Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 63 »
Antonio Olimpio le había sobrevivido quince años en la esfera carnal, y después, llevaba padeciendo veinte años en las zonas tenebrosas. Por tanto, su hijo Luis había cumplido ya los cuarenta años.Silas preguntó sobre sus intentos de socorro al marido desencarnado y Alzira aclaró que eso le había sido realmente imposible, porque las víctimas se habían transformado en feroces carceleros del infeliz delincuente, y como hasta entonces no había conseguido ampararse en ningún equipo de labor asistencial, los verdugos no le habían permitido aproximación alguna. (55)
Aun así, en ocasiones fortuitas, podía prestar algún amparo al hijo, a la nuera y a los dos nietos, pero que se le hacía extremadamente difícil, ya que los obsesores velaban contínuamente, contrarrestando sus buenas influencias.
En vista de la pausa espontánea que se hizo en nuestra conversación, en una prueba de conmovedora humildad, consultó a Silas si la Mansión podría facilitarle una visita al esposo, antes de realizar el viaje en busca del hijo, de acuerdo con las tareas programadas.
El asistente asintió con el mayor cariño, y la guiamos, nosotros tres, hasta el compartimiento en que Antonio Olimpo reposaba.
Acercándose al lecho, y al verle todavía postrado e inconsciente, noté que el semblante de la noble señora, acusaba una visible alteración. Las lágrimas brotaban, incontenibles, de sus ojos turbados por inmenso dolor. Le acarició la cabeza en la que sus rasgos, a mi ver, se reajustaban poco a poco, y le llamó varías veces por su nombre.
El enfermo abrió los ojos, mirándonos sin expresión alguna de lucidez y pronunciando monosílabos incoherentes.
Observando su ruina mental, Alzira pidió a Silas permiso para orar en nuestra compañía, a lo que el asistente asintió con mucho gusto.
Ante nuestra sorpresa, Alzira se arrodilló a la cabecera, apretó al enfermo contra su pecho, a la manera de una abnegada madre procurando conservar entre sus brazos al hijito enfermo y, levantando sus ojos cuajados de lágrimas hacia lo alto, clamó con humildad, de acuerdo con su fe:
–¡Madre santísima! Ángel tutelar de los náufragos de la Tierra, ¡compadécete de nosotros y extiéndenos tus manos dulces y puras!...
MIS OBSERVACIONES
(55) Observen el dominio que pueden tener los espíritus sobre otros de los cuales quieren vengarse. Influyen tan fuertemente sobre una mente débil que practicamente la secuestran para torturarla. Por otra parte Antonio no puede liberarse porque sus pensamientos son afines a los de sus victimas, ahora sus verdugos.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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