12 de junio de 2019

Observaciones Preliminares de los Diferentes Órdenes de Espíritus

Observaciones Preliminares de los Diferentes Órdenes de Espíritus

por Allan Kardec.

La clasificación de los Espíritus se basa en su grado de progreso, en las cualidades que han adquirido y en las imperfecciones de las que han de despojarse aún. Esta clasificación, además, no tiene nada de absoluta; cada categoría no representa un carácter nítido sino en su conjunto.

Pero, la transición es insensible de un grado a otro y en los límites la pequeña diferencia se apaga como en los reinos de la Naturaleza, como en los colores del arco iris y también como en los diferentes períodos de la vida del hombre. Se puede, pues, formar un número mayor o menor de clases, según el punto de vista bajo el cual se considere la cuestión. Ocurre lo mismo que en todos los sistemas de clasificaciones científicas: esos sistemas pueden ser más o menos completos, más o menos racionales, más o menos cómodos para la inteligencia, pero cualesquiera que sean no cambian en nada las bases de la Ciencia. Los Espíritus consultados sobre esta cuestión han podido, pues, discordar en el número de categorías, sin que esto tenga consecuencias. Algunos han hecho un arma de esta contradicción aparente, sin reflexionar que los Espíritus no dan importancia a lo que es puramente convencional. Para ellos el pensamiento lo es todo, dejando a nuestra voluntad la forma, la elección de los términos, las clasificaciones, los sistemas, en una palabra.

Los Espíritus admiten generalmente tres categorías principales o tres grandes divisiones. En la última, que está al principio de la escala, están comprendidos los Espíritus imperfectos, caracterizados por el predominio de la materia sobre el espíritu y la propensión al mal. Los de la segunda están caracterizados por el predominio del Espíritu sobre la materia y por el deseo del bien: son los Espíritus buenos. La primera, en fin, comprende los Espíritus puros, que alcanzaron el grado supremo de perfección. Esta división nos parece perfectamente racional y presenta caracteres bien definidos.

Sólo nos restaba resaltar, por medio de un número suficiente de subdivisiones, las principales diferencias del conjunto; fue lo que hicimos, con el concurso de los Espíritus, cuyas instrucciones benévolas jamás nos faltaron. Con la ayuda de este cuadro será más fácil determinar el orden y el grado de superioridad o inferioridad de los Espíritus con los cuales podemos entrar en comunicación y como consecuencia, el grado de confianza y de estimación que se merecen. De cierta forma es la clave de la Ciencia Espírita, porque solo él puede informarnos de las anomalías que representan las comunicaciones, ilustrándonos acerca de las desigualdades intelectuales y morales de los Espíritus.

No obstante, observaremos que los Espíritus no pertenecen siempre y exclusivamente a tal o cual clase, pues, realizándose gradualmente su progreso y con frecuencia más en un sentido que en otro, pueden reunir caracteres de diversas categorías, lo que se puede apreciar por su lenguaje y por sus actos.

Conceptos Extractados de "El Libro de los Espíritus", por Allan Kardec.


Hacia una Nueva Prensa Espiritista

Hacia una Nueva Prensa Espiritista

Por Marcelo Henrique Pereira

Cualquier persona --entendida o no, pero, ciertamente, interesada en comprender la trayectoria de la prensa espiritista, desde la Revista Espirita de Allan Kardec hasta la comunicación virtual, a través de Internet-- puede constatar la escasa dimensión, el menoscabo de la tarea y de los objetivos de comunicación. En síntesis, salvo rarísimas excepciones, los órganos escritos (por el medio impreso, tradicional, o virtual) sólo se dedican a la divulgación de las ideas espiritistas, constituyéndose en meros prosélitos, que buscan cautivar adeptos e informar datos, principios, fundamentos y componentes de la llamada Filosofía Espiritista, para neófitos o “iniciados”, y, sobre este particular, el perfil filosófico acaba siendo restringido para la filosofía moral o, digamos, más específicamente, religiosa.

Se sabe --principalmente en tierras brasileñas e, incluso en otros países-- que la opción del movimiento espiritista es, en general, la formación de estructuras y organizaciones con perfil y unidad religiosa, calcada en la rigidez y en la estricta formalidad. Esto, por sí solo, produce la principal dificultad de entendimiento de otra propuesta (que no sea la proselitista), porque el énfasis del trabajo es en el convertir y en el catecismo, por vía de la llamada evangelización. Hasta ahí, ningún problema, porque los movimientos filosóficoreligiosos de todos los tiempos se caracterizan, fundamentalmente, por la presentación -a los interesados- del contexto de ideas y prácticas que les hacen optar por la constancia, frecuencia y adherencia al movimiento (o, en la práctica, a las propias instituciones). Por eso decimos, que las personas se “afilian” al espiritismo y pasan a convivir, aprender, repetir y transmitir, siempre, las mismas verdades.

Convengamos que, este último aspecto es el principal punto negativo del movimiento espiritista: su hermetismo, y, aunque se alardee de que “el Espiritismo no tiene dogmas”, es imposible discutir ciertas expresiones, máximas o informaciones contenidas en las Obras Básicas, o porque la Espiritualidad Superior aún no autorizó la “revelación” de las verdades nuevas, o porque, nosotros, los encarnados, no tenemos autoridad moral (espiritual) para reconsiderar cualquier punto contenido en la estructura original de la Doctrina Espiritista. Se atestigua, inclusive, que, “si” la ciencia evoluciona, la regla es que nuevos misioneros asuman el encargo de proporcionar a los hombres nuevas (y actualizadas), informaciones de tenor espiritual, para acompañar el paso científico, o, de lo contrario, como asimismo advirtió el Codificador, tendremos que quedarnos con la Ciencia, abandonando, en aquel o aquellos puntos, la filosofía espiritista.

Todo es una falacia. Primero, porque no estamos estructurados para concebir ningún avance científico

Extractado del Boletín Flama Espírita.


El encuentro entre la Madre Teresa y la Princesa Diana en el Plano Espiritual

Espiritismo, librepensador,  Divaldo Franco,

El encuentro entre la Madre Teresa y la Princesa Diana en el Plano Espiritual

Por: Divaldo Pereira Franco

Cierto día la princesa Diana va en busca de la Madre Teresa de Calcuta, abriendo  su corazón, le habló de sus angustias y de su vacío interior, muy a pesar de que llevaba una vida de glamour. Y le confesó su deseo de hacer parte de su orden religiosa.

La madre se conmovió con su relato, lleno de ternura y confianza, y vio mucha dulzura y bondad en el alma de aquella mujer simple, pero muy rica y famosa.

Y, con gran cariño, buscó orientarla. Le dijo que ella era una princesa y, como tal, no podría pertenecer a su orden religiosa, de extrema pobreza. Entonces, la madre le dijo:

- Diana, usted le podría donar ese amor a los niños indefensos. En su posición, usted puede ayudar a muchos de ellos, que sufren... La caridad puede ser ejercida en cualquier lugar donde nos encontremos...

La princesa volvió a su palacio y posteriormente se dedicó a visitar niños víctimas del Aids, esa enfermedad tan cruel, y ayudó, con enorme cariño, a niños mutilados por las minas de las guerras... Desde entonces, encontró la alegría de ser útil y el placer de servir.

La Madre Teresa acompañaba todo por los informes de la TV y de los diarios.
Y, entre aquellas dos mujeres, pasaron a existir vínculos de amor.

El tiempo pasó. Unos meses después, la princesa, amiga de los sufrientes, la Rosa de Inglaterra, como era conocida mundialmente, desencarnarnó en un accidente que golpeó a todos.

La madre, muy conmocionada al enterarse del hecho, se apresuró a tomar decisiones y a cancelar compromisos, con el fin de asistir días después, al funeral.

Sin embargo, algo cambio sus planes. Su salud, muy inestable, la llevó a la cama. Días después, la Madre Teresa también falleció.

Entonces, Joanna de Ángelis nos contó los acontecimientos sucedidos, del "otro lado"...

La Madre Teresa fue recibida en una fiesta de luz, bajo la cariñosa asistencia de Teresa de Lisieux, o Santa Teresita del Niño Jesús, como es recordada en la Iglesia Católica. Permaneció consciente de su proceso desencarnatorio, en la paz de consciencia que su vida honrada le hiciera merecer. Y es entonces cuando ella le pregunta a la religiosa que la recibiera, donde estaba Diana. Y Teresa de Lisieux le cuenta que la princesa, debido al choque causado por el accidente, estaba durmiendo, aún en descanso y recuperación.

La Madre Teresa de Calcuta vela por la princesa, le hace compañía, ora por su armonización. Y, en el momento del despertar, cuando Diana abre los ojos ante la vida espiritual y reconoce la grandeza del amor de Dios, he ahí que ella vuelve a ver a la madre, la religiosa afectuosa y amiga que, con extremado amor, le dice:

- Ahora, hija mía, usted está lista para ser aceptada en mi orden. Iremos a trabajar juntas, con la bendición del Señor.

- Nosotros, que sabemos cómo es el mundo espiritual de fascinante, dice Divaldo, ¡imaginemos el júbilo de ese encuentro!

Extractado del Sitio Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís.