El Sr. Home 11/11
La mano que aparece puede también escribir. Algunas veces se coloca en el centro de la mesa, toma el lápiz y traza caracteres sobre el papel dispuesto a ese efecto. Lo más frecuente es que lleva el papel debajo de la mesa y lo devuelve todo escrito. Si la mano permanece invisible, la escritura parece ser producida totalmente sola. A través de ese medio se obtienen respuestas a las diversas preguntas que se le pueden dirigir. Otro género de manifestaciones no menos notable, pero que se explica por lo que acabamos de decir, es el de los instrumentos de música que tocan solos. Generalmente son pianos o acordeones.
En esta circunstancia, se ven claramente moverse las teclas y el fuelle agitarse. La mano que toca, tanto puede ser visible como invisible; el aria que se hace escuchar puede ser una conocida aria, ejecutada a pedido. Si al artista invisible se lo deja de buen grado, produce acordes armoniosos, cuyo conjunto recuerda la vaga y suave melodía del arpa eólica. En la casa de uno de nuestros suscriptores donde esos fenómenos muchas veces se han producido, el Espíritu que así se manifestaba era el de un joven que había fallecido desde algún tiempo y amigo de la familia, que cuando encarnado tenía un notable talento como músico; la naturaleza de las arias que preferentemente hacía escuchar no podía dejar ninguna duda sobre su identidad para las personas que lo habían conocido.
El hecho más extraordinario en este género de manifestaciones no es, en nuestra opinión, el de la aparición. Si esta aparición fuese siempre aeriforme, estaría de acuerdo con la naturaleza etérea que atribuimos a los Espíritus; ahora bien, nada se opondría a que esta materia etérea se vuelva perceptible a la vista por una especie de condensación, sin perder su propiedad vaporosa. Lo que es más extraño, es la solidificación de esta misma materia, lo bastante resistente como para dejar una impresión visible en nuestros órganos. En nuestro próximo número daremos la explicación de ese fenómeno singular tal como resulta de las propias enseñanzas de los Espíritus. Hoy nos limitaremos a deducir del mismo una consecuencia relacionada al toque espontáneo de los instrumentos de música. En efecto, desde el instante en que la tangibilidad temporaria de esta materia etérea es un hecho adquirido y que en este estado una mano – aparente o no – ofrece bastante resistencia para hacer una presión en los cuerpos sólidos, nada hay de asombroso en que pueda ejercer una presión suficiente para hacer mover las teclas de un instrumento. Por otra parte, hechos no menos positivos prueban que esta mano pertenece a un ser inteligente; tampoco hay nada de asombroso que esta inteligencia se manifieste a través de sonidos musicales, como puede hacerlo a través de la escritura o del dibujo. Una vez que se ha entrado en este orden de ideas, los golpes dados, el movimiento de objetos y todos los fenómenos espíritas de orden material se explican muy naturalmente. _
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Haz un comentario