Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 34 »
Una vez muestran mejoría allá, traen aquí las bendiciones recibidas, transformándose en valiosos elementos de enlace. A través de ellas, la administración de nuestro Instituto, atiende a millares de conciencias necesitadas y sabe, con seguridad, que los hermanos que se hallan en sufrimiento, se hacen dignos de lograr el acceso a nuestra casa, después de haber logrado la transformación gradual en su reajuste. Diseminados por los campos de la sombra, en pequeños santuarios domésticos, continúan aquí su propia restauración, aprendiendo y sirviendo.–Mientras tanto, –continuó diciendo Hilario lleno de curiosidad–, tan infortunada colonia de almas desajustadas, ¿No sufrirá el dominio de las inteligencias perversas, tales como las que hemos visto ayer en el lado opuesto a donde nos encontramos?
–Sí. Aquí son constantes e inevitables los asaltos de ese tipo, principalmente a causa de las entidades que dejaron cómplices animalizados en antros infernales o en núcleos de actividades terrestres. En esos casos, las víctimas de semejantes fieras desencarnadas, padecen prolongados e inenarrables suplicios, a través de la fascinación hipnótica de la que muchos genios del mal son muy expertos.
Y después de una ligera pausa, Silas, continuó:
–Esos son algunos de los fenómenos de flagelación incomprensible que determinados místicos del mundo, mediante el desdoblamiento mediúmnico, visitando el reino de las tinieblas, clasificaron como devastación purificadora. Para ellos, las almas culpables, después de la muerte, experimentan horribles torturas por parte de los demonios aclimatados en las sombras.
Las informaciones del Asistente, unidas a los gemidos y a las lamentaciones que oíamos sin cesar, nos causaban una desagradable impresión.
Tal vez fue por eso que, Hilario, impresionado por los gritos que nos rodeaban, preguntó sorprendido:
–¿Por qué dices flagelación purificadora? y como en un desahogo, continuó preguntando:
–¿Crees que es justo que se aglomere aquí tanta gente en semejante desolación?
Silas sonrió con tristeza y objetó:
–Comprendo tu pesar. Indiscutiblemente, tanto dolor reunido no sería justo si no viniese de cuantos prefirieron el trato diario con la injusticia en el plano físico. ¿No es acertado, pues, que todos recojamos el fruto de la siembra que hicimos y que nos pertenece? En el mismo surco de tierra dadivosa y neutra, quien cultiva la ortiga recoge la ortiga que hiere, y quien protege su jardín, tendrá la flor que perfuma. El suelo de la vida es idéntico para todos nosotros.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz