4 de diciembre de 2019

Cuadro del Infierno Cristiano - San Agustín

El Infierno

Cuadro del Infierno Cristiano - San Agustín

por Allan Kardec.

“Los teólogos circunspectos no se arriesgan a describir, como los egipcios, los indios y los griegos, los horrores de aquella mansión. Se limitan a enseñarnos, como muestra, lo poco que la escritura revela de ella. El estanque de fuego y de azufre del Apocalipsis, y los gusanos de Isaías. Esos gusanos eternamente hormigueando sobre las podredumbres del Thopel, y los demonios atormentando a los hombres a quienes perdieron, y los hombres gimiendo con rechinamiento de dientes, según la expresión de los evangelistas.

“San Agustín no concibe que esas penas físicas sean simples imágenes de las penas morales. Ve un verdadero estanque de azufre, gusanos, serpientes reales, encarnizándose en todas las partes del cuerpo de los condenados, añadiendo sus mordeduras a las del fuego. Pretende, según un versículo de San Marcos, que aquel fuego extraño, aunque material como el nuestro, y obrando sobre cuerpos materiales, los conservará como la sal conserva las carnes de las víctimas. Pero los condenados, víctimas siempre sacrificadas y siempre vivas, sentirán el dolor de aquel fuego que quema sin consumir. Penetrará debajo de su piel, estarán impregnados y saturados de él todos sus miembros, y el tuétano de sus huesos, y las niñas de sus ojos, y las fibras más recónditas y más sensibles de su ser. El cráter de un volcán, si pudiera precipitarse en él, sería para ellos sitio de refresco y de descanso.

“Así se expresan, con toda seguridad, los teólogos más tímidos, los más discretos, los más reservados. Además, no niegan que haya en el infierno otros suplicios corporales. Dicen solamente que para hablar de ellos, no tienen el suficiente conocimiento, tan positivo al menos como el que fue dado del horrible suplicio del fuego y del asqueroso suplicio de los gusanos.

“Pero hay teólogos más atrevidos o más esclarecidos que hacen sobre el infierno descripciones más detalladas, más variadas y más completas, y aun cuando no se sepa en qué sitio del espacio el infierno está situado, hay santos que lo han visto. No fueron allí con la Lira en la mano, como Orfeo, o con la espada desenvainada como Ulises. Fueron transportados allí en espíritu.

Extractos del Libro "El Cielo y el Infierno", por Allan Kardec.

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