24 de marzo de 2019

El Espiritismo no hace milagros

El Espiritismo no hace milagros

por Allan Kardec.

El espiritismo ha venido por su parte a hacer lo que cada ciencia hizo en su advenimiento: revelar nuevas leyes y explicar, en consecuencia, los fenómenos que competen a esas leyes.

Es cierto que esos fenómenos se relacionan con la existencia de los Espíritus y con su intervención en el mundo material, y precisamente en eso –dicen algunos– consiste lo sobrenatural. Pero en ese caso sería necesario probar que los Espíritus y sus manifestaciones son contrarios a las leyes de la naturaleza, y que allí no existe ni puede existir la acción de ninguna de esas leyes.

El Espíritu no es más que el alma que sobrevive al cuerpo; es el ser principal, puesto que no muere, mientras que el cuerpo no es otra cosa que un accesorio perecedero. Su existencia, por lo tanto, es tan natural después como durante la encarnación; está sometida a las leyes que rigen el principio espiritual, del mismo modo que el cuerpo está sometido a las leyes que rigen el principio material.

No obstante, como ambos principios tienen una afinidad necesaria, como reaccionan sin cesar el uno sobre el otro, como de la acción simultánea de ellos resultan el movimiento y la armonía del conjunto, se sigue de ahí que la espiritualidad y la materialidad son dos aspectos de un mismo todo, tan natural la una como la otra, y que la primera no es una excepción ni una anomalía en el orden de las cosas.

Durante la encarnación, el Espíritu actúa sobre la materia por intermedio de su cuerpo fluídico o periespíritu, y lo mismo ocurre cuando no está encarnado. Como Espíritu, y en la medida de sus capacidades, hace lo que hacía como hombre, salvo que, como ya no puede servirse del cuerpo carnal como instrumento, se vale, cuando le es necesario, de los órganos materiales de un encarnado, que es lo que se denomina médium. Actúa entonces como una persona que, al no poder escribir por sí misma, recurre a un secretario, o como alguien que no conoce una lengua y busca la ayuda de un intérprete. Tanto el secretario como el intérprete son los médiums del encarnado, del mismo modo que el médium es el secretario o el intérprete de un Espíritu.

Conceptos Extractados de "El Génesis", por Allan Kardec.


MI COMENTARIO
Con el conocimiento del mundo espiritual manifestado por los mismos espíritus, se aclararon muchos fenómenos considerados como sobrenaturales o paranormales. El tiempo fue mostrando cada vez mas que existen mundos paralelos donde nos separa solo un aspecto entre el mundo material y el espiritual.Ambos mundos se intercomunican a través de la mediumnidad con aquellos que mas se han capacitado o han desarrollado una habilidad que todos tenemos.


Vigilemos el pensamiento porque es poderoso por demás


Vigilemos el pensamiento porque es poderoso por demás

por  Jorge Hessen

Podemos conceptualizar el pensamiento como un flujo de ideas, símbolos y asociaciones, cuyos elementos consisten en agrupar y coordinar imágenes para promover la asociación de ideas.
El proceso por el cual se opera el fenómeno del pensamiento es problema que la ciencia oficial no ha podido, hasta hoy, desentrañar. Podemos interpretar el "pensamiento" como algo que se tiene "en mente", cuando se refleja con el propósito de conocerse algo y entender algo. En cuanto a la mente, es algo abstracto, equivalente al espíritu, a la inteligencia, y por la cual entendemos lo que dentro de ella se encuentra bajo la forma de idea, de concepto y de representación.

Filosóficamente, observemos que hay la realidad que depende de la existencia de un observador y la realidad que es independiente del observador para existir. Los elementos como átomos, fuerza, gravedad, fotosíntesis, son ejemplos de lo que existe independientemente del observador, es la realidad natural. En contrapartida, dinero, propiedad y gobierno son ejemplos que dependen de nosotros para existir.

El pensamiento actúa a la forma de onda, con una velocidad muy superior a la de la luz, y la mente es el dinamo generador de fuerza creativa.

Decididamente, mucho de nuestras acciones sólo sucede porque pensamos algo, deseamos algo, creemos en algo, tememos algo, o sea, hay un estado subjetivo que provoca un tipo de movimiento en el mundo concreto. Lo que pensamos sobre lo que vivimos es mucho mayor de lo que, habitualmente, imaginamos. De esta forma, el dicho popular, "cuidado con lo que usted piensa".

En rigor, nuestros pensamientos interfieren y determinan nuestras acciones, nuestros posicionamientos, y el mundo en que vivimos se constituye a partir de la interferencia de nuestras acciones sobre él.

Tenemos, entonces, pensamientos que generan acciones, que generan pensamientos, que generan acciones. Acciones que generan el mundo, que genera acciones.

Extractado del Blog La Luz en la Mente.

¿Influyen los espíritus en nuestras vidas?


¿Influyen los espíritus en nuestras vidas?

Juan Miguel Fernández Muñoz

Los Espíritus que colaboraron con Kardec contestaron así: ”A este respecto su influencia es mayor de lo que creéis, porque con sobrada frecuencia son ellos los que os dirigen”. Meditando sobre ello nos asalta una duda. ¿Quiere decirse que nuestro libre albedrío queda anulado?

Recordando que muchos de nuestros pensamientos a veces se enfrentan sobre una misma idea, nos queda ahora la sospecha sobre qué parte puede ser la que corresponda a nosotros y las que son intuidas e inspiradas.

La ley de las atracciones y de las correspondencias rige todas las cosas; las vibraciones, al atraer vibraciones similares, aproximan y unen los corazones, las almas, los pensamientos y ello nos pondrá en disposición de vincularlos a aquellos Espíritus que se encuentran en un nivel evolutivo determinado. Podrá ser bueno o inferior, dependerá de nuestro grado de adelanto.

Nuestras codicias, nuestros malos deseos, crea en torno a nosotros una atmósfera fluídica negativa, favorable a la acción de las influencias del mismo orden, mientras que las aspiraciones elevadas atraen las vibraciones poderosas, las radiaciones de las esferas superiores.

No hay necesidad de creer en la existencia del mundo de los espíritus, ni de querer conocerle para sentir sus efectos. La Ley de las atracciones es ineludible y todo en el hombre está sometida a ella.
Del hombre depende recibir las inspiraciones más diversas, desde las más sublimes hasta las más groseras. Nuestro estado mental es como una brecha por la cual pueden penetrar en nosotros amigos y enemigos.

Analizando los pensamientos que nos son sugeridos, podremos saber qué “clase” de espíritus están ligados a nosotros, recordando que los imperfectos nos incitan al mal. Pero habrá también a nuestro lado otros que tratarán de influirnos hacia el bien, lo cual restablece el equilibrio y nos deja el libre albedrío para inclinarnos sobre lo que nos interesa. Si hemos rechazado con nuestra voluntad y nuestros actos la influencia de aquellos que intentaron perturbarnos, ellos cederán en espera de un mejor momento, puesto que acechan el instante propicio, como hace el gato con el ratón.

¿Pero cómo ejerce su acción sobre la materia cerebral?

La mente del Espíritu sintoniza con la mente del ser que se encuentra viviendo la experiencia de la vida física y ejerce su acción por el movimiento. Y reflexivamente el pensamiento imprime a las moléculas del cerebro movimientos vibratorios de variada intensidad. El cerebro es el instrumento admirable, la clave de donde el pensamiento hace brotar todas las armonías de la inteligencia y del sentimiento.

¿Cómo podemos neutralizar la influencia de los Espíritus inferiores?

Realizando el bien los rechazaremos y vigilando que nuestros oídos no se presten a las sugestiones de Espíritus que despiertan en nosotros malos pensamientos, que fomentan la discordia entre nosotros, los hombres, excitando las pasiones viles. No debemos olvidar los que halagan nuestro orgullo, porque es él nuestro lado más débil.

Extractado del Blog El Ángel del Bien.

¿Los tiempos señalados por dios han llegado?


¿Los tiempos señalados por dios han llegado?


Hace ya muchos años que se indicó que habría un cambio de rumbo en la trayectoria de nuestro planeta. Se decía que cambiaría de ser un mundo de pruebas y sufrimiento a ser un mundo de regeneración y estudio. Se decía que habría un relevo de las generaciones encarnadas por otras generaciones mejor preparadas moralmente, que darían lugar a ese predicho cambio. Realmente ello, aparentemente al menos, no ha sucedido, después de muchos años en que se redactaron aquellos conceptos. Veamos algunos párrafos del cap. XVIII de “La Génesis” de Allan Kardec. El título de este capítulo es bien explícito: “Los tiempos han llegado”:

“Los tiempos señalados por Dios han llegado, nos dicen por doquier; van a cumplirse grandes acontecimientos para la regeneración humana.

“… nuestro planeta, así como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso. Progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen y, moralmente, por la depuración de los espíritus encarnados y desencarnados que lo pueblan. Estos dos progresos se relacionan y avanzan paralelamente, puesto que la perfección de la habitación está en relación con la del habitante (…) Ese doble progreso se verifica de dos modos: el uno, lento, gradual e insensible; el otro, caracterizado por cambios más bruscos, con cada uno de los cuales se opera un movimiento ascensional más rápido que marca con caracteres ostensibles los períodos progresivos de la humanidad.

“En esta ocasión, no se trata de un cambio parcial, de una renovación circunscripta a una nación, a un pueblo, a una raza; se trata de un movimiento universal que se opera en beneficio del progreso moral. Tiende a establecerse un nuevo orden de cosas, y los mismos que a ello se oponen con más empeño, coadyuvan a él sin saberlo: La generación futura, libre de las escorias del viejo mundo y formada por elementos más puros, estará animada por ideas y sentimientos muy diferentes de los que nutren a la generación actual, que se va a pasos agigantados.

Extractado del Blog Centre Barcelonés de Cultura Espírita.