El Sr. Home 5/11
En efecto, durante un año su poder oculto parecía haberlo abandonado; pero como este poder está por encima de su voluntad, al cabo de ese tiempo – tal como se lo había anunciado su madre, en Espíritu – las manifestaciones volvieron a producirse con una nueva energía. Su misión estaba trazada: debía distinguirse entre los que la Providencia ha elegido para revelarnos a través de señales patentes el poder que domina todas las grandezas humanas.
Si el Sr. Home sólo fuese un hábil prestidigitador – como lo pretenden ciertas personas que juzgan sin haber visto –, indudablemente habría tenido siempre escamoteos a su disposición, mientras que él no es dueño de producirlos a voluntad. Por lo tanto, le sería imposible tener sesiones regulares, porque su facultad le faltaría frecuentemente en el momento en que tuviese necesidad de la misma. Algunas veces los fenómenos se manifiestan espontáneamente en el momento en que menos se espera, mientras que otras veces resulta impotente provocarlos, circunstancia ésta poco favorable para quien quisiese hacer exhibiciones con hora marcada.
El siguiente hecho, tomado de entre mil, es la prueba de ello. Desde hacía más de quince días que el Sr. Home no había podido obtener ninguna manifestación, cuando al estar almorzando en la casa de uno de sus amigos, con otras dos o tres personas de su conocimiento, de repente se hicieron oír golpes en las paredes, en los muebles y en el techo. Parece que vuelven – dijo. En ese momento, el Sr. Home estaba sentado en un canapé con un amigo. Un empleado trae la bandeja del té y se apresta a colocarla en la mesa ubicada en el medio del salón; aunque muy pesada, ésta se elevó súbitamente del suelo cerca de 20 a 30 centímetros de altura, como si hubiera sido atraída por la bandeja; espantado, el empleado la dejó caer, y de un salto la mesa se lanza hacia el canapé y va a caer delante del Sr. Home y de su amigo, sin que nada de lo que estaba encima fuera desordenado. Indiscutiblemente, este hecho no es el más curioso de los que habremos de relatar, pero presenta una particularidad digna de destacarse: que se ha producido espontáneamente, sin provocación, en un círculo íntimo, en el cual ninguno de los asistentes – cien veces testigos de hechos semejantes – tenía necesidad de nuevos testimonios; y seguramente no era ése el momento propicio para que el Sr. Home mostrase sus habilidades, si es que las tiene.
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.