6 de noviembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 35 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 35 »

Aquí no encontraremos, en este inmenso palco de la angustia, almas simples e inocentes, y sí criaturas que abusaron de la inteligencia y del poder, y que, habiendo sido voluntariamente sordas a la prudencia, se extraviaron en los abismos de la locura y la crueldad, del egoísmo y de la ingratitud, haciéndose temporalmente presas de las creaciones mentales, insensatas y monstruosas, que para sí mismas tejieron.
Nuestra conversación fue interrumpida, delante de una pequeña casa que se confundía con la neblina reinante de cuyo interior brotaba un reconfortante chorro de luz.
Unos enormes perros, que podíamos divisar desde lejos, a la claridad oscilante, ladraban de un extraño modo al sentir nuestra presencia.
De pronto, un compañero de alto porte y rudo aspecto, apareció y nos saludó desde la diminuta cancela que nos separaba de la entrada, abriéndonos el paso.
Silas nos presentó.
Era Orzil, uno de los guardianes de la Mansión, de servicio en las zonas tenebrosas. A los pocos instantes, nos hallábamos en la intimidad de aquel puesto templado.
A las palabras del guardián, dos de los seis grandes perros se acomodaron junto a nosotros, echándose a nuestros pies.
Orzil era de constitución gigante, parecía un oso con forma humana.
En el espejo de sus limpios ojos, mostraba sinceridad y devoción. Tuve la nítida idea de que nos hallábamos ante un penitenciario confeso, camino de una segura regeneración.
En la sala estrecha y sencilla, se alineaban algunos bancos y, encima de ellos, se destacaba un nicho ovalado en cuyo saliente había una cruz tosca, alumbrada por una luz en forma de concha.
Orzil se ausentó para sosegar aquellos grandes animales poco domesticados, sin salir del interior de la choza y, mientras tanto, el asistente nos informó:
–Es un amigo de cultura todavía escasa, que se comprometió a través de delitos lamentables en el mundo. Sufrió mucho bajo el imperio de antiguos adversarios, pero actualmente, después de una larga permanencia en la Mansión, viene prestando una valiosa ayuda en esta amplia región en que se refugia la desesperación. Es ayudado, ayudando a los demás. Y, sirviendo con desinterés y devoción fraternal, no solamente se reeduca, sino que, a la vez, suavizará el campo de la nueva existencia que le espera en el plano físico, gracias a las simpatías que está atrayendo en su favor.
–¿Vive solo? –pregunté soportando mal mi curiosidad.
–Se dedica a meditaciones y a estudios de naturaleza personal, –comentó Silas con paciencia– pero, como sucede a muchos otros auxiliares, tiene consigo algunas celdas ocupadas por entidades que se hallan bajo tratamiento, próximas a ser recibidas en nuestra institución.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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Consejos de Familia (Cuarta Sesión)

Consejos de Familia (Cuarta Sesión)

por Allan Kardec.

(Cuarta sesión)
Buenas noches, hijos míos. Sí, hay que seguir (con las sesiones) hasta que un médium se manifieste para reemplazar a aquel que debe dejaros. Su rol de iniciador entre vosotros ha concluido: continuad lo que habéis comenzado, porque vosotros también, serviréis un día a la propagación de la verdad que proclaman, en este momento, en el mundo entero, las manifestaciones de los Espíritus. Persuadiros, hijos míos, que lo que se entiende en general por Espíritu en la Tierra, solo es Espíritu para vosotros.

Después de que ese Espíritu, o alma, es separado de la materia grosera que lo envuelve, para vosotros ya no tiene cuerpo, porque vuestros ojos materiales no pueden ya verlo; pero sigue siendo materia, en relación con aquellos que son más elevados que él. Para vosotros, mis queridos niños, voy a hacer una comparación muy imperfecta, pero que, sin embargo, podrá daros una idea de la transformación que impropiamente llamáis muerte. Figuraros una oruga que veis todos los días.

Cuando el tiempo de su existencia en ese estado ha llegado a su fin, se transforma en crisálida; pasa todavía un tiempo en ese estado, luego, el momento llegado, se despoja de su grosera envoltura, y da nacimiento a una mariposa que toma vuelo. Así, la oruga, dejando su grosera condición, representa al hombre que muere, la mariposa representa el alma que se eleva. La oruga se arrastraba sobre la tierra, la mariposa vuela hacia el cielo; ha cambiado de materia, pero aún es material.

La oruga, si razonara, no vería la mariposa que, sin embargo, habría salido del caparazón podrido de la crisálida. Así pues, el cuerpo no puede ver el alma; pero el alma envuelta de materia tiene consciencia de su existencia, y así mismo el más grande de los materialistas lo siente a veces interiormente; su orgullo, entonces, le impide dar su brazo a torcer, y se queda con su ciencia sin creencia, sin elevarse, hasta que al fin la duda le llegue.

Entonces todo no ha terminado, ya que la lucha en él es más grande; pero no es más que una cuestión de tiempo; ya que, acordaros, amigos míos, todos los hijos de Dios son creados para la perfección: felices aquellos que no pierden el tiempo por el camino. La eternidad se compone de dos periodos: la de las pruebas, que se podría llamar incubación, y la de la eclosión o penetración en la verdadera vida, que llamáis la felicidad de los elegidos.

Extractos de "Revista Espírita 1860", por Allan Kardec.

Argumento en Contra del Espiritismo. Sistema del Reflejo.

Sistemas

Argumento en Contra del Espiritismo. Sistema del Reflejo.

por Allan Kardec.

Sistema del reflejo. Una vez reconocida la acción inteligente, queda por saber cuál es el origen de ésta inteligencia. Se ha pensado que podía ser la del médium o de los asistentes que se reflejaba como la luz o los rayos sonoros. Esto era posible: sólo la experiencia podía decir su última palabra. Mas desde luego, observamos que este sistema se separa ya completamente de la idea puramente materialista; para que la inteligencia de los asistentes pueda reproducirse por la vía indirecta, sería preciso admitir en el hombre un principio fuera del organismo.

Si el pensamiento expresado hubiera siempre sido el de los asistentes, la teoría de la reflexión se hubiera confirmado; ¿pero el fenómeno, aun reducido a esta proporción, no sería acaso del más grande interés? ¿Reflejándose el pensamiento en un cuerpo inerte y traduciéndose por el movimiento y el ruido, no sería una cosa muy notable? ¿No habría motivo para excitar la curiosidad de los sabios? ¿Por qué, pues, le han desdeñado, aquellos que agotan sus fuerzas en la investigación de una fibra nerviosa?

Sólo la experiencia, decimos nosotros, podía dar o dejar de dar la razón a esta teoría, y no se ha dado, porque demuestra a cada instante, y por los hechos más positivos, que el pensamiento expresado, puede ser no sólo extraño al de los asistentes, sino que muchas veces le es enteramente contrario; que viene a contradecir todas las ideas preconcebidas y desbaratar todas las previsiones; en efecto, cuando yo pienso blanco y se me responde negro, me es difícil creer que la respuesta venga de mí.

Dicha teoría se apoya en algunos casos de identidad entre el pensamiento expresado y en de los asistentes; ¿pero qué prueba ésto, sino que los asistentes pueden pensar como la inteligencia que se comunica? Nadie dice que deben ser siempre de opinión contraria. Cuando en la conversación, el interlocutor emite un pensamiento análogo al vuestro ¿diréis por esto que viene de vosotros? Bastan algunos ejemplos contrarios bien acreditados, para probar que esta teoría no puede ser absoluta. Por otra parte, ¿cómo explicar con la reflexión del pensamiento, la escritura producida por personas que no saben escribir, las respuestas filosóficas de la mayor elevación obtenidas por personas no literatas, las que se dan a preguntas mentales o en un lenguaje desconocido del médium, y mil otros hechos que no pueden dejar duda sobre la independencia de la inteligencia que se manifiesta? La opinión contraria solo puede ser el resultado de una falta de observación.

Si la presencia de una inteligencia extraña está probada moralmente por la naturaleza de las contestaciones, lo es materialmente por el hecho de la escritura directa; esto es, de la escritura obtenida espontáneamente, sin pluma ni lápiz, sin contacto, y a pesar de todas las precauciones tomadas para garantizarse de todo subterfugio. El carácter inteligente del fenómeno, no puede ponerse en duda; luego hay otra cosa más que una acción fluídica. Además, la espontaneidad del pensamiento expresado fuera de toda espera, de toda cuestión propuesta, no permite ver en ello un reflejo del de los asistentes.

El sistema del reflejo es bastante desatento en ciertos casos; cuando en una reunión de personas decentes, sobreviene inopinadamente una de estas comunicaciones irritantes por su grosería, sería hacer poco favor a los asistentes el pretender que proviene de alguno de ellos; y es probable que todos se apresurarán a rechazarla. (Véase El libro de los Espíritus, Introducción XVI).

Extractos del Libro "El Libro de los Médiums", por Allan Kardec.