Vocabulario Espírita

VOCABULARIO ESPÍRITA

A

ALMA (del original francés âme) [del latín anima; del griego anemos: soplo, respiración]. Según unos, es el principio de la vida material; según otros, el principio de la inteligencia sin individualidad después de la muerte; según las diversas doctrinas religiosas, es un ser inmaterial, distinto, del cual el cuerpo no es sino la envoltura. El alma sobrevive al cuerpo y conserva su individualidad después de la muerte. Esta diversidad de acepciones dadas a una misma palabra es una fuente perpetua de controversias, que no tendrían lugar si cada idea tuviese su representación nítidamente definida. Para evitar todo equívoco sobre el sentido que damos a esta palabra, nosotros llamaremos: Alma espírita (âme spirite) o simplemente alma al ser inmaterial, distinto e individual, unido al cuerpo que le sirve de envoltura temporaria; por lo tanto, el alma es el Espíritu en estado de encarnación, perteneciente únicamente a la especie humana. Principio vital (principe vital) es el principio general de la vida material, común a todos los seres orgánicos: hombres, animales y plantas. Alma vital (âme vitale) es el principio vital individualizado en un ser, cualquiera que fuere. Principio intelectual (principe intellectuel) es el principio general de la inteligencia, común a los hombres y a los animales. Y llamamos Alma intelectual (âme intellectuelle) a ese mismo principio individualizado.


ALMA UNIVERSAL (âme universelle). Nombre que ciertos filósofos dan al principio general de la vida y de la inteligencia. (Véase Todo universal [Tout universel].)

ALUCINACIÓN (hallucination) [del latín hallucinare: error]. «Error, ilusión de una persona que cree tener percepciones que realmente no tiene» (Academia Francesa). Los fenómenos espíritas que provienen de la emancipación del alma prueban que lo que se califica de alucinación es frecuentemente una percepción real análoga a la de la doble vista del sonambulismo o del éxtasis, provocada por un estado anormal, un efecto de las facultades del alma desprendida de los lazos corporales. Sin duda, hay a veces una verdadera alucinación en el sentido que se da a esta palabra. Pero la ignorancia y la poca atención que se ha prestado hasta el presente a ese tipo de fenómenos han hecho que se considere como una ilusión lo que con frecuencia es una visión real. Cuando no se sabe cómo explicar un hecho psicológico, resulta muy sencillo calificarlo de alucinación.

ÁNGEL (ange) [del latín angélus; del griego aggelos: mensajero]. Según la idea vulgar, los ángeles son seres intermediarios entre el hombre y la Divinidad, por su naturaleza y poder, capaces de manifestarse ya sea por medio de advertencias ocultas o de una manera visible. De ninguna manera ellos han sido creados perfectos, ya que la perfección supone la infalibilidad, y porque un cierto número de ellos se rebeló contra Dios. Algunos dicen: los ángeles buenos, los ángeles malos, el ángel de las tinieblas. Sin embargo, la idea que más generalmente se vincula a esta palabra es la de bondad y la de suprema virtud. Según la Doctrina Espírita, los ángeles no son de modo alguno seres aparte ni de una naturaleza especial; son los Espíritus del primer orden, es decir, los que han llegado al estado de Espíritus puros, después de haber superado todas las pruebas. Nuestro mundo no existe desde toda la eternidad y, mucho tiempo antes de que él fuera creado, ya existían Espíritus que habían alcanzado ese grado supremo; entonces, los hombres creyeron que los ángeles siempre habían sido así.

APARICIÓN (apparition). Fenómeno por el cual los seres del mundo incorpóreo se manifiestan a nuestra vista. Aparición vaporosa o etérea (apparition vaporeuse ou éthérée): aquella que es impalpable e imponderable, y que no ofrece ninguna resistencia al tacto. Aparición tangible o estereotita (apparition tangible ou stéréotite): la que es palpable y presenta la consistencia de un cuerpo sólido. La aparición difiere de la visión (vision) porque aquélla tiene lugar en estado de vigilia, por medio de los órganos visuales y cuando el hombre tiene plena conciencia de sus relaciones con el mundo exterior. La visión tiene lugar en estado de sueño o de éxtasis. Ocurre igualmente en estado de vigilia, por efecto de la segunda vista. La aparición nos llega a través de los ojos del cuerpo y se produce en el propio lugar donde nos encontramos; la visión tiene por objeto cosas ausentes o alejadas, que el alma percibe en su estado de emancipación y cuando las facultades sensoriales se encuentran más o menos suspendidas. (Véanse Lucidez, Clarividencia [Lucidité, Clairvoyance].)

ARCÁNGEL (archange). Ángel de un orden superior (véase Ángel [Ange]). La palabra ángel es un término genérico que se aplica a todos los Espíritus puros. Si se admiten en éstos diversos grados de elevación, se los puede designar con los nombres de arcángeles y serafines (Séraphins), para servirse de términos conocidos.

ATEÍSMO, ATEO (athéisme, athée) [del griego atheos, compuesto del privativo a y de theos, Dios: sin Dios, que no cree en Dios]. El ateísmo es la negación absoluta de la Divinidad. Quien crea en la existencia de un Ser Supremo, sean cuales fueren los atributos que le reconozca y el culto que le rinda, no es ateo. Toda religión se basa necesariamente en la creencia en una Divinidad; esta creencia puede ser más o menos esclarecida, más o menos conforme a la verdad. Pero una religión atea sería un contrasentido. El ateísmo absoluto tiene pocos prosélitos, porque el sentimiento de la Divinidad existe en el corazón humano, incluso ante la ausencia de cualquier enseñanza. El ateísmo y el Espiritismo son incompatibles.


C

CIELO (ciel). En el sentido de morada de los bienaventurados. (Véase Paraíso [Paradis].)

CLARIVIDENCIA (clairvoyance). Propiedad inherente al alma y que da a ciertas personas la facultad de ver sin el empleo de los órganos de la visión. (Véase Lucidez [Lucidité].)

CLASIFICACIÓN DE LOS ESPÍRITUS (classification des Esprits). Véase Escala espírita (Échelle spirite).

COMUNICACIÓN ESPÍRITA (communication spirite). Manifestación inteligente de los Espíritus, que tiene por objeto un intercambio continuado de pensamientos entre ellos y los hombres. Se las distinguen en: Comunicaciones frívolas (communications frivoles): las que se relacionan con asuntos fútiles y sin importancia. Comunicaciones groseras (communications grossières): aquellas que se traducen por expresiones que chocan la decencia. Comunicaciones serias (communications sérieuses): las que, sea cual fuere su objeto, excluyen la frivolidad. Comunicaciones instructivas (communications instructives): aquellas que tienen como objeto principal una enseñanza dada por los Espíritus sobre Ciencias, Moral, Filosofía, etc. Para los modos de comunicaciones (modes de communications) véanse Sematología (Sématologie), Tiptología (Typtologie), Psicografía (Psychographie), Pneumatografía (Pneumatographie), Psicofonía (Psychophonie), Pneumatofonía (Pneumatophonie), Telegrafía humana (Télégraphie humaine).


CRISÍACO (crisiaque). Aquel que está en un estado momentáneo de crisis producida por la acción magnética. Esta calificación se da más particularmente a aquellos en quienes dicho estado es espontáneo y acompañado de una cierta sobreexcitación nerviosa. En general, los crisíacos están dotados de lucidez sonambúlica o de segunda vista.



D

DEÍSTA (déiste). El que cree en Dios sin admitir culto exterior. Se equivocan los que confunden el deísmo (déisme) con el ateísmo (athéisme). (Véase Ateo [Athée].)

DEMONIO (démon) [del latín Dæmo, compuesto del griego daïmôn: genio, suerte, destino, manes]. Tanto en griego como en latín se llama Dæmones (Demonios) a todos los seres incorpóreos, buenos o malos, a los cuales se atribuyen conocimientos y poderes superiores a los del hombre. En las lenguas modernas, esta palabra posee – por lo general – una connotación negativa, y su acepción se limita a los genios maléficos. Según la creencia vulgar, los demonios son seres esencialmente malos por naturaleza. Los Espíritus nos enseñan que Dios, siendo soberanamente justo y bueno, no puede haber creado seres destinados al mal y desdichados por toda la eternidad. Según ellos, no hay demonios en la acepción absoluta y restricta de esta palabra: sólo existen Espíritus imperfectos, pudiendo todos mejorarse mediante sus propios esfuerzos y por su voluntad. Si esa palabra no implicase la idea de una naturaleza perpetuamente malvada, los Espíritus de la novena clase serían los verdaderos demonios.

DEMONIO FAMILIAR (démon familier). Véase Espíritu familiar (Esprit familier).

DEMONOGRAFÍA, DEMONOLOGÍA (démonographie, démonologie). Tratado acerca de la naturaleza y de la influencia de los demonios.

DEMONOMANCIA (démonomancie) [del griego daïmôn y mantéia: adivinación]. Presunto conocimiento del porvenir por inspiración de los demonios.


DEMONOMANÍA (démonomanie). Variedad de alienación mental que consiste en creerse poseído por el demonio. DIABLO (diable) [del griego diabolos: delator, acusador, maldiciente, calumniador]. Según la creencia vulgar, es un ser real, un ángel rebelde, el jefe de todos los demonios, y que tiene un poder lo bastante grande como para luchar contra el propio Dios. El diablo conoce nuestros más secretos pensamientos, inspira todas las malas pasiones y adopta todas las formas para inducirnos al mal. Según las enseñanzas de la Doctrina Espírita sobre los demonios, el diablo es la personificación del mal; es un ser alegórico que resume en sí todas las malas pasiones de los Espíritus imperfectos. De la misma forma que los Antiguos daban a sus divinidades alegóricas atributos especiales: al Tiempo, una guadaña, un reloj de arena, alas y la figura de un anciano; a la Fortuna, una venda sobre los ojos, una rueda bajo uno de los pies, etc., así también el diablo ha debido ser representado con los rasgos característicos de la bajeza de las inclinaciones. Los cuernos y la cola son los emblemas de la bestialidad, es decir, de la brutalidad de las pasiones animales. DIOS (Dieu). Inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas. Es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno, e infinito en todas sus perfecciones.

DIABLO (diable) [del griego diabolos: delator, acusador, maldiciente, calumniador]. Según la creencia vulgar, es un ser real, un ángel rebelde, el jefe de todos los demonios, y que tiene un poder lo bastante grande como para luchar contra el propio Dios. El diablo conoce nuestros más secretos pensamientos, inspira todas las malas pasiones y adopta todas las formas para inducirnos al mal. Según las enseñanzas de la Doctrina Espírita sobre los demonios, el diablo es la personificación del mal; es un ser alegórico que resume en sí todas las malas pasiones de los Espíritus imperfectos. De la misma forma que los Antiguos daban a sus divinidades alegóricas atributos especiales: al Tiempo, una guadaña, un reloj de arena, alas y la figura de un anciano; a la Fortuna, una venda sobre los ojos, una rueda bajo uno de los pies, etc., así también el diablo ha debido ser representado con los rasgos característicos de la bajeza de las inclinaciones. Los cuernos y la cola son los emblemas de la bestialidad, es decir, de la brutalidad de las pasiones animales.

DIOS (Dieu). Inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas. Es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno, e infinito en todas sus perfecciones.

DRÍADES (dryades). Véase Hamadríades (Hamadryades).

DUENDE (lutin), de la antigua palabra luicter: luchar – según algunos –, de donde se han formado sucesivamente luicton, luiton, luits, y finalmente lutin. Según otros, luiton habría de sustituir a nuicton, derivado de nuict: noche, porque los duendes, conforme a la creencia vulgar, vienen principalmente a la noche para atormentar a los vivientes. Bajo esta denominación se pueden incluir a ciertos Espíritus ligeros, más traviesos y maliciosos que malos, que se complacen en provocar pequeñas molestias y contrariedades; son ignorantes, mentirosos y burlones. Son los niños malcriados del mundo espírita. Su lenguaje es a menudo espirituoso, mordaz y satírico, pero raramente grosero; se complacen en hacer chistes y simpatizan con las personas de un carácter ligero. Sería una pérdida de tiempo, y uno se expondría a ridículas burlas, si les formuláramos preguntas serias.




E

EMANCIPACIÓN DEL ALMA (émancipation de l’âme). Estado particular de la vida humana durante el cual el alma, al desprenderse de sus lazos materiales, recobra algunas de las facultades del Espíritu y entra más fácilmente en comunicación con los seres incorpóreos. Este estado se manifiesta principalmente a través del fenómeno de los sueños (rêves), de la somniloquia (somniloquie), de la doble vista (double vue), del sonambulismo natural (somnambulisme naturel) o magnético (somnambulisme magnétique) y del éxtasis (extase). Véanse estas palabras.

ENCARNACIÓN (incarnation). Estado de los Espíritus que revisten una envoltura corporal. Se dice Espíritu encarnado (Esprit incarné) en oposición a Espíritu errante (Esprit errant). Los Espíritus son errantes en el intervalo de sus diferentes encarnaciones. La encarnación puede tener lugar en la Tierra o en otro mundo.

ERRATICIDAD (erraticité). Estado de los Espíritus errantes, es decir, no encarnados, durante los intervalos de sus diversas existencias corporales. De ninguna manera la erraticidad es una señal absoluta de inferioridad para los Espíritus. Hay Espíritus errantes de todas las clases, salvo los del primer orden o Espíritus puros que, al no tener más necesidad de reencarnarse, no pueden ser considerados como errantes. Los Espíritus errantes son felices o desdichados según el grado de su depuración. Es en este estado que el Espíritu – cuando se ha despojado del velo material del cuerpo – reconoce sus existencias anteriores y las faltas que lo alejan de la perfección y de la felicidad infinita; entonces, es también cuando elige nuevas pruebas para progresar más rápidamente.

ESCALA ESPÍRITA (Échelle spirite). Cuadro de los diferentes órdenes de Espíritus, que indica los grados que deben recorrer para llegar a la perfección. Comprende tres órdenes principales: los Espíritus imperfectos, los Espíritus buenos y los Espíritus puros, subdivididas en nueve clases, caracterizadas por la progresión de los sentimientos morales y de las ideas intelectuales. Los propios Espíritus nos enseñan que pertenecen a diferentes categorías, según el grado de su depuración; pero también nos dicen que estas categorías no constituyen, de manera alguna, especies distintas, y que todos los Espíritus están llamados a recorrerlas sucesivamente. (Véase el desarrollo referente al carácter de cada clase de Espíritus en un capítulo especial.)

ESFERA (sphère). Palabra con la cual ciertos Espíritus designan los diferentes grados de la Escala Espírita. Ellos dicen que han alcanzado la quinta o la sexta esfera, como otros dicen el quinto o el sexto cielo. Por la manera como se expresan, se podría creer que la Tierra es un punto central rodeado de esferas concéntricas en las que se cumplen sucesivamente los diferentes grados de perfección; inclusive, los hay aquellos que hablan también de la esfera de fuego, de la esfera de las estrellas, etc. Como las más elementales nociones astronómicas son suficientes para demostrar el absurdo de semejante teoría, la misma sólo puede provenir de una falsa interpretación de los vocablos, o de Espíritus muy atrasados, imbuidos todavía de los sistemas de Ptolomeo y de Tycho-Brahe. Si un hombre al que creéis sabio sostiene algo que evidentemente es absurdo, dudaréis de su saber; lo mismo debe hacerse con los Espíritus: es a través de la experiencia que se aprende a conocerlos. Por lo tanto, esas expresiones son incorrectas, incluso tomadas en sentido figurado, porque pueden inducir al error sobre el verdadero sentido en que se debe entender la progresión de los Espíritus.

ESPÍRITA (spirite). Relativo al Espiritismo.

ESPIRITISMO (Spiritisme). Doctrina que se basa en la creencia de la existencia de los Espíritus y en su comunicación con los hombres.

ESPIRITISTA (spiritiste). El que adopta la Doctrina Espírita.

ESPÍRITU (Esprit) [del latín spiritus, compuesto de spirare: soplar]. En el sentido especial de la Doctrina Espírita, los Espíritus son los seres inteligentes de la Creación, que pueblan el Universo fuera del mundo corporal. La naturaleza íntima de los Espíritus nos es desconocida; ellos mismos no pueden definirla, ya sea por ignorancia o por insuficiencia de nuestro lenguaje. En este aspecto, somos como los ciegos de nacimiento con relación a la luz. Según lo que los Espíritus nos dicen, el Espíritu no es material en el sentido vulgar de la palabra; pero tampoco es inmaterial en el sentido absoluto, porque el Espíritu es algo y la inmaterialidad absoluta sería la nada. Por lo tanto, el Espíritu está formado de una sustancia, de la cual la materia grosera que impresiona nuestros sentidos no puede darnos una idea. Se puede comparar al Espíritu con una llama o chispa, cuyo brillo varía según el grado de su depuración. Por intermedio del periespíritu que lo envuelve, el Espíritu puede adoptar todo tipo de formas.

ESPÍRITU ELEMENTAL (Esprit élémentaire). El Espíritu considerado en sí mismo, haciendo abstracción de su periespíritu o envoltura semimaterial.

ESPÍRITU FAMILIAR (Esprit familier). Espíritu que se vincula a una persona o a una familia, ya sea para protegerla – si es bueno – o para perjudicarla – si es malo. Al Espíritu familiar no hay necesidad de evocarlo: siempre está presente y responde instantáneamente al llamado que se le hace. A menudo manifiesta su presencia por medio de señales sensibles.

ESPÍRITUS GOLPEADORES (Esprits frappeurs). Los que revelan su presencia a través de golpes. Pertenecen a las clases inferiores.

ESPIRITUALISMO (Spiritualisme). Creencia en la existencia de un alma espiritual, inmaterial, que conserva su individualidad después de la muerte, prescindiendo de la creencia en los Espíritus; es lo opuesto al materialismo (véanse Materialismo [Matérialisme], Espiritismo [Spiritisme]). Cualquiera que crea que no todo en nosotros es materia, es espiritualista; pero de ello no se sigue que admita la Doctrina de los Espíritus. Todo espiritista es necesariamente espiritualista, pero se puede ser espiritualista sin ser espiritista; el materialista no es ni lo uno ni lo otro. Como son dos ideas esencialmente distintas, era necesario distinguirlas con palabras diferentes para evitar todo equívoco. Inclusive para aquellos que consideran al Espiritismo como una idea quimérica, era igualmente necesario designarlo con una palabra especial. Para que nos podamos entender es preciso hacer eso, ya sea para las ideas falsas como para las ideas verdaderas.

ESTEREOTITA (stéréotite) [del griego stéréos: sólido]. Cualidad de las apariciones que adquieren las propiedades de la materia resistente y tangible; se dice por oposición a las apariciones vaporosas o etéreas, que son impalpables. La aparición estereotita presenta temporalmente, a la vista y al tacto, las propiedades de un cuerpo vivo.

EVOCACIÓN (évocation). Véase Invocación (Invocation).

EXPIACIÓN (expiation). Pena que sufren los Espíritus como punición de las faltas cometidas durante la vida corporal. La expiación, como sufrimiento moral, tiene lugar en el estado de erraticidad; como sufrimiento físico, en el estado corpóreo. Las vicisitudes y los tormentos de la vida corporal son a la vez pruebas para el futuro y expiación del pasado.

ÉXTASIS (extase) [del griego ekstasis: arrebato de espíritu; compuesto de existêmi: colmar de admiración]. Paroxismo de la emancipación del alma durante la vida corporal, de donde resulta la suspensión momentánea de las facultades perceptivas y sensitivas de los órganos. En este estado, el alma sólo está ligada al cuerpo por frágiles lazos, que trata de romper; pertenece más al mundo de los Espíritus – al que entrevé – que al mundo material. El éxtasis es a veces natural y espontáneo; también puede ser provocado por la acción magnética y, en este caso, es un grado superior de sonambulismo.



F

FATALIDAD (fatalité) [del latín fatalitas, compuesto de fatum: destino]. Destino inevitable. Doctrina que supone que todos los acontecimientos de la vida y, por extensión, todos nuestros actos, están decretados de antemano y sometidos a una ley a la cual no podemos sustraernos. Hay dos clases de fatalidad: una que proviene de causas exteriores que nos alcanzan y actúan sobre nosotros, a la que se puede llamar de reactiva, externa o fatalidad eventual; la otra, que tiene su fuente en nosotros mismos y determina todas nuestras acciones: es la fatalidad personal. En el sentido absoluto de la palabra, la fatalidad transforma al hombre en una máquina, sin iniciativa ni libre albedrío y, por consecuencia, sin responsabilidad: es la negación de toda moral. Según la Doctrina Espírita, al elegir el Espíritu su nueva existencia y el género de pruebas que ha de pasar, ejerce con esto un acto de libertad. Los acontecimientos de la vida son la consecuencia de esa elección y se relacionan con la posición social de la existencia; si el Espíritu debe renacer en una condición humilde, el medio en que ha de encontrarse presentará acontecimientos totalmente distintos de los que si debiera ser rico y poderoso; pero, sea cual fuere esta condición, él conserva su libre albedrío en todos los actos de su voluntad, y de ninguna manera es fatalmente arrastrado a hacer tal o cual cosa, ni a sufrir este o aquel accidente. Por el género de lucha que ha elegido, tiene la posibilidad de ser llevado a realizar ciertos actos o de encontrar ciertos obstáculos; pero esto no quiere decir que hayan de cumplirse infaliblemente, ni que además no pueda evitarlos con su prudencia y voluntad: para eso es que Dios le ha dado el discernimiento. Es lo mismo que sucedería a un hombre que, al llegar a su objetivo, tuviera tres caminos para elegir: por la montaña, por la llanura o por el mar. Si escoge el primero, tiene la posibilidad de encontrarse con piedras y precipicios; si opta por el segundo, pantanos; si elige el tercero, es probable que soporte tempestades. Pero esto no quiere decir que será aplastado por un roca, ni que se hundirá en un pantano o que naufragará en un lugar en vez de otro. La propia elección del camino no es fatal, en el sentido absoluto de la palabra; por instinto, el hombre ha de seguir aquel en que deberá encontrar la prueba elegida: si debe luchar contra las olas, su instinto no lo llevará a tomar el camino de la montaña. Según el género de pruebas escogidas por el Espíritu, el hombre está expuesto a ciertas vicisitudes; como consecuencia de esas mismas vicisitudes se halla sometido a arrastramientos, de los cuales depende de él sustraerse. El que comete un crimen de ninguna manera ha sido fatalmente llevado a perpetrarlo: eligió una vida de luchas que a eso podía incitarlo; si cede a la tentación es por causa de la debilidad de su voluntad. De este modo, el libre albedrío existe para el Espíritu en estado errante, en la elección que hace de las pruebas a que se somete y, en su estado de encarnación, en los actos de la vida corpórea. Solamente es fatal el instante de la muerte, porque hasta el género de muerte es una consecuencia de la naturaleza de las pruebas elegidas. Tal es el resumen de la Doctrina de los Espíritus acerca de la fatalidad.

FLUÍDICO (fluidique), lo opuesto a sólido (solide). Calificación que algunos escritores dan a los Espíritus para caracterizar su naturaleza etérea; dicen: los Espíritus fluídicos. Nosotros creemos que esta expresión es impropia, la cual presenta, además, una especie de pleonasmo, más o menos como si se dijera: el aire gaseoso. La palabra Espíritu lo dice todo: posee en sí misma su propia definición; suscita necesariamente la idea de algo incorpóreo. Un Espíritu que no fuese fluídico no sería un Espíritu. Esa palabra tiene otro inconveniente: el de confundir la naturaleza de los Espíritus con la de los fluidos materiales; asocia demasiado a la idea de laboratorio.

FUEGO ETERNO (feu éternel). La idea del fuego eterno, como castigo, remonta a la más alta Antigüedad y proviene de la creencia de los Antiguos que ubicaban a los Infiernos en las entrañas de la Tierra, cuyo fuego central les era revelado a través de los fenómenos geológicos. Cuando el hombre hubo adquirido nociones más elevadas de la naturaleza del alma comprendió que un ser inmaterial no podía sufrir los daños de un fuego material; pero no por eso el fuego dejó de seguir siendo el emblema del más cruel de los suplicios, y no se encontró imagen más enérgica para describir los sufrimientos morales del alma. Es en este sentido que lo entiende hoy la alta Teología, y es con este significado que se dice también: «arder de amor, ser consumido por los celos, por la ambición, etc.».

G

GENIO (génie) [del latín genius, compuesto del griego géinô: engendrar, producir]. En este sentido se dice que es un hombre de genio el que es capaz de crear o de inventar cosas extraordinarias. En el lenguaje espírita genio es sinónimo de Espíritu. Indistintamente se dice: Espíritu familiar y genio familiar, Espíritu bueno y malo, genio bueno y malo. La palabra Espíritu posee un sentido más vago y menos circunscrito; el genio es una especie de personificación del Espíritu: se lo representa con una forma determinada más o menos semejante a la forma humana, pero vaporosa e impalpable, ya sea visible o invisible. Los genios son los Espíritus en sus relaciones con los hombres, influyendo sobre ellos por un poder oculto superior.

GENIO FAMILIAR (génie familier). Véase Espíritu familiar (Esprit familier).

GNOMOS (gnomes) [del griego gnômon: conocedor, hábil, compuesto de gnosko: conocer]: genios inteligentes que se supone que habitan en el interior de la Tierra. Por las cualidades que se les atribuyen, pertenecen al orden de los Espíritus imperfectos y a la clase de los Espíritus ligeros.

GOLPEADOR (frappeur). Véase Espíritus Golpeadores (Esprits frappeurs)

H

HADAS (fées) [del latín fata]. Según la creencia vulgar las hadas son seres semimateriales dotados de un poder sobrehumano; son buenas o malas, protectoras o dañinas; pueden a voluntad volverse visibles o invisibles y tomar todo tipo de formas. En la Edad Media y entre los pueblos modernos las hadas han sucedido a las divinidades subalternas de los Antiguos. Si se despoja su historia de lo maravilloso que le ha sido atribuido por la imaginación de los poetas y por la credulidad popular, se encuentran en ella todas las manifestaciones espíritas de que somos testigos y que se han producido en todas las épocas: es indiscutiblemente a hechos de este género que esta creencia debe su origen. En las hadas que son consideradas presidiendo el nacimiento de un niño, siguiéndolo en el curso de su vida, se reconocen sin dificultad a los Espíritus o genios familiares. Sus inclinaciones más o menos buenas – y que son siempre el reflejo de las pasiones humanas – colocan a las hadas, naturalmente, en la categoría de los Espíritus inferiores o poco adelantados. (Véase Politeísmo [Polythéisme].)


HAMADRÍADES (hamadryades) [del griego ama: junto, y drûs: encina. Dríade, de drûs: encina]. Ninfa de los bosques según la mitología pagana. Las dríades eran ninfas inmortales que presidían a los árboles en general y que podían vagar en libertad alrededor de los que les estaban particularmente consagrados. La hamadríade no era, de modo alguno, inmortal: nacía y moría con el árbol cuya guarda se le había confiado y al que nunca podía dejar. Hoy no cabe duda que la idea de las dríades y las hamadríades tiene su origen en manifestaciones análogas a las que nosotros somos testigos. Los Antiguos, que veían poesía en todo, han divinizado a las inteligencias ocultas que se manifiestan en la propia sustancia de los cuerpos; para nosotros, no son sino Espíritus golpeadores.


HECHICEROS (sorciers) [del latín sors, sortis: destino]. Primitivamente se decía de los individuos que eran considerados capaces de conocer el destino y, por extensión, de todos aquellos a quienes se atribuía un poder sobrenatural. Los extraños fenómenos que se producen bajo la influencia de ciertos médiums prueban que el poder atribuido a los hechiceros se basa en una realidad, pero de la cual el charlatanismo ha abusado, como abusa de todo. Si en nuestro siglo esclarecido hay personas que todavía adjudican esos fenómenos al demonio, con mayor razón debieron creerlo en los tiempos de ignorancia; de ahí resultó que los individuos que poseían – incluso sin saberlo – algunas de las facultades de nuestros médiums, hayan sido condenados a la hoguera.


I

IDEAS INNATAS (idées innées). Ideas o conocimientos no adquiridos, que traemos al nacer. Durante mucho tiempo se ha discutido acerca de las ideas innatas, cuya existencia combatieron ciertos filósofos que pretendían que todas las ideas eran adquiridas. Si así fuese, ¿cómo explicar ciertas predisposiciones naturales que a menudo se revelan desde la más tierna edad e independientemente de toda enseñanza? Los fenómenos espíritas derraman muchas luces sobre esta cuestión. La experiencia no deja hoy ninguna duda acerca de ese tipo de ideas que encuentran su explicación en la sucesión de las existencias. Los conocimientos adquiridos por el Espíritu en las existencias anteriores se reflejan en las existencias posteriores: por eso son llamadas de ideas innatas.

ILUMINADO (illuminé). Calificación dada a ciertos individuos que se creen iluminados por Dios de una manera particular y a los que generalmente se considera como visionarios o desequilibrados; se dice: «La secta de los iluminados». Con esta denominación se ha confundido a todos aquellos que reciben comunicaciones inteligentes y espontáneas por parte de los Espíritus. Si en ese número se han encontrado a hombres sobreexcitados por una imaginación exaltada, en la actualidad se sabe distinguir la parte real de la imaginaria.

INFIERNO (enfer) [del latín inferna, compuesto de infernus: inferior, que está abajo, por debajo; sobreentendiéndose locus: lugar, lugar inferior]. Así llamado porque los Antiguos lo creían ubicado en las entrañas de la Tierra. En plural se usa casi solamente en lenguaje poético o al hablar de los lugares subterráneos, adonde – según los paganos – iban las almas después de la muerte. Los Infiernos comprendían dos partes: los Campos Elíseos, morada encantada de los hombres de bien, y el Tártaro, lugar donde los malos sufrían el castigo de sus crímenes por medio del fuego y de las torturas eternas. La creencia relativa a la posición subterránea de los Espíritus sobrevivió al paganismo. Según la Iglesia Católica, Jesús descendió a los Infiernos, donde las almas de los justos esperaban su llegada en los Limbos. Las almas de los malos serán precipitadas a los Infiernos. El significado de esta palabra se ha restringido hoy al de morada de los réprobos; pero como el progreso de las Ciencias geológicas y astronómicas nos ha esclarecido sobre la estructura del globo terrestre y acerca de su verdadera posición en el espacio, el Infierno ha sido desterrado de su seno y en la actualidad no se le asigna ningún lugar determinado. En su estado de ignorancia, el hombre es incapaz de captar las abstracciones y de abarcar las generalidades; no concibe nada que no esté localizado y circunscrito. Materializa las cosas inmateriales y llega hasta rebajar la Majestad Divina. Pero a medida en que el progreso de las Ciencias positivas va esclareciéndolo, reconoce sus errores; sus ideas, que eran mezquinas y estrechas, se amplían, y el horizonte del infinito se extiende ante sus ojos. Es por eso que, según la Doctrina Espírita, las penas del Más Allá no pueden ser sino morales y son inherentes a la naturaleza impura e imperfecta de los Espíritus inferiores. No existe un infierno localizado, en el sentido vulgar que se da a esa palabra; cada uno lo lleva en sí mismo a través de los sufrimientos que padece y que no dejan de ser menos punzantes por el hecho de que no sean físicos. El Infierno está en todas partes donde haya Espíritus imperfectos. (Véanse Campos Elíseos [ChampsElysées], Tártaro [Tartare], Paraíso [Paradis], Fuego eterno [Feu éternel], Penas eternas [Peines éternelles].)

INSTINTO (instinct). Especie de inteligencia rudimentaria que dirige a los seres vivos en sus acciones, sin intervención de su voluntad y en interés de su conservación. El instinto se vuelve inteligencia cuando hay deliberación. Por el instinto se actúa sin razonar; por la inteligencia se razona antes de obrar. En el hombre se suelen confundir las ideas instintivas con las ideas intuitivas. Estas últimas son las que ha adquirido, ya sea en estado de Espíritu o en existencias anteriores, y de las cuales conserva un vago recuerdo.

INTELIGENCIA (intelligence). Facultad de concebir, de comprender y de razonar. Sería injusto negar que en los animales haya una especie de inteligencia y creer que no hacen sino seguir maquinalmente el ciego impulso del instinto. La observación demuestra que en muchos casos ellos obran con un propósito deliberado y según las circunstancias; pero esta inteligencia, por más admirable que sea, está siempre limitada a la satisfacción de sus necesidades materiales, mientras que la del hombre le permite elevarse por encima de la condición humana. La línea demarcatoria entre los animales y el hombre es trazada por el conocimiento que a este último le es dado tener acerca del Ser Supremo. (Véase Instinto [Instinct].)

INTUICIÓN (intuition). Véanse Instinto (Instinct), Ideas innatas (Idées innées).

INVISIBLE (invisible). Nombre con el cual ciertas personas designan a los Espíritus en sus manifestaciones. Esta denominación no nos parece acertada; en primer lugar, porque si bien la invisibilidad es para nosotros el estado normal de los Espíritus, se sabe que no es absoluta, puesto que ellos pueden aparecérsenos; en segundo lugar, esa calificación no tiene nada que caracterice esencialmente a los Espíritus: se aplica igualmente a todos los cuerpos inertes que no impresionan el sentido de la vista. La palabra Espíritu posee por sí misma un significado que revela la idea de un ser inteligente e incorpóreo. Inclusive notemos que al referirnos a un Espíritu determinado, como por ejemplo Fenelón, se dirá: Es el Espíritu Fenelón quien ha dicho tal o cual cosa, y no el invisible de Fenelón. Es siempre perjudicial para la claridad y pureza del lenguaje no dar a las palabras su propia acepción.

INVOCACIÓN (invocation) [del lat. in: en, y vocare: llamar]. EVOCACIÓN (évocation) [del latín vocare, y e o ex: de, fuera de]. Estas dos palabras de ninguna manera son sinónimos perfectos, aunque tengan la misma raíz vocare: llamar; es un error emplear la una por la otra. «Evocar es llamar, hacer venir hacia sí, hacer aparecer mediante ceremonias mágicas o encantamientos. Evocar almas, Espíritus, sombras. Los necromantes pretendían evocar las almas de los muertos» (Academia Francesa). Entre los Antiguos, evocar era hacer salir las almas de los Infiernos para que atendiesen al llamado. Invocar es llamar en sí o en nuestra ayuda a un poder superior o sobrenatural. Se invoca a Dios por la oración. En la religión católica se invoca a los Santos. Toda oración es una invocación. La invocación está en el pensamiento; la evocación está en el acto. En la invocación el ser al cual os dirigís os escucha; en la evocación él sale del lugar en que se encontraba para venir a vosotros y manifestar su presencia. La invocación sólo se dirige a los seres que suponemos lo bastante elevados como para asistirnos; en cambio, se evoca a los Espíritus inferiores tanto como a los Espíritus superiores. «Moisés prohibió, bajo pena de muerte, evocar a las almas de los muertos, práctica sacrílega en uso entre los cananeos. El capítulo XXII del Segundo Libro de los Reyes habla de la evocación de la sombra de Samuel por la pitonisa». Como se ve, el arte de las evocaciones remonta a la más alta Antigüedad; se lo ha de encontrar en todas las épocas y entre todos los pueblos. Antaño, la evocación era acompañada de prácticas místicas, ya sea porque las considerasen necesarias o para ostentar el prestigio de un poder superior, lo que es más probable. Hoy en día se sabe que el poder de evocar no es de manera alguna un privilegio: pertenece a todo el mundo, y todas las ceremonias mágicas y cabalísticas no eran más que un vano aparato. Según los Antiguos, todas las almas evocadas, o se hallaban errantes o provenían de los Infiernos, que – como se sabe – comprendían los Campos Elíseos tanto como el Tártaro; esa expresión no tenía entonces ninguna interpretación negativa. En el lenguaje moderno, el significado de la palabra infierno (enfer) se ha restringido al de morada de los réprobos, de donde se sigue que a la idea de evocación se ha venido a agregar – para ciertas personas – la de Espíritus malos o de demonios. Pero esta creencia se desmorona a medida que se adquiere un conocimiento más profundo de los hechos; por ello es la menos extendida entre todos aquellos que creen en la realidad de las manifestaciones espíritas: no puede prevalecer frente a la experiencia y ante un razonamiento exento de prejuicios.



L


LARES (lares). Véanse Manes (Mânes), Penates (Pénates).

LIBRE ALBEDRÍO (libre arbitre). Libertad moral del hombre; facultad que posee de guiarse según su voluntad en el cumplimiento de sus actos. Los Espíritus nos enseñan que la alteración de las facultades mentales, por una causa accidental o natural, es el único caso en que el hombre se ve privado de su libre albedrío; fuera de esto, es siempre dueño de hacer o de no hacer. Goza de libertad en su estado de Espíritu y es en virtud de esta facultad que elige libremente la existencia y las pruebas que cree apropiadas a su adelanto; la conserva en su estado corporal para poder luchar contra esas mismas pruebas. Los Espíritus que enseñan esta doctrina no pueden ser Espíritus malos. (Véase Fatalidad [Fatalité].)

LUCIDEZ (lucidité), clarividencia (Clairvoyance). Facultad de ver sin el empleo de los órganos de la visión. Es una facultad inherente a la propia naturaleza del alma o Espíritu, y que reside en todo su ser; he aquí por qué – en todos los casos en que hay emancipación del alma – el hombre tiene percepciones independientes de los sentidos. En el estado corporal normal, la facultad de ver se halla limitada por los órganos materiales; una vez librada de este obstáculo, no queda más circunscrita y se extiende a todas partes donde el alma ejerza su acción: tal es la causa de la visión a distancia de que gozan ciertos sonámbulos. Éstos se ven en el mismo lugar que están observando, aunque dicho local se encuentre a miles de leguas, porque a pesar de que el cuerpo no se encuentra allí, el alma realmente lo está. Por lo tanto, se puede decir que el sonámbulo ve por medio de la luz del alma. La palabra clarividencia es más general; lucidez se dice más particularmente de la clarividencia sonambúlica. Un sonámbulo es más o menos lúcido, según sea más o menos completa la emancipación de su alma.


M

MAGIA, MAGO (magie, magicien) [del griego magos: juicioso, sabio, formado de mageia: conocimiento profundo de la Naturaleza, de donde se ha originado mage: sacerdote, sabio y filósofo entre los antiguos persas]. La magia, en su origen, era la ciencia de los sabios; todos los que conocían la astrología, que se jactaban de predecir el futuro y que hacían cosas extraordinarias e incomprensibles para el vulgo, eran magos o sabios que más tarde fueron llamados magos. El abuso y el charlatanismo han llevado al descrédito a la magia; pero todos los fenómenos que hoy reproducimos por el magnetismo, el sonambulismo y el Espiritismo prueban que la magia no era un arte puramente quimérico y que entre muchos absurdos había seguramente cosas muy reales. La vulgarización de esos fenómenos ha tenido por efecto destruir el prestigio de quienes los operaban antiguamente bajo el velo del secreto y abusaban de la credulidad al atribuirse un presunto poder sobrenatural. Gracias a esta vulgarización sabemos actualmente que no existe nada de sobrenatural en este mundo, y que ciertas cosas sólo parecían derogar las leyes de la Naturaleza porque su causa era desconocida.

MAGNETISMO ANIMAL (magnétisme animal) [del griego y del latín magnes: imán], así llamado por analogía con el magnetismo mineral. La experiencia ha demostrado que esta analogía no existe o que es sólo aparente, siendo por lo tanto inexacta esta denominación; pero como se ha consagrado por el uso universal y como además el epíteto que se le agrega no deja lugar a equívocos, habría más inconveniente que utilidad en cambiarle el nombre. Algunas personas lo sustituyen por la palabra mesmerismo (mesmérisme), pero hasta el presente no ha prevalecido dicha expresión. El magnetismo animal puede definirse así: acción recíproca de dos seres vivos por intermedio de un agente especial llamado fluido magnético (fluide magnétique).

MAGNETISTA, MAGNETIZADOR (magnétiste, magnetiseur). La primera palabra es empleada por algunas personas para designar a los adeptos del magnetismo, a los que creen en sus efectos. El magnetista es el teórico. El magnetizador es el práctico, el que aplica el magnetismo. Se puede ser magnetista sin ser magnetizador, pero no se puede ser magnetizador sin ser magnetista. Esta distinción nos parece útil y lógica.

MANES (mânes) [del latín manere: permanecer, según algunos; de manes, manium, formado de manus: bueno, según otros]. En la mitología romana y etrusca los manes eran las almas o las sombras de los muertos. Los Antiguos tenían un gran respeto por los manes de sus antepasados, a los que creían apaciguar por medio de sacrificios. Eran representados con la forma humana, pero vaporosa e invisible, rondando sus tumbas o sus viviendas y visitando a sus familiares. ¿Quién no reconocería en esos manes a los Espíritus, bajo la envoltura semimaterial del periespíritu, los cuales nos dicen – ellos mismos – estar entre nosotros con la forma que tenían cuando encarnados? (Véase Penates [Pénates].)

MANIFESTACIÓN (manifestation). Acto por el cual un Espíritu revela su presencia. Las manifestaciones son: Ocultas (Occultes): cuando no tienen nada de ostensible y el Espíritu se limita a obrar sobre el pensamiento. Patentes (Patentes): cuando son apreciables por medio de los sentidos. Físicas (Physiques): cuando se traducen en fenómenos materiales, tales como ruidos, movimientos y desplazamientos de objetos. Inteligentes (Intelligentes): cuando revelan un pensamiento [véase Comunicación (Communication)]. Espontáneas (Spontanées): cuando son independientes de la voluntad y tienen lugar sin que ningún Espíritu haya sido llamado. Provocadas (Provoquées): cuando son el efecto de la voluntad, del deseo o de una evocación determinada. Aparentes (Apparentes): cuando el Espíritu se vuelve visible (véase Aparición [Apparition]).

MATERIALISMO (matérialisme). Sistema de los que piensan que en el hombre todo es materia y que, de esta manera, nada sobrevive en él después de la destrucción del cuerpo. Nos parece inútil refutar esta opinión que, además, es personal en algunos individuos y en ninguna parte se ha erigido en doctrina. Si se puede demostrar la existencia del alma mediante el razonamiento, las manifestaciones espíritas son de ella una prueba patente; a través de las manifestaciones asistimos, de cierto modo, a todas las peripecias de la vida del Más Allá. El materialismo, que sólo se basa en una negación, no puede resistir a la evidencia de los hechos. Por eso que la Doctrina Espírita triunfa tantas veces sobre aquellos mismos que habían resistido a todos los otros argumentos. Su divulgación es el medio más poderoso para extirpar esa plaga de las sociedades civilizadas.

MÉDIUM (médium) [del latín medium: medio, intermediario]. Persona accesible a la influencia de los Espíritus y dotado, en mayor o en menor medida, de la facultad de recibir y de transmitir sus comunicaciones. Para los Espíritus, el médium es un intermediario; es un agente o un instrumento más o menos cómodo, según la naturaleza o el grado de su facultad mediadora. Esta facultad depende de una disposición orgánica especial, susceptible de desarrollo. Se distinguen diversas variedades de médiums, según su aptitud particular para tal o cual modo de transmisión o para ese o aquel género de comunicación.

MÉDIUMS DE EFECTOS FÍSICOS (médiums à influences physiques). Los que tienen el poder de provocar manifestaciones ostensibles. Comprenden las siguientes variedades: Médiums motores (Médiums moteurs): los que provocan el movimiento y el desplazamiento de objetos. Médiums tiptólogos (Médiums typteurs): los que provocan ruidos y golpes. Médiums de apariciones (Médiums appariteurs): los que provocan apariciones (véase Aparición [Apparition]). Entre los médiums de efectos físicos se distinguen: los Médiums naturales (Médiums naturels): son aquellos que producen los fenómenos espontáneamente y sin ninguna participación de su voluntad. Los Médiums facultativos (Médiums facultatifs): son los que tienen el poder de provocar los fenómenos por un acto de su voluntad.

MÉDIUMS DE EFECTOS INTELECTUALES (médiums à influences morales). Los que son más especialmente apropiados para recibir y transmitir comunicaciones inteligentes. Se los distingue según su aptitud especial: Médiums escribientes o psicógrafos (Médiums écrivains ou psychographes): los que tienen la facultad de escribir bajo la influencia de los Espíritus (véase Psicografía [Psychographie]). Médiums pneumatógrafos (Médiums pneumatographes): los que tienen la facultad de obtener la escritura directa de los Espíritus (véase Pneumatografía [Pneumatographie]). Médiums dibujantes (Médiums dessinateurs): los que dibujan bajo la influencia de los Espíritus. Médiums músicos (Médiums musiciens): los que ejecutan, componen o escriben música bajo la influencia de los Espíritus. Médiums parlantes (Médiums parlants): transmiten a través de la palabra lo que los médiums escribientes transmiten a través de la escritura. Médiums excitadores (Médiums communicateurs): personas que, por su propia influencia, tienen el poder de desarrollar en los otros la facultad de escribir, sean o no ellas mismas médiums escribientes. Médiums inspirados (Médiums inspirés): personas que, ya sea en estado normal o en estado de éxtasis, reciben por el pensamiento comunicaciones ocultas y extrañas a sus propias ideas. Médiums de presentimientos (Médiums à pressentiments): personas que, en cierta circunstancia, tienen una vaga intuición de las cosas futuras. 
Médiums videntes (Médiums voyants): personas que tienen la facultad de la segunda vista, o la de ver a los Espíritus (véase Vista [Vue]). Médiums sensitivos o impresionables (Médiums sensitifs ou impressibles): personas capaces de sentir la presencia de los Espíritus mediante una vaga impresión de la que no pueden darse cuenta. Esta variedad no tiene un carácter bien delimitado: todos los médiums son necesariamente impresionables; la impresionabilidad es más bien una cualidad general que particular; es la facultad rudimentaria indispensable al desarrollo de todas las otras. Difiere de la impresionabilidad puramente física y nerviosa, con la cual es necesario no confundirla. Observación – Algunas personas emplean la palabra media como plural de médium, de la misma forma que se hace con el vocablo errata. No vemos ninguna ventaja en multiplicar sin necesidad las excepciones, ya tan numerosas en nuestra lengua. Todos los gramáticos están hoy de acuerdo en agregar a la mayoría de las palabras extranjeras, incorporadas al lenguaje usual, el signo del plural. Además, varias palabras con terminación latina se encuentran en este caso: se dice muséums, fáctums, pénsums, memorándums, etc. ¿Por qué no decir médiums? Decir media sería una especie de afectación pedante.

METEMPSICOSIS (métempsychose) [del griego meta: cambio, en: en, y psukê: alma]. Transmigración del alma de un cuerpo al otro. «El dogma de la metempsicosis es de origen hindú. Esta creencia pasó de la India a Egipto, de donde más tarde Pitágoras la importó a Grecia. Los discípulos de este filósofo enseñan que el Espíritu, cuando se ha liberado de los lazos del cuerpo, va al imperio de los muertos a esperar, en un estado intermediario de duración más o menos prolongada, el momento oportuno para animar otros cuerpos de hombres o de animales, hasta que se cumpla el tiempo de su purificación y de su regreso a la fuente de la vida». Como se ve, el dogma de la metempsicosis se basa en la individualidad y en la inmortalidad del alma; volvemos a encontrar en él a la Doctrina de los Espíritus sobre la reencarnación. Ese estado intermediario de duración más o menos prolongada entre las diferentes existencias no es otra cosa que el estado errante en el cual se encuentran los Espíritus entre dos encarnaciones. Pero hay entre la metempsicosis hindú y la doctrina de la reencarnación – tal como se nos enseña hoy en día – una diferencia capital: la de que la primera admite la transmigración del alma a cuerpos de animales, lo que sería una degradación; esta transmigración sólo se operaría en la Tierra. Al contrario, los Espíritus nos dicen que la reencarnación es un progreso incesante; que el hombre es una creación aparte, cuya alma no tiene nada en común con el principio vital de los animales y que, por una ley progresiva, las diferentes existencias pueden cumplirse en la Tierra o en un mundo de orden superior. Y esto, como lo ha dicho Pitágoras, «hasta que se cumpla el tiempo de su purificación».

MITOLOGÍA (mythologie) [del griego muthos: fábula, y logos: discurso]. Historia fabulosa de las divinidades paganas. Se incluye igualmente bajo este nombre la historia de todos los seres extrahumanos que, con diversas denominaciones, han sucedido a los dioses paganos en la Edad Media. Así tenemos la mitología escandinava, teutónica, céltica, escocesa, irlandesa, etc.

MUERTE (mort). Aniquilación de las fuerzas vitales del cuerpo por agotamiento de sus órganos. Al estar el cuerpo privado del principio de la vida orgánica, el alma se desprende de él y entra en el mundo de los Espíritus.

MUNDO CORPORAL (monde corporel). Conjunto de seres inteligentes que tienen un cuerpo material.

MUNDO ESPÍRITA O MUNDO DE LOS ESPÍRITUS (monde spirite ou monde des Esprits). Conjunto de seres inteligentes despojados de su envoltura corporal. El mundo espírita es el mundo normal, primitivo, preexistente y sobreviviente a todo. Para los Espíritus, el estado corporal no es más que transitorio y pasajero. Ellos cambian de envoltura como nosotros cambiamos de vestimenta; dejan la que está gastada, así como nosotros dejamos una ropa vieja.


P

PARAÍSO (paradis) [del griego paradeizos: jardín, vergel]. Morada de los bienaventurados. Los Antiguos lo ubicaban en la parte de los Infiernos llamada Campos Elíseos (véase Infierno). Los pueblos modernos lo sitúan en las regiones elevadas del espacio. Aquella palabra es sinónimo de cielo (ciel), tomada en la misma acepción, con la diferencia de que el vocablo cielo se vincula con una idea de beatitud infinita, mientras que el término paraíso es más circunscrito y recuerda goces un poco más materiales. Aún se dice: «subir al cielo», «descender al infierno». Estas opiniones se basan en la creencia primitiva – fruto de la ignorancia – de que el Universo estaría formado de esferas concéntricas, en cuyo centro se hallaría la Tierra. En estas esferas denominadas cielos, es donde han sido colocadas las moradas de los justos; de ahí las expresiones de «quinto y sexto cielos» para designar los diversos grados de beatitud. Pero, desde entonces, la Ciencia ha dirigido su mirada investigadora hacia las profundidades etéreas y nos muestra el espacio universal sin límites, poblado de un número infinito de globos, entre los cuales se encuentra el nuestro, al cual ningún lugar de distinción le ha sido asignado y sin que exista para él arriba o abajo. Al observar el sabio – allí donde le habían indicado el Cielo – el espacio infinito y los innumerables mundos por todas partes, y al no encontrar el Infierno en las entrañas de la Tierra sino las capas geológicas en que está inscrita su formación en caracteres irrefutables, comenzó a dudar del Cielo y del Infierno, y de ahí a la duda absoluta no había más que un paso. La Doctrina enseñada por los Espíritus superiores está de acuerdo con la Ciencia.
Nada contiene que repugne a la razón o que esté en contradicción con los conocimientos exactos. Esa Doctrina nos muestra la morada de los Buenos, no más en un lugar cerrado o en las supuestas esferas con que la ignorancia había rodeado a nuestro globo, sino en todas partes donde haya Espíritus buenos: en el espacio para los que están errantes, y en los mundos más perfectos para los que están encarnados. He aquí el Paraíso Terrestre y los Campos Elíseos, cuya primera idea proviene del conocimiento intuitivo que había sido dado al hombre sobre ese estado de cosas, y que su ignorancia y sus prejuicios han reducido a mezquinas proporciones. Ella nos muestra a los malos encontrando el castigo de sus faltas en su propia imperfección, en sus sufrimientos morales, en la inevitable presencia de sus víctimas, castigos más terribles que las torturas físicas incompatibles con la doctrina de la inmaterialidad del alma; los muestra expiando sus errores mediante las tribulaciones de nuevas existencias corporales, que cumplen en mundos imperfectos y no en un lugar de eternos suplicios de donde la esperanza haya sido desterrada para siempre. He aquí el Infierno. ¡Cuántos hombres nos han dicho: Si nos hubieran enseñado esto en nuestra infancia, jamás habríamos dudado! La experiencia nos enseña que los Espíritus que no están suficientemente desmaterializados se encuentran todavía bajo el imperio de las ideas y de los prejuicios de la existencia corporal; los que en sus comunicaciones tienen un lenguaje conforme a ideas que han sido demostradas materialmente erróneas, prueban por esto mismo su ignorancia y su inferioridad.

PENAS ETERNAS (peines éternelles). Los Espíritus superiores nos enseñan que sólo el bien es eterno, porque es la esencia de Dios, y que el mal tendrá un fin. En consecuencia de este principio combaten la doctrina de la eternidad de las penas como contraria a la idea que Dios nos da de su justicia y de su bondad. Pero la luz no se hace para los Espíritus sino en razón de su elevación; en las clases inferiores sus ideas aún se encuentran oscurecidas por la materia; para ellos, el futuro está cubierto por un velo: no ven más que el presente. Están en la posición de un hombre que escala una montaña; en el fondo del valle, la niebla y las curvas del camino limitan su visión: le es preciso llegar a la cima para abarcar todo el horizonte, para evaluar su recorrido y lo que le queda por hacer. Al no percibir el término de sus sufrimientos, los Espíritus imperfectos creen que siempre han de sufrir, y este pensamiento es en sí mismo un castigo para ellos. Por lo tanto, si ciertos Espíritus nos hablan de penas eternas es porque creen en ellas, debido a su inferioridad.

PENATES (Pénates) [del latín penitus: interior, que está dentro; formado de penus: lugar retirado, oculto]: dioses domésticos de los Antiguos, así denominados porque se los colocaba en el lugar más retirado de la casa.–LARES (Lares) [del nombre de la ninfa Lara, ya que se los creía hijos de esta ninfa y de Mercurio]: eran, así como los penates, dioses o genios domésticos, con la diferencia de que en su origen los penates eran los manes (Mânes) de los antepasados, cuyas imágenes se guardaban en un lugar secreto, al abrigo de la profanación. Los lares – genios benéficos, protectores de las familias y de las casas – eran considerados como hereditarios, porque una vez vinculados a una familia continuaban protegiendo a sus descendientes. No sólo cada familia y cada casa tenían sus propios lares, sino que los había también para las ciudades, aldeas, calles, edificios públicos, etc., los cuales se ponían bajo la protección de estos o de aquellos lares, como entre los cristianos lo hacen bajo tal o cual santo patrono. Los lares y los penates, cuyo culto se puede decir que era universal – aunque con nombres diferentes –, no eran otros que los Espíritus familiares, cuya existencia hoy nos es revelada; pero los Antiguos hacían de ellos dioses a los cuales la superstición erigía altares, mientras que para nosotros son simplemente Espíritus que han animado a hombres semejantes a los nuestros, a veces parientes y amigos, y que se vinculan a nosotros por simpatía. (Véase Politeísmo [Polythéisme].)

PERIESPÍRITU (périsprit) [del griego peri: alrededor, y del latín spiritus: espíritu]. Envoltura semimaterial del Espíritu, después de su separación del cuerpo. El Espíritu la extrae del mundo en que se encuentra y la cambia al pasar de un globo al otro; es más o menos sutil o grosera, según la naturaleza de cada mundo. El periespíritu puede tomar todas las formas, a voluntad del Espíritu; comúnmente adopta la imagen que tenía en su última existencia corporal. Aunque de naturaleza etérea, la sustancia del periespíritu es capaz de recibir ciertas modificaciones que la vuelven perceptible a nuestra vista; es esto lo que sucede en las apariciones. Incluso puede – por su unión con el fluido de ciertas personas – hacerse temporalmente tangible, es decir, ofrecer al tacto la resistencia de un cuerpo sólido, como se observa en las apariciones estereotitas o palpables. (Véase Aparición [Apparition].) La naturaleza íntima del periespíritu todavía no es conocida; pero se podría suponer que la materia del cuerpo está compuesta de una parte sólida y grosera y de otra sutil y etérea; que sólo la primera sufre la descomposición producida por la muerte, mientras que la segunda persiste y sigue al Espíritu. De esta manera, el Espíritu tendría doble envoltura; la muerte lo despojaría solamente de la más grosera; la segunda – que es el periespíritu – sería el molde y la forma de la primera, como si fuese una especie de sombra. Pero su naturaleza esencialmente vaporosa permitiría al Espíritu modificar esta forma a voluntad, volviéndola visible o invisible, palpable o impalpable. El periespíritu representa para el Espíritu lo que el perispermo representa para el germen del fruto. La almendra, despojada de su envoltura leñosa, contiene el germen bajo la delicada envoltura del perispermo.

PITIA, PITONISA (pythie, pythonisse). Sacerdotisa de Apolo Pitio, en Delfos, que recibía este nombre por la serpiente Pitón que Apolo había matado. La Pitia pronunciaba los oráculos, pero como éstos no siempre eran inteligibles, los sacerdotes se encargaban de interpretarlos según las circunstancias. (Véase Sibila [Sibylle].)

PLEGARIA (prière). La plegaria es una invocación y, en ciertos casos, una evocación por la cual se llama hacia sí tal o cual Espíritu. Cuando la oración se dirige a Dios, Él nos envía sus mensajeros: los Espíritus buenos. La plegaria no puede derogar los decretos de la Providencia; pero por medio de ella los Espíritus buenos pueden venir en nuestra ayuda, ya sea para darnos la fuerza moral que nos falta o para sugerirnos los pensamientos necesarios: de aquí proviene el alivio que uno siente cuando ha orado con fervor. De ahí procede también el alivio que experimentan los Espíritus en sufrimiento cuando oramos por ellos; estos mismos piden las plegarias en la forma que les es más familiar y que está más en relación con las ideas que han conservado de su existencia corporal. Pero la razón nos dice – de acuerdo con los Espíritus – que la oración que solamente sale de los labios es una vana fórmula si el corazón no toma en ella parte alguna.

PNEUMATOFONÍA (pneumatophonie) [de pneuma, y de phoné: sonido o voz]. Comunicación verbal y directa de los Espíritus sin el concurso de los órganos vocales. Sonido o voz que ellos hacen escuchar en el aire y que parece resonar en nuestros oídos. Observación – Nosotros no empleamos la palabra pneumatología (pneumatologie) porque ya tiene una acepción científica determinada, y porque esta palabra sería impropia, ya que se trata de sonidos vagos no articulados.

PNEUMATOGRAFÍA (pneumatographie) [del griego pneuma: aire, soplo, viento, espíritu, y grapho: yo escribo]. Escritura directa de los Espíritus sin el empleo de la mano de un médium. (Véase Psicografía [Psychographie].)

POLITEÍSMO (polythéisme) [del griego polus: muchos, y théos: Dios]. Religión que admite muchos dioses. Entre los pueblos antiguos la palabra dios suscitaba la idea de poder; para ellos, todo poder superior a lo común era un dios: hasta los hombres que habían hecho grandes cosas se convertían en dioses para los pueblos antiguos. Al manifestarse los Espíritus por efectos que les parecían sobrenaturales, eran a sus ojos otras tantas divinidades, entre las que es imposible no reconocer a nuestros Espíritus de todos los grados, desde los Espíritus golpeadores hasta los Espíritus superiores. En los dioses de forma humana, que se transportaban a través del espacio cambiando de forma y volviéndose visibles e invisibles a voluntad, identificamos todas las propiedades del periespíritu. En las pasiones que se les atribuía reconocemos a los Espíritus aún no desmaterializados. En los manes, lares y penates identificamos a nuestros Espíritus familiares, nuestros genios tutelares. Por lo tanto, el conocimiento de las manifestaciones espíritas es la fuente del politeísmo; pero desde la más remota Antigüedad, los hombres esclarecidos habían formado juicio sobre esos supuestos dioses en su justo valor, reconociendo en ellos a las criaturas de un Dios Supremo, soberano Señor del mundo. El Cristianismo, al confirmar la doctrina de la unidad de Dios y al esclarecer a los hombres con la sublime moral del Evangelio, ha marcado una nueva era en la marcha progresiva de la humanidad. Sin embargo, como los Espíritus no cesaban de manifestarse, los hombres hicieron de ellos genios y hadas, en lugar de dioses.

POSEÍDO, POSESO (possédé). Según la idea vinculada a esta palabra, poseído es aquel en quien el demonio ha tomado posesión. El demonio lo posee significa: el demonio se ha apoderado de su cuerpo. (Véase Demonio [Démon].) Al tomar el vocablo demonio, no en su acepción vulgar, sino en el sentido de Espíritu malo, Espíritu impuro, Espíritu malévolo, Espíritu imperfecto, quedaría por saber si un Espíritu de esta naturaleza – o de cualquier otra – puede alojarse en el cuerpo de un hombre, conjuntamente con el Espíritu que está en él encarnado, o si puede reemplazarlo. En este último caso, se podría preguntar qué pasaría con el alma que ha sido expulsada. La Doctrina Espírita dice que el Espíritu unido al cuerpo solamente puede ser separado del mismo por la muerte; que otro Espíritu no puede meterse en su lugar ni unirse al cuerpo simultáneamente con aquél. Pero la Doctrina también enseña que un Espíritu imperfecto puede vincularse a un Espíritu encarnado y someterlo, dominando su pensamiento y obligándolo a hacer tal o cual cosa, o a obrar en tal o cual sentido, si no tiene la fuerza necesaria para oponerle resistencia. Lo constriñe, por así decirlo, bajo su influencia.
De este modo, no hay posesión en el sentido absoluto de la palabra, sino subyugación. No se trata de manera alguna de desalojar a un Espíritu malo, sino – para servirnos de una comparación material – de hacerle soltar la presa, lo que siempre se puede conseguir si se lo quiere seriamente; pero hay personas que se complacen en una dependencia que halaga sus gustos y sus deseos. La superstición vulgar atribuye a la posesión del demonio ciertas enfermedades que no tienen otra causa que una alteración orgánica. Esta creencia estaba muy difundida entre los judíos; para ellos, curar esas enfermedades era expulsar a los demonios. Sea cual fuere la causa de la enfermedad, con tal que se consiga su curación, no disminuye en nada el poder de quien la efectúa. Jesús y sus discípulos podían, pues, decir que expulsaban a los demonios, sirviéndose del lenguaje usual. De haber hablado de otro modo no les habrían comprendido, y quizás tampoco les creyesen. Una cosa puede ser verdadera o falsa según el sentido que se dé a las palabras. Las mayores verdades pueden parecer absurdas cuando sólo la forma es tenida en cuenta.

PRUEBAS (épreuves). Vicisitudes de la vida corporal mediante las cuales los Espíritus se depuran, según la manera de enfrentarlas. De acuerdo con la Doctrina Espírita, el Espíritu desprendido del cuerpo, al reconocer su imperfección, elige por sí mismo – por un acto de su libre albedrío – el género de pruebas que cree más adecuado para su adelanto y que ha de enfrentar en una nueva existencia. Si ha elegido una prueba que está por encima de sus fuerzas, sucumbe y retarda su adelanto.

PSICOFONÍA (psychophonie) [del griego psuké: alma, y phonê: sonido o voz]. Transmisión del pensamiento de los Espíritus por medio de la voz de un médium parlante.

PSICOGRAFÍA (psychographie) [del griego psuké: mariposa, alma, y grapho: yo escribo]. Transmisión del pensamiento de los Espíritus por medio de la escritura trazada por la mano de un médium. En el médium escribiente la mano es el instrumento, pero su alma – o Espíritu en él encarnado – es el intermediario o intérprete del Espíritu ajeno que se comunica; en la pneumatografía, es el propio Espíritu ajeno que escribe sin intermediario. (Véase Pneumatografía [Pneumatographie].) La psicografía inmediata o directa (psychographie immédiate ou directe) es cuando el propio médium toma el lápiz y escribe como si lo hiciese habitualmente. La psicografía mediata o indirecta (psychographie médiate ou indirecte) es cuando el lápiz es adaptado a un objeto cualquiera que, de cierto modo, sirve como apéndice de la mano, como una cestita, una tablita, etc.

PSICOLOGÍA (psychologie). Disertación sobre el alma; ciencia que trata de la naturaleza del alma. Esta palabra sería para el médium parlante lo que la psicografía es para el médium escribiente, es decir, la transmisión del pensamiento de los Espíritus por medio de la voz de un médium; pero como el vocablo psicología ya posee una acepción consagrada y bien definida, no conviene darle otra. (Véase Psicofonía [Psychophonie].)

PUREZA ABSOLUTA (pureté absolue). Estado de los Espíritus del primer orden o Espíritus puros; los que han recorrido todos los grados de la escala y que no tienen más necesidad de reencarnarse.

PURGATORIO (purgatoire) [del latín purgatorium, formado de purgare: purgar, cuya raíz purus: puro, se deriva del griego pyr, pyros: fuego, antiguo emblema de la purificación]. Según la Iglesia Católica, lugar de expiación temporaria para las almas que tienen aún que purificarse de algunas manchas. De modo alguno la Iglesia ha definido de manera precisa el lugar donde se encuentra el Purgatorio; lo ubica en todas partes, en el espacio y quizás a nuestro lado. Tampoco explica con claridad la naturaleza de las penas que en él se padecen; son sufrimientos más morales que físicos. Entretanto, dice que allí hay fuego, pero la más alta Teología reconoce que esa palabra debe tomarse en sentido figurado y como emblema de la purificación. La enseñanza de los Espíritus es mucho más explícita al respecto; es verdad que ellos rechazan el dogma de la eternidad de las penas (véanse Infierno [Enfer], Penas eternas [Peines éternelles]), pero admiten una expiación temporaria, más o menos prolongada, que – salvo el nombre – no es otra cosa sino el purgatorio. Esta expiación se cumple por medio de sufrimientos morales del alma en el estado errante; los Espíritus errantes están por todas partes: en el espacio, a nuestro lado, así como lo dice la Iglesia.
La Iglesia admite en el Purgatorio ciertas penas físicas; la Doctrina Espírita dice que el Espíritu se depura, se purga de sus impurezas en sus existencias corporales. Los sufrimientos y las tribulaciones de la vida son las expiaciones y las pruebas por las cuales se eleva; de esto resulta que aquí en la Tierra estamos en pleno purgatorio. Lo que la Doctrina Católica deja en la vaguedad, los Espíritus lo definen con precisión, haciendo conque lo toquemos con el dedo y lo observemos con los ojos. Los Espíritus que sufren pueden, pues, decir que están en el purgatorio, para servirse de nuestro lenguaje. Si, en razón de su inferioridad moral, no les es dado ver el término de sus sufrimientos, ellos dirán que están en el Infierno (véase Infierno [Enfer]). La Iglesia admite la eficacia de las oraciones para las almas del Purgatorio; los Espíritus nos dicen que por medio de la plegaria se atrae a los Espíritus buenos, quienes dan a los débiles la fuerza moral que les hace falta para soportar sus pruebas. Por lo tanto, los Espíritus que sufren pueden pedir a través de la oración, sin que haya en esto contradicción con la Doctrina Espírita.
Ahora bien, de acuerdo con lo que sabemos de los diferentes grados de los Espíritus, comprendemos que pueden proferirlas según la forma que les era familiar cuando encarnados (véase Plegaria [Prière]). La Iglesia sólo admite una única existencia corporal, después de la cual el destino del hombre está irrevocablemente fijado para la eternidad. Los Espíritus nos dicen que una sola existencia, cuya duración – frecuentemente abreviada por accidentes – no es sino un punto en la eternidad, no es suficiente para que el alma se purifique completamente, y que Dios, en su justicia, de manera alguna condena sin remisión a aquel de quien a menudo no ha dependido instruirse convenientemente sobre el bien para ponerlo en práctica. La Doctrina de los Espíritus deja al alma la facultad de cumplir en una serie de existencias aquello que no ha podido realizar en una sola: he aquí la principal diferencia. Pero si examinamos con cuidado todos los principios dogmáticos y si separamos siempre lo que debe ser tomado en sentido figurado, no cabe duda de que desaparecerían muchas contradicciones aparentes.


R

REENCARNACIÓN (réincarnation). Regreso del Espíritu a la vida corporal. La reencarnación puede tener lugar inmediatamente después de la muerte o después de un lapso de tiempo más o menos prolongado, durante el cual el Espíritu se encuentra en el estado de erraticidad. Puede tener lugar en la Tierra o en otras esferas, pero siempre en un cuerpo humano y jamás en el de un animal. La reencarnación es progresiva o estacionaria: nunca retrógrada. En sus nuevas existencias corporales el Espíritu puede decaer en posición social, pero no como Espíritu; es decir, de señor puede pasar a ser criado, de príncipe a artesano, de rico a miserable, incluso progresando siempre en conocimientos y en moralidad. De esta manera, el criminal puede convertirse en un hombre de bien, pero el hombre de bien no puede transformarse en un criminal. Los Espíritus imperfectos, que están todavía bajo la influencia de la materia, no siempre tienen ideas completas acerca de la reencarnación; el modo en que la explican deja traslucir su ignorancia y sus prejuicios terrestres, más o menos como sucedería a un campesino a quien se preguntara si es la Tierra la que gira alrededor del Sol o éste alrededor de la Tierra.
Sólo tienen de sus existencias anteriores un recuerdo confuso y el porvenir es para ellos incierto. (Se sabe que el recuerdo de las existencias pasadas se va aclarando a medida que el Espíritu se depura.) Algunos hablan aún de las esferas concéntricas que rodearían a la Tierra y en las cuales el Espíritu – al elevarse gradualmente – llegaría al séptimo cielo, que es para ellos el apogeo de la perfección. Pero, incluso en medio de la diversidad de expresiones y de la rareza de las figuras, una observación atenta permite reconocer un pensamiento dominante: el de las pruebas sucesivas que el Espíritu debe enfrentar y el de los diversos grados que debe recorrer para alcanzar la perfección y la suprema felicidad. Frecuentemente las cosas nos parecen contradictorias por no haber sondado su sentido íntimo.


S

SATÁN, SATANÁS (Satan) [del hebreo chaitân: adversario, enemigo de Dios]. El jefe de los demonios. Este vocablo es sinónimo de diablo, con la diferencia de que este último término pertenece más que el primero al lenguaje familiar. Además, de acuerdo con la idea vinculada a esta palabra, Satán es un ser único: el genio del mal, el rival de Dios; diablo es un término más genérico que se aplica a todos los demonios. Solamente hay un Satanás, mientras que hay diversos diablos. Según la Doctrina Espírita, de ningún modo Satanás es un ser distinto, porque Dios no tiene rival que pueda luchar con Él de potencia a potencia. Satán es la personificación alegórica del mal y de todos los Espíritus malos. (Véanse Diablo [Diable], Demonio [Démon].)

SEMATOLOGÍA (sématologie) [del griego sema, semato: signo, y logos: discurso]. Transmisión del pensamiento de los Espíritus por medio de signos, tales como la producción de golpes y ruidos, el movimiento de objetos, etc. (Véase Tiptología [Typtologie].)

SERAFÍN (séraphin). Véase Ángel (Ange).

SIBILAS (sibylles) [del griego eólico sios: usado en vez de théos: Dios, y de léoulî: consejo, consejo divino]. Profetisas que pronunciaban oráculos y a quienes los Antiguos creían inspiradas por la Divinidad. Al dejar de lado el charlatanismo y la aparatosidad con que las rodeaban aquellos que las explotaban, se reconocen en las sibilas y en las pitonisas todas las facultades de los sonámbulos, de los extáticos y de ciertos médiums.

SÍLFIDES, SILFOS (sylphes, sylphides). Según la mitología de la Edad Media, los silfos eran los genios del aire, así como los gnomos eran los de la tierra y las ondinas los de las aguas. Se los representaba bajo una forma humana semivaporosa, con rasgos graciosos; las alas transparentes eran el emblema de la rapidez con la cual recorrían los espacios. Se les atribuía el poder de volverse visibles e invisibles según su voluntad; su carácter era dulce y afable. A. Martin expresa: «No dudéis de la multitud de silfos ligeros que tenéis a vuestras órdenes; continuamente ocupados en recoger vuestros pensamientos, apenas pronunciáis una palabra se apoderan de ella y van a repetirla en torno de vosotros. Su celeridad es tan grande que recorren mil pasos por segundo. Son los silfos de Paracelso y de Gabalis.» La creencia en los silfos tiene evidentemente su origen en las manifestaciones espíritas. Son Espíritus de un orden inferior, ligeros pero afables.

SOMNILOQUIA (somniloquie) [del latín somnus: sueño, y loqui: hablar]. Estado de emancipación del alma, intermediario entre el sueño y el sonambulismo natural. Los que hablan durante el sueño son somnílocuos.

SONAMBULISMO (somnambulisme) [del latín somnus: sueño, y ambulare: caminar, pasearse]. Estado de emancipación del alma más completo que el sueño. (Véase Sueños [Rêves].) El sueño es un sonambulismo imperfecto. En el sonambulismo la lucidez del alma, es decir, la facultad de ver – que es uno de los atributos de su naturaleza – está más desarrollada; el alma ve las cosas con mayor precisión y nitidez. El cuerpo puede obrar bajo el impulso de la voluntad del alma. El olvido absoluto en el momento de despertar es una de las señales características del verdadero sonambulismo, porque la independencia del alma con respecto al cuerpo es más completa que en el sueño.

SONAMBULISMO MAGNÉTICO (somnambulisme magnétique) o artificial. El que es provocado por la acción que una persona ejerce sobre otra mediante el fluido magnético que aplica en ella.

SONAMBULISMO NATURAL (somnambulisme naturel). El que es espontáneo, produciéndose sin provocación ni influencia de ningún agente exterior.

SUEÑO MAGNÉTICO (sommeil magnétique). Al obrar el fluido magnético sobre el sistema nervioso, produce en ciertas personas un efecto que se ha comparado con el sueño natural, pero que difiere esencialmente de éste en varios aspectos. La principal diferencia consiste en que, en ese estado, el pensamiento es enteramente libre, el individuo tiene una perfecta conciencia de sí mismo y el cuerpo puede actuar como en el estado normal, lo que demuestra que la causa fisiológica del sueño magnético no es la misma que la del sueño natural; pero el sueño natural es un estado transitorio que siempre precede al sueño magnético: el paso del uno al otro es un verdadero despertar del alma. Por esta razón, los que por primera vez son puestos en sonambulismo magnético casi siempre responden que no a esta pregunta: ¿Dormís? Y, en efecto, ya que ven y piensan libremente, para ellos lo que hacen no es dormir, en el sentido vulgar de la palabra.

SUEÑO NATURAL (sommeil naturel). Suspensión momentánea de la vida de relación; entorpecimiento de los sentidos durante el cual se interrumpen las relaciones del alma con el mundo exterior por medio de los órganos.

SUEÑOS (rêves). Efecto de la emancipación del alma al dormir el cuerpo. Cuando los sentidos están entorpecidos, los lazos que unen el cuerpo al alma se aflojan; ésta, al volverse más libre, recobra parcialmente sus facultades de Espíritu y entra más fácilmente en comunicación con los seres del mundo incorpóreo. Al despertar, el recuerdo que conserva de lo que ha visto en otros lugares y en otros mundos – o en sus existencias pasadas – constituye el sueño propiamente dicho. Pero como este recuerdo es sólo parcial, casi siempre incompleto y mezclado con recuerdos del estado de vigilia, de ello resulta que hay interrupciones en la serie de los hechos, lo que corta la ilación y produce esos conjuntos extraños que parecen no tener sentido, como si a un relato hubieran truncado aquí y allá trechos de líneas o de frases.

SUPERSTICIÓN (superstition). Por más absurda que sea una idea supersticiosa, casi siempre se basa en un hecho real, al que la ignorancia ha desnaturalizado, exagerado o falsamente interpretado. Sería un error creer que divulgar el conocimiento de las manifestaciones espíritas es propagar las supersticiones. Una de dos: o esos fenómenos son una quimera, o son reales. En el primer caso, sería razonable combatirlos; pero si existen, como lo ha demostrado la experiencia, nada ha de impedir que se produzcan. Como sería pueril declararse contra los hechos positivos, lo que es necesario combatir no son de manera alguna los hechos, sino la falsa interpretación que la ignorancia puede darles. Sin duda, en los siglos pasados, tales hechos han sido la fuente de una multitud de supersticiones, así como todos los fenómenos naturales cuya causa era desconocida; el progreso de las Ciencias positivas hace que poco a poco vayan desapareciendo parte de esas supersticiones. Cuando la ciencia espírita sea mejor conocida, hará desaparecer las restantes. Los adversarios del Espiritismo se apoyan en el peligro que dichos fenómenos presentan para la razón.
Todas las causas que pueden impresionar las imaginaciones débiles pueden producir la locura; ante todo, lo que es preciso hacer es curar el mal del miedo. Ahora bien, el medio de lograrlo no es exagerando el peligro, al hacer creer que todas esas manifestaciones son obra del diablo; los que propagan esta creencia con miras a fomentar el descrédito pierden completamente su objeto, primeramente porque asignar una causa cualquiera a los fenómenos espíritas es reconocer su existencia. En segundo lugar, porque al querer persuadir de que el diablo es su único agente, se afecta peligrosamente la moral de ciertos individuos. Como no pueden impedir que las manifestaciones se produzcan – incluso entre los que no quieren ocuparse de las mismas –, ellos solamente verán en su entorno y por todas partes diablos y demonios, hasta en los efectos más sencillos que han de confundir con manifestaciones: esto sí que puede alterar sus facultades mentales. Dar crédito a ese temor es propagar el mal del miedo, en vez de curarlo. He aquí el verdadero peligro, he aquí la superstición.


T

TAUMATURGO (thaumaturge) [del griego thauma, thaumatos: maravilla, y ergon: obra]. Hacedor de milagros: san Gregorio Taumaturgo. Algunas veces se dice, por escarnio, de aquellos que – con o sin razón – se jactan de tener el poder de producir fenómenos que están fuera de las leyes de la Naturaleza; en este sentido es que ciertas personas califican a Swedenborg de taumaturgo.

TELEGRAFÍA HUMANA (télégraphie humaine). Comunicación a distancia entre dos personas vivas que se evocan recíprocamente. Esta evocación provoca la emancipación del alma o Espíritu encarnado, que se manifiesta y que puede comunicar su pensamiento a través de la escritura o por cualquier otro medio. Los Espíritus nos dicen que la telegrafía humana será un día un medio usual de comunicación, cuando los hombres sean más morales, menos egoístas y menos apegados a las cosas materiales; a la espera de esto, sólo es un privilegio de las almas de élite.

TIPTOLOGÍA (typtologie) [del griego typto: golpe, y logos: discurso]. Comunicación inteligente de los Espíritus mediante la producción de golpes. Tiptología por movimiento (typtologie par mouvement): cuando los golpes son efectuados por cualquier objeto que se mueve, como por ejemplo una mesa que golpea con sus patas por medio de un movimiento basculante. Tiptología íntima o pasiva (typtologie intime ou passive): cuando los golpes se hacen escuchar en la propia sustancia de un objeto completamente inmóvil. Tiptología alfabética (typtologie alphabétique): cuando los golpes dados designan las letras del alfabeto que, reunidas, forman las palabras y las frases. Puede ser producida por los dos medios anteriores. La tiptología es un medio de comunicación muy imperfecto en razón de su lentitud, que no permite desarrollos tan extensos como los que pueden obtenerse a través de la psicografía o de la psicofonía. Véanse estas palabras.

TODO (El ...) universal, el gran todo (le tout universel, le grand tout). Según la opinión de ciertos filósofos, existiría un alma universal de la que cada uno de nosotros posee una parte. Por ocasión de la muerte, todas esas almas particulares vuelven a la fuente general sin conservar su individualidad, como las gotas de lluvia que se confunden en las aguas del océano. Esta fuente común es para ellos el gran todo, el todo universal. Esta doctrina causaría tanta desesperación como el Materialismo, porque si no hay individualidad después de la muerte, sería absolutamente como no existir. El Espiritismo es la prueba patente de lo contrario. Pero la idea del gran todo no implica necesariamente la de la fusión de los seres en uno solo. Un soldado que vuelve a su regimiento entra en un todo colectivo y no por ello deja de conservar su individualidad. Sucede lo mismo con las almas que entran en el mundo de los Espíritus, que para ellas es igualmente un todo colectivo: el todo universal. En este sentido es que debe entenderse esta expresión en el lenguaje de ciertos Espíritus.

TRANSMIGRACIÓN (transmigration). Véanse Reencarnación (Réincarnation), Metempsicosis (Métempsycose).

TRASGOS (Farfadets) [del latín fadus, fada: hada]. Espíritus traviesos; especie de duendes, más maliciosos que malos, pertenecientes a la clase de los Espíritus ligeros. (Véase Duende [Lutin].)


V

 VIDENTE (voyant, voyante). Persona dotada de la segunda vista. Algunos designan con este nombre a los sonámbulos magnéticos para caracterizar mejor su lucidez. En esta última acepción, esa palabra no expresa mucho más que el término invisible aplicado a los Espíritus: tiene el inconveniente de no ser específico para el estado sonambúlico. Cuando se tiene un vocablo para expresar una idea, es superfluo crear otro. Sobre todo, es necesario tener cuidado para no dar a las palabras otra acepción que aquella que les ha sido consagrada.

VISIÓN (vision). Véase Aparición (Apparition).

VISIONARIO (visionnaire). «El que falsamente cree tener visiones o revelaciones; en sentido figurado, el que tiene ideas locas y quiméricas» (Academia Francesa). Esta palabra convendría perfectamente para designar a las personas dotadas de segunda vista, y que tienen visiones reales, si no fuera porque el uso ya ha consagrado para este vocablo una connotación negativa. Sin embargo, la necesidad de una palabra especial para designar esas personas es evidente. (Véase Vidente (Voyant].)

VISTA (segunda o doble) (vue [seconde ou double]). Efecto de la emancipación del alma que se manifiesta en estado de vigilia; facultad de ver las cosas ausentes como si estuviesen presentes. Los que están dotados de dicha facultad no ven con sus ojos, sino por medio del alma, que percibe la imagen de los objetos en todas partes adonde ella se traslade, y por una especie de espejismo. Esta facultad de ningún modo es permanente. Ciertas personas la poseen sin saberlo; les parece un efecto natural y produce lo que es llamado de visiones.

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