tu adversario, mientras te encuentres en el camino con él...” Ningún espíritu entrará en el Cielo sin la paz de conciencia, y, si es más fácil apagar nuestras querellas y rectificar nuestros desaciertos mientras nos encontramos en el mismo camino recorrido por nuestras víctimas en la Tierra, es muy difícil alcanzar la solución de nuestros criminales enigmas, cuando nos hallamos ya sumergidos en la niebla infernal.
La exposición era razonable y justa.
No nos fue posible, no obstante, proseguir en la conversación. Leonel, cuya impasibilidad reconocíamos, con gran sorpresa para nosotros, tenía los ojos húmedos...
Silas levantó los ojos a lo alto, agradeciendo la bendición de la transformación que se iniciaba y le recogió en sus brazos.
El desdichado hermano de Clarindo, quería hablar... Percibimos que intentaba referirse a la muerte de Alzira, en el lago, pero el asistente le prometió que volveríamos en la noche siguiente.
Después, regresábamos, pero ni Hilario ni yo nos animábamos a conversar con el compañero, que había entrado, melancólico, en un expresivo silencio.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz