Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 61 »
Las mentes infantiles, incluso en la senectud de las fuerzas genuinamente materiales, continúan siendo livianas e irresponsables, pero los corazones maduros en el conocimiento, se valen, por intuición natural, de la vejez o del dolor, para razonar con más seguridad, ya sea consagrándose a la fe en los templos religiosos, con lo que se aseguran a sí mismos un más amplío equilibrio íntimo, o bien dedicándose a la caridad, con lo que borran de la memoria los recuerdos menos agradables y deseables, preparando así, con loable acierto y admirable sabiduría, el irrevocable paso a la vida mayor.Deduje, por la mirada de Druso, que nuestra entrevista estaba próxima a terminar.
Hice todavía una pregunta más: –ministro amigo, sabiendo que hay vidas que por su naturaleza y extensión, exigen de nosotros varias existencias en la Tierra, para alcanzar el correspondiente rescate, ¿cómo apreciarlas desde el punto de vista de la memoria? Siento, por ejemplo, que tengo en la retaguardia inmensas deudas que pagar, de las cuales no me acuerdo ahora...
–Sí, sí... –explicó él– la cuestión es el tiempo. A medida que nos demoramos aquí en el periespíritu, en el fiel cumplimiento de nuestras obligaciones para con la Ley, más se nos dilata el poder mnemónico (programación). Avanzando en lucidez, abarcamos más amplios dominios de la memoria. Así es que, después de largos años de servicio en las zonas espirituales de la Tierra, entramos espontáneamente en un sector de recuerdos poco felices, identificando nuevas extensiones de nuestro “karma” o de nuestra “cuenta” y, aunque debamos estar reconocidos a la benevolencia de instructores y amigos que perdonan nuestro pasado poco digno, jamás condescendemos con nuestras propias debilidades y, por eso, nos vemos impelidos a solicitar de las autoridades superiores, nuevas reencarnaciones difíciles y provechosas, que nos reeduquen o nos aproximen a la redención necesaria. ¿Comprendieron?(54)
Sí. Habíamos comprendido.
Sanzio miró al Director de la casa, como diciéndole que el horario había llegado a su fin, y Druso recordó, con gentileza, que no debíamos retener al instructor atento y complaciente.
Agradecimos con humildad las lecciones recibidas, mientras el ministro regresaba a la cámara brillante, en la que la neblina se hizo más densa, diluyéndose aquella figura venerable, a nuestros ojos.
A los pocos minutos, el ambiente volvió a tomar sus características habituales, y la palabra conmovedora de Druso, en oración, cerró aquella inolvidable reunión.
MIS OBSERVACIONES
(54) Pareciera ser necesario tener que reencarnar siempre para consolidar aquellos errores que no los hemos procesado estando en la carne. Si alguien tiene otra interpretación, lo escucho con gusto.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz