Aislamiento de Cuerpos Pesados
El Movimiento de la Mesa, su Erguimiento Sobre una Pata
por Allan KardecEl movimiento impreso a los cuerpos inertes por medio de la voluntad es hoy tan conocido que sería casi pueril relatar hechos de este género; no es lo mismo cuando este movimiento es acompañado de ciertos fenómenos menos comunes, tales como, por ejemplo, el de la suspensión en el espacio. Aunque los anales del Espiritismo citen numerosos ejemplos sobre el particular, este fenómeno presenta una derogación tal de las leyes de la gravedad que la duda parece tan natural para cualquiera que no haya sido testigo de los mismos.
Por más habituados que estamos a las cosas extraordinarias, nosotros mismo – lo reconocemos – hemos quedado muy contento en poder constatar su realidad. Los hechos que vamos a relatar han sucedido varias veces ante nuestros ojos en las reuniones que tuvieron lugar en otros tiempos en la casa del Sr. B…, 43 rue Lamartine, y sabemos que muchas veces se han producido en otros lugares; por lo tanto, podemos certificarlos como indiscutibles. He aquí cómo las cosas han ocurrido.
Ocho o diez personas, entre las cuales algunas se encontraban dotadas de un poder especial, sin ser no obstante médiums reconocidos, se colocaban alrededor de una mesa de salón pesada y maciza, con las manos apoyadas sobre el borde de la misma y todas unidas en la intención y en la voluntad. Al cabo de un tiempo más o menos largo – diez minutos o un cuarto de hora, según las disposiciones ambientales más o menos favorables –, la mesa se ponía en movimiento a pesar de su peso de casi 100 kilos, se deslizaba a la derecha o a la izquierda sobre el parqué y se trasladaba a las distintas partes designadas del salón, levantándose después, ya sea sobre una pata o sobre la otra, hasta formar un ángulo de 45 grados, balanceándose con rapidez e imitando el cabeceo y el vaivén de un navío.
Si en esta posición los asistentes redoblasen los esfuerzos por medio de su voluntad, la mesa se levantaba completamente del suelo, a 10 ó 20 centímetros de elevación y se sostenía así en el espacio sin ningún punto de apoyo, durante algunos segundos, cayendo después con todo su peso.
El movimiento de la mesa, su erguimiento sobre una pata y su balanceo se producían casi a voluntad, a menudo varias veces en la reunión y también frecuentemente sin ningún contacto de las manos; sólo la voluntad era suficiente para que la mesa se dirigiera hacia el lado indicado. El aislamiento completo era más difícil de obtenerse, pero ha sido repetido bastante a menudo como para que no pudiese ser considerado un hecho excepcional. Ahora bien, de ninguna manera esto sucedía en la sola presencia de adeptos, a los que podría creerse demasiado accesibles a la ilusión, sino delante de veinte o treinta personas, entre las cuales se contaban algunas muy poco simpáticas y que no dejaban de suponer alguna preparación secreta, sin tener consideración para con los dueños de la casa, cuyo carácter honorable debería alejar toda sospecha de superchería y para quienes sería, además, un extraño placer pasar varias horas por semana mistificando sin provecho a una asamblea.
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.
MI COMENTARIO
Sin dominar absolutamente el tema, intuyo que en esos efectos participaban espíritus que solo tenían la intención de impresionar o dar testimonio de la existencia del mundo espiritual para los incrédulos.
Hoy, habiendo superado esa etapa, los espíritus mas elevados no pierden el tiempo en convencer a incrédulos y menos a entretener con estos fenómenos. Se dedican a instruir y por esto, esos fenómenos han tendido a desaparecer.
Al menos para el espiritismo serio. No me extraña que estas cosas sigan ocurriendo en sectas espiritistas.