Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 55 »
Como préstamo, sí le son adjudicados por la Providencia divina, todos los valores de la existencia por un tiempo determinado, ya que la muerte funciona como un juez inexorable, transfiriendo los bienes de unas manos a otras, y marcando, con inequívoca exactitud el provecho que cada espíritu extrae de las ventajas y de las concesiones que le fueron entregadas por los Agentes de la Infinita Bondad. Ahí, vemos los principios de la ley de causa y efecto, en toda la fuerza de su manifestación, porque, en el uso o en el abuso de las reservas de la vida, que representan la eterna Propiedad de Dios, cada alma crea en la propia conciencia, los créditos y los débitos que le acarrearán, ineludiblemente, las alegrías y los dolores, las facilidades y los obstáculos del camino. Cuanta más amplitud tengamos en nuestros conocimientos, más responsabilidad tendremos en nuestras acciones. A través de nuestros pensamientos, palabras y actos, que fluyen invariablemente del corazón, gastamos y transformamos constantemente las energías del Señor, en nuestro viaje evolutivo, en los sectores de la experiencia y, del grado de perfección de nuestras intenciones y aplicaciones en los sentimientos y en las prácticas de la marcha, la vida organiza, en nosotros mismos, nuestra cuenta agradable o desagradable ante las leyes del destino.Llegados a ese punto de la valiosa aclaración, Hilario preguntó con humildad:
–Amado instructor, en vista de la gravedad que la lección reviste para nosotros,
¿Qué debemos entender por “el bien” y “el mal”?
Sanzio hizo un gesto de tolerancia bondadosa, y replicó: –evitemos la inmersión en los laberintos de la filosofía, no obstante el respeto que la filosofía nos merece, ya que no nos hallamos en una reunión destinada a la esgrima de la palabra. Busquemos, ante todo, simplificar. Es fácil conocer el bien, cuando nuestro corazón se nutre de buena voluntad frente a la Ley. El bien, amigo mío, es el progreso y la felicidad, la seguridad y la justicia para todos nuestros semejantes y para todas las criaturas de nuestra ruta, a las que debemos las conveniencias de nuestro exclusivismo, sin limitación alguna por parte de ordenaciones puramente humanas que nos colocarían en falsa posición de servicio, por actuar de afuera hacia adentro, generando la indisciplina y la rebeldía muchas veces en nuestro cosmos interior, para perjuicio nuestro. El bien, será, por tanto, nuestra decidida cooperación con la Ley, a favor de todos, aunque ello nos cueste la renuncia más completa, ya que no ignoramos que, ayudando a la Ley del Señor y actuando de conformidad con ella, seremos por ella ayudados y sostenidos en el campo de los valores imperecederos. El mal, será siempre representado por aquella triste evocación del bien únicamente para nosotros mismos, expresándose a través del egoísmo y de la vanidad, en la insensatez y en el orgullo que señalan nuestra permanencia en las líneas inferiores del espíritu.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz