16 de febrero de 2019

El Espiritista Fanático, Supersticioso o Ético


El Espiritista Fanático, Supersticioso o Ético

por Carlos Quidgley

El espiritista “fanático” es aquel que hace exclusiva la idea de la filosofía espirita, como algo que no admite estudios de otras disciplinas del saber universal. Su pensar se circunscribe a ciertos límites o términos que por su propia naturaleza, parecen estar tan unidos que no se pueden separar. Vive en una especie de ofuscación tenaz, persistente e inflexible, que en ocasiones lo lleva a actuar con dureza y hasta con crueldad, con aquellos que no piensen igual que él. Pretende que solo él es poseedor de toda la verdad referente a la filosofía del Espiritismo. Su ofuscación es tal que quisiera que todo el mundo opinara o pensara igual, olvidándose que así como no hay dos manifestaciones iguales de la cosa física, tampoco las hay de los grados de conciencia de los seres humanos. De allí la diversidad de opiniones en la escala valorativa, o sea cualitativa y cuantitativa de cada quien.

El fanático espiritista, al igual que el religioso, creyendo servir a un dios el segundo y al espiritismo el primero, serían capaces de quemar al mundo y después de verlo reducido a polvo, exclamarían regocijados: ¡QUE BIEN LO HICE! Por otro lado tenemos al espiritista “supersticioso”, el cual por su poco grado de cultura espirita, carece de la racionalidad adecuada para distanciarse de las prácticas agoreras como la predicción con bolas de cristal o cualquier tipo de parafernalia, que se usa en determinados actos o ceremonias afines a sus carencias intelectuales.

Rayan incluso en la imbecilidad de exagerar con ritos o solemnidades y demostraciones absurdas, tales como celebrar sacrificios e idolatrar prendas y retratos de parientes que han fallecido o desencarnado, como comúnmente se dice en la terminología espiritista. El fanatismo puede ser y es frecuentemente hipocresía. La superstición es siempre el resultado de la poca educación, de malos hábitos y de ignorancia. Muy temible es la superstición cuando se nos enseña desde niños, pero es infinitamente más terrible el delirio del fanático.

El espiritista ético es aquel que por su cultura espírita, nace en él una serie de principios que lo llevan a la práctica moral de los mismos, pues se sustenta racionalmente en ellos. La Ética como teoría tiene como génesis el sentimiento del bien, de la conciencia y del fuero interior. ¿Se podrá ser espiritista ético siendo supersticioso o fanático? Ustedes dirán.


Extractado del Blog Escuela Elipse.

Las personas sin religión



Las personas sin religión


¿No son las creencias espíritas la consagración de las ideas supersticiosas de la Antigüedad y de la Edad Media, y no pueden ellas darles crédito?

–Las personas sin religión ¿no tachan de superstición a la mayoría  de las creencias religiosas? Una idea sólo es supersticiosa cuando es falsa; deja de serlo si se vuelve una verdad.
Está probado que en el fondo de la mayoría de las supersticiones hay una verdad amplificada y desnaturalizada por la imaginación. Ahora bien, quitar a esas ideas todo su atavío fantástico y no dejar más que la realidad, es destruir la superstición: tal es el efecto de la ciencia espírita, que pone al desnudo lo que hay de verdadero y de falso en las creencias populares. Por mucho tiempo las apariciones han sido consideradas como una creencia supersticiosa; hoy, que son un hecho probado y –más que eso– perfectamente explicado, entran en el dominio de los fenómenos naturales.
Por más que se las condene, no se las impedirá producirse; pero aquellos que se dieron cuenta y las comprenden, no solamente no se asustan, sino que están satisfechos, y esto sucede a tal punto que aquellos que no las tienen desean tenerlas.

Al dejar el campo libre a la imaginación, los fenómenos incomprendidos son la fuente de una multitud de ideas accesorias, absurdas, que degeneran en supersticiones. Mostrad la realidad, explicad la causa, y la imaginación se detiene en el límite de lo posible; lo maravilloso, lo absurdo y lo imposible desaparecen, y con ellos la superstición; tales son, entre otras, las prácticas cabalísticas, la virtud de los signos y de las palabras mágicas, las fórmulas sacramentales, los amuletos, los días nefastos, las horas diabólicas y tantas otras cosas de las cuales el Espiritismo bien comprendido demuestra el ridículo.

Extractado de la Revista Espírita 1859 de Allan Kardec.

No es posible decir que la mediumnidad no existe


No es posible decir que la mediumnidad no existe


Aparentemente, la distancia entre ciencia y religión se redujo. “De algunos años para acá, muchos científicos comienzan a hablar como místicos y muchos místicos intentan actuar como científicos”, observa el físico francés Patricck Druot, estudioso de fenómenos parapsicológicos e investigador del Instituto Monroe, en los Estados Unidos. Él es autor de los libros Somos todos inmortales y Vidas anteriores y futuras, que vendieron más de un millón de ejemplares hasta ahora. Druot intenta reconciliar la ciencia moderna y la tradición espiritual. Por medio de la física cuántica y de la termodinámica, estudia los estados alterados de conciencia.

“No es posible decir que la mediumnidad no existe”, dice el físico. “La ciencia sabe cómo funciona químicamente el cerebro, pero no sabe aún qué es lo que hace funcionar al cerebro”. Para muchos, la fuente de los estímulos y reacciones cerebrales que no conseguimos explicar sería aquello que la Humanidad siempre llamó alma.

Es verdad que los científicos que tienen fe no probaron la existencia de un mundo espiritual, pero los investigadores escépticos tampoco demostraron su inexistencia. Hasta ahora hay un empate. Aunque no cree en Espíritus, el psiquiatra paulista Raymond Rosemberg, especialista en autismo, acompañó durante cinco años sesiones de operaciones y de curaciones espirituales de un grupo de médicos en São Paulo. “Vi curar a personas. Ocurre un fenómeno que es difícil explicar. Intento ser un creyente incrédulo. No puedo funcionar sólo con fe”, dice el médico.

Los médiums no tienen un perfil específico. En general son personas más sensibles que las otras y con fluctuaciones de humor, pero esto no es una regla. Pueden descubrir que son médiums a cualquier edad.

La obstetra Marlene Nobre, presidente de la Asociación Médico Espírita de Sao Paulo, es médium desde hace 38 años. A los 23, fue sorprendida por voces y sensaciones de malestar cuando atendía pacientes. “Sentía falta de aire y cerca de algunos pacientes pensaba cosas horribles que no partían de mí. Tenía ganas de decir frases como ‘quiero que usted se muera’ o ‘que bueno, que usted está enfermo’ a ciertos clientes”, cuenta. “Después que comencé a desarrollar la mediumnidad, las oraciones y el autocontrol me ayudaron y eso dejó de suceder. La gente aprende a defenderse de los espíritus atrasados”, dice ella. Marlene es médium parlante (psicofonía) y una de las más estudiosas del fenómeno en el País.

Extractado de Anuario de la Federación Espírita Española.

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¿Cuál puede ser la utilidad de la propagación de las ideas Espíritas?

¿Cuál puede ser la utilidad de la propagación de las  ideas Espíritas?


–Al ser el Espiritismo la prueba palpable y evidente de la existencia, de la individualidad y de la inmortalidad del alma, es la destrucción del materialismo, de esa negación de toda religión, de esa llaga de toda sociedad. El número de materialistas que Él ha conducido hacia ideas más sanas es considerable y aumenta todos los días: sólo esto ya sería un beneficio social.

Él no sólo prueba la existencia del alma y  su inmortalidad, sino que muestra su estado feliz o infeliz según los méritos de esta vida. Las penas y las recompensas futuras no son más una teoría: son un hecho patente que lo tenemos bajo nuestros ojos.

Ahora bien, como no hay religión posible sin la creencia en Dios, en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, el Espiritismo hace revivir esas creencias en aquellos en los cuales ellas estaban apagadas, deduciéndose de esto que Él es el más poderoso auxiliar de las ideas religiosas: da religión a los que no la tienen; la fortifica en aquellos en que ella es vacilante; consuela por la certeza del futuro, hace tomar con paciencia y resignación las tribulaciones de esta vida y desvía el pensamiento del suicidio, pensamiento que es rechazado naturalmente cuando se ve sus consecuencias: he aquí por qué son felices los que han penetrado esos misterios; es para ellos una luz que disipa las tinieblas y las angustias de la duda.

Si consideramos ahora la moral enseñada por los Espíritus superiores, ella es toda evangélica: con esto está todo dicho; predica la caridad cristiana en toda su sublimidad, y hace más, muestra su necesidad para la felicidad presente y futura, porque las consecuencias del bien y del mal que hacemos están allí delante de nuestros ojos. Al reconducir a los hombres a los sentimientos de sus deberes recíprocos, el Espiritismo neutraliza el efecto de las doctrinas subversivas del orden social.
¿No pueden esas creencias ser un peligro para la razón?

–Todas las Ciencias ¿no han proporcionado su contingente a las casas de alienados? ¿Hay que condenarlas por esto? Las creencias religiosas ¿no están allí ampliamente representadas? ¿Sería justo, por eso, proscribir la religión? ¿Se conocen a todos los locos que el miedo al diablo  ha producido?
Todas las grandes preocupaciones intelectuales llevan a la exaltación y pueden influir de modo perjudicial sobre un cerebro débil; tendría fundamento en verse en el Espiritismo un peligro especial en este aspecto si Él fuese la única causa o, incluso, la causa preponderante de los casos de locura.
Se da mucha repercusión a dos o tres casos a los cuales no se les habría prestado ninguna atención en otra circunstancia; y además no se tiene en cuenta las causas predisponentes anteriores. Yo podría citar otras en donde las ideas espíritas bien comprendidas han detenido el desarrollo de la locura. En resumen, el Espiritismo no ofrece, en este aspecto, más peligro que las mil y una causas que la producen diariamente.


Extractado de la Revista Espírita 1859, Allan Kardec.

¿Pueden los Espíritus Revelar el Futuro?

¿Pueden los Espíritus Revelar el Futuro?


Los Espíritus sólo conocen el futuro en razón de su elevación. Aquellos que son inferiores no conocen ni siquiera su futuro, y con más fuerte razón desconocen el de los otros. Los Espíritus superiores lo conocen, pero no siempre les es permitido revelarlo. En principio, y por un designio muy sabio de la Providencia, el porvenir nos debe ser ocultado; si lo conociéramos, nuestro libre albedrío sería obstaculizado. La certeza del éxito nos sacaría la voluntad de hacer algo, porque no veríamos la necesidad de esforzarnos; la certeza de una desgracia nos desanimaría. No obstante, hay casos donde el conocimiento del futuro puede ser útil, pero de éstos jamás podemos ser jueces: los Espíritus nos lo revelan cuando lo creen útil y cuando tienen el permiso de Dios; entonces, ellos lo hacen espontáneamente y no a pedido nuestro.

Es preciso esperar con confianza la oportunidad, y sobre todo no insistir en caso de negativa, porque de otro modo uno se arriesga a relacionarse con Espíritus ligeros que se divierten a costa nuestra.

¿Pueden los Espíritus guiarnos a través de consejos directos en las cosas de la vida?
Sí, pueden y lo hacen con gusto. Esos consejos nos llegan diariamente por los pensamientos que nos sugieren. Frecuentemente hacemos cosas de las cuales nos atribuimos el mérito, y que en realidad no son más que el resultado de una inspiración que nos ha sido transmitida.
Ahora bien, como estamos rodeados por Espíritus que influyen en nosotros, unos en un sentido y otros en otro, tenemos siempre nuestro libre albedrío para guiarnos en la elección; feliz de nosotros cuando preferimos a nuestro Espíritu bueno.

La primera cuestión a considerar es la cualidad del médium, si no lo es uno mismo. El segundo punto, que no es menos importante, consiste en la naturaleza de los Espíritus a los cuales nos dirigimos. Aquel que viese en las comunicaciones espíritas apenas un medio de adivinación, y en un médium una especie de echador de la buenaventura, se equivocaría por completo.
Es preciso considerar que tenemos en el mundo de los Espíritus, amigos que se interesan por nosotros, más sinceros y más devotos que aquellos que adoptan ese título en la Tierra, y que no tienen ningún interés en adularnos o en engañarnos. En cuanto a la intromisión de los Espíritus malos y de los Espíritus engañadores –lo que es un gran escollo–, la experiencia enseña a combatirlos y siempre pueden ser evitados. Si no se les da motivos, ellos no vienen porque saben que pierden su tiempo.


Extractado de la Revista Espírita 1859, Allan Kardec.

El Papel del Guía al Momento de la Muerte y de la Reencarnación


El Papel del Guía al Momento de la Muerte y de la Reencarnación

por Jacques Peccatte

El papel del guía no se detiene con nuestra muerte; los espíritus nos explican que cuando desencarnamos y llegamos al más allá al final del túnel, nuestro guía está allí para recibirnos: “… De manera general, es pues el guía quien va a recibir en el rellano del más allá al espíritu que acaba de desencarnar. Esa acogida es tranquilizadora, se hace para impulsar progresivamente al recién llegado hacia las esferas de lo invisible, para acostumbrarlo a su solo habitáculo periespiritual, para acostumbrarlo a esta inmaterialidad…”

Precisemos que esto se refiere a los espíritus que han pasado el túnel sin conocer la turbación. Muchas personas que dejan la Tierra y su envoltura carnal conocen el sentimiento de turbación de manera más o menos fuerte. En efecto, las muertes brutales (accidente, asesinato, suicidio…), ocasionan una profunda turbación. La psicología del espíritu, su carácter, sus faltas, sus creencias religiosas, su forma de percibir la muerte y su nivel de evolución, llevan igualmente a un estado de turbación.

Veamos el caso de un espíritu que ha conocido la turbación y de alguna manera se siente perdido en el más allá y le cuesta trabajo comprender lo que ve: “… Es un espíritu que cuando ha llegado al más allá parece perdido. Es un espíritu que, en el punto de partida, ha errado un poco por los lugares de su última vida. Es como si hubiera sido ayudado. Lo veo como empujado y encontrarse un poco atontado (las cadenas fluídicas han sido establecidas). Ahora lo veo delante de mí. Parece bien. Dice gracias. Me dice que es ayudado por su guía que no lo abandona jamás. Me hace pensar en un niño pequeño refugiado en los brazos protectores de una persona afectuosa. Es un espíritu que aún no es capaz de hacer elecciones. Es guiado en su totalidad”.

Después de la acogida en el más allá, el guía conserva su función y permanece cerca de su protegido. Le permitirá comprender su nueva condición de espíritu y le hará descubrir el más allá. Juntos, guía y protegido harán una suerte de balance sobre la vida que acaba de pasar, sin juicio pero de manera objetiva y sincera.

Luego llega el momento de pensar en la reencarnación. Sobre los consejos del guía, elegiremos el momento, el lugar y eventualmente la misión de nuestra próxima reencarnación. En el más allá, el espíritu vive liberado de las coacciones de la materia y tomar la decisión de reencarnar no es trivial. Pueden sobrevenir temores y angustias. Es por ello que es muy importante para salir bien de su futura reencarnación, escuchar los consejos de su guía. Un espíritu que reencarne demasiado rápido y sin escuchar los consejos de su protector podría conocer “un accidente de reencarnación” que podría traducirse, por ejemplo, en un hándicap físico o en un malestar psicológico.


Extractado de la Revista Le Journal Spirite.

El Espíritu no es una abstracción

El Espíritu no es una abstracción

por Allan Kardec

El Espíritu es el ser principal, puesto, que es el ser pensador y superviviente; el cuerpo no es, por consiguiente, más que un accesorio del Espíritu, una envoltura, un vestido que deja cuando está usado. Además de esta envoltura material, el Espíritu tiene una segunda, semimaterial que le une a la primera; en la muerte, el Espíritu se despoja de ésta, pero no de la segunda a la que nosotros damos el nombre de periespíritu. Esta envoltura semimaterial que afecta la forma humana, constituye para él un cuerpo fluídico, vaporoso, pero que, por ser invisible para nosotros en su estado normal no deja de poseer algunas de las propiedades de la materia. El Espíritu no es, pues, un punto, una abstracción, sino un ser limitado y circunscripto, al cual sólo falta ser visible y palpable para parecerse a los seres humanos.

¿Por qué no obraría sobre la materia? ¿Por qué su cuerpo es fluídico? ¿Pero no es entre los fluidos más rarificados, los mismos que se miran como imponderables, la electricidad, por ejemplo, que el hombre encuentra sus más poderosos motores? ¿Es que la luz imponderable no ejerce una acción química sobre la materia ponderable? Nosotros no conocemos la naturaleza íntima del periespíritu; pero supongámosle formado de materia eléctrica, o de otra tan sutil como ésta, ¿por qué no tendría la misma propiedad siendo dirigida por una voluntad?

La existencia del alma y la de Dios, que son consecuencia una de la otra, siendo la base de todo el edificio, antes de entablar alguna discusión espiritista, importa asegurarse si el interlocutor admite esta base. Si a estas preguntas:

¿Creéis en Dios?
¿Creéis tener un alma?
¿Creéis en la supervivencia del alma después de la muerte?
– responde negativamente, o si dice simplemente: Yo no sé; querría que fuese así, pero no estoy seguro de ello, lo que, las más veces, equivale a una cortés negativa, disfrazada bajo una forma menos explícita a fin de no chocar muy bruscamente lo que él llama preocupaciones respetables, sería tan inútil ir más allá, como el pretender demostrar las propiedades de la luz al ciego que no la admitiese, porque en definitiva, las manifestaciones espiritistas no son otra cosa que los efectos de las propiedades del alma; con aquél es necesario seguir otro orden de ideas si no se quiere perder el tiempo.

Si se admite la base, no a título de probabilidad, si no como cosa segura, incontestable, la existencia de los Espíritus, se deduce naturalmente.

Conceptos Extractados de "El Libro de los Médiums", por Allan Kardec.

MI COMENTARIO
El espíritu es un ser "limitado y circunscripto". Es buena esta aclaración para aquellos que creen en un Dios antropomórfico. Cuando dicen que Dios nos creó a su imagen y semejanza, cometen un error en pensar que Dios es un ser "limitado y circunscripto" aunque luego lo diferencien con virtudes Supremas en Todo.
Hay muchas energías que no las podemos advertir con nuestros sentidos comunes como por ejemplo la electricidad, las ondas de radio, la radiactividad, etc. pero bien sabemos que nos afectan para bien o para mal según las utilicemos con buen o mal uso de ellas. 
El espíritu también es una energía y también puede evidenciarse ante aquellos que tienen mediumnidad.

Niveles espirituales dentro de las colonias


Niveles espirituales dentro de las colonias


P: En la película Nuestro Hogar de André Luiz se muestran estos lugares donde la gente estaba muy atormentada, ¿sería algo similar?

R: "Bueno son representaciones, pero sí, es donde la gente sufre, pero no porque se les haga nada sino porque realmente se dan cuenta de lo que han hecho"

P: Pero se atacaban e insultaban entre ellos

R: "Bueno eso es como cuando los espíritus os pueden insultar a vosotros, aquí es lo mismo."

P: Estas colonias ¿tienen defensas ante los posibles ataques que puedan realizar estos espíritus?

R: "No, en las colonias no hay armas, aquí la defensa es el pensamiento, la protección es el nivel vibracional que tenga la colonia"

P: por tanto, estos espíritus no tienen capacidad para acceder a la colonia

R: "si la colonia tiene un nivel vibracional superior no podrán acceder, si la colonia tiene un nivel vibracional similar al del espíritu que quiere acceder a ella: sí."

P: quería decir por si tenían muros o similar

R. "No, aquí las colonias espirituales no tienen casas construidas, tenéis que entender que, aunque ante vosotros nos mostremos como representación humana aquí somos luz, aquí no tenemos cuerpo"

P: No entiendo una cosa, Francisco Cándido Xavier en un libro titulado “Y la vida continúa” hablaba de una ciudad espiritual con edificaciones similares a las que podemos ver cuando estamos encarnados

R: "sí, pero él lo explica en sentido figurado para que todos lo entendamos, pero aquí no hay edificios, no hay mesas, no hay camas, no hay platos, etc."

Daos cuenta que nosotros somos fluidos.

Es una forma de representación que se utiliza para que la gente entienda cómo se vive aquí, pero realmente aquí no estamos encarnados, no tenemos un cuerpo, somos emisiones de energía, somos luz."

P: Pero cuando los espíritus se reúnen para tomar decisiones, ¿lo hacen en un local o algo así?

R: "Nosotros no necesitamos agruparnos físicamente, es nuestro pensamiento el que se comunica, no hace falta tampoco estar juntos para que esto ocurra, podemos estar en localizaciones diferentes y nuestro pensamiento estar en comunicación. Si lo que piensas es que aquí hay hospitales como los que tú conoces o fábricas decirte que no, a los espíritus se les recoge y se les trata, pero no necesitamos que haya un hospital y estén en una cama, esto es sólo una representación, son zonas que dedicamos al área de sanación y espíritus dedicados a ello."

Extractado del Blog El Susurro del Ángel.


MI COMENTARIO


No acuerdo con la ultima parte del artículo en cuanto a las ciudades, edificios, mesas y todo aquello que existe en los planetas.
La médium en el artículo explica que es una forma de que se pueda entender la idea de la vida espiritual y que para la película era necesario crear las ciudades para que el público la pudiera entender.
Que en realidad somos luz y que no se necesita nada de eso porque no existe la materia y tampoco las necesidades propias de los espiritus tendrían sentido de tener casas, mesas, vehículos, etc.
Yo entiendo que es lógico que no existan esas ciudades como algo material. Desde ya que en lo espiritual esas ciudades no existen.
Pero si existen para el espiritu como una creación de su propio pensamiento. Esto es que de acuerdo a su nivel de elevación, el espiritu podrá tener la necesidad de comer, beber, sentarse, respirar aire puro, viajar en tren, y un gran etcétera que en realidad solo está en sus pensamientos y en los pensamientos de todos los que están a su nivel.
Pero no existen a nivel material. Es solo una creación de esa agrupación de espiritus que lo vivirán como si fuera una realidad palpable.
El que sufre, verá permanentemente porque sufre. Verá la cara de su victima que asesinó. Pero su victima puede no estar ahí, pero el verá repetido su acto de asesinato.
Cada espiritu en si mismo tendrá una realidad tan real como la material aunque solo sea un reflejo de sus pensamientos.
Si alguno ha tenido una pesadilla, entenderá mas el concepto de ver algo como real pero que solo está en nuestros pensamientos. Afortunadamente ahí en algún momento nos despertamos o nos despiertan. En el mundo espiritual eso no ocurre. Solo cuando nos arrepentimos y queremos cambiar, viene la ayuda.

La fatalidad y los presentimientos

La fatalidad y los presentimientos


Ante el hundimiento de un barco pequeño donde se salvaron 4 de los 8 pasajeros. Uno de ellos quizo indagar a los espíritus el porqué se había él salvado y otros con intenciones mas dignas habían perecido.

Dirigimos las siguientes preguntas al Espíritu san Luis, para obtener instrucciones:

1. –Cuando un peligro inminente amenaza a alguien, ¿es un Espíritu el que dirige el peligro? Y cuando la persona escapa del mismo, ¿es otro Espíritu el que lo desvía?

Resp. –Cuando un Espíritu se encarna, elige una prueba; al elegirla se traza una especie de destino que no puede impedir más, una vez que a la misma se ha sometido; hablo de las pruebas físicas. Al conservar su libre albedrío sobre el bien y el mal, el Espíritu es siempre dueño de soportar o de rechazar la prueba; un Espíritu bueno, al verlo flaquear, puede venir en su ayuda, pero no puede influir en él adueñándose de su voluntad. Un Espíritu malo, es decir, inferior, mostrándole y exagerándole un peligro físico, puede hacerlo vacilar y asustarlo, pero la voluntad del Espíritu encarnado no queda por ello menos libre de toda traba.

2. –Cuando un hombre está a punto de perecer por accidente, parece que el libre albedrío no interviene en nada. Por lo tanto, interrogo si es un Espíritu malo el que provoca este accidente, siendo de cierto modo su agente; y, en el caso en que escape del peligro, pregunto si un Espíritu bueno ha venido en su ayuda.

Resp. –El Espíritu bueno o el Espíritu malo no pueden sino sugerir pensamientos buenos o malos, según su naturaleza. El accidente está marcado en el destino del hombre. Cuando tu existencia ha sido puesta en peligro, es una advertencia que tú mismo has deseado, a fin de desviarte del mal y de volverte mejor. Cuando escapas de ese peligro, todavía bajo la influencia del mismo, piensas de manera más o menos firme en volverte mejor, según la acción más o menos firme de los Espíritus buenos. Al sobrevenir el Espíritu malo (digo malo sobrentendiendo el mal que aún hay en él), piensas que escaparás del mismo modo a otros peligros y dejas nuevamente desencadenar tus pasiones.

3. –La fatalidad que parece presidir a los destinos materiales de nuestra existencia, ¿aún sería, pues, el efecto de nuestro libre albedrío?

Resp. –Tú mismo has elegido tu prueba: cuanto más ruda sea y mejor la soportes, más te elevas. Aquellos que pasan su existencia en la abundancia y en la satisfacción humana son Espíritus débiles que permanecen estacionarios. De esta manera, el número de desafortunados aventaja en mucho al de los felices de este mundo, teniendo en cuenta que los Espíritus buscan en su mayoría la prueba que les será más fructífera. Ellos perciben muy bien la futilidad de vuestras grandezas y de vuestros goces. Además, la existencia más feliz es siempre agitada, siempre movida, aunque más no sea por la ausencia del dolor.

4. –Entendemos perfectamente esta doctrina, pero eso no nos explica si ciertos Espíritus tienen una acción directa sobre la causa material del accidente. Supongamos que en el momento en que un hombre pasa por un puente, éste se derrumbe. ¿Quién ha llevado al hombre a pasar por ese puente?

Resp. –Cuando un hombre pasa por un puente que debe romperse, no es un Espíritu el que lo lleva a pasar por ese puente: es el instinto de su destino el que lo conduce.

5. –¿Quién ha hecho romper el puente?

Resp. –Las circunstancias naturales. La materia tiene en sí misma las causas de su destrucción. En el caso tratado, el Espíritu, teniendo necesidad de recurrir a un elemento extraño a su naturaleza para mover fuerzas materiales, más bien ha de recurrir a la intuición espiritual. De este modo, si ese puente debía romperse, ya que el agua había desunido las piedras que lo componen y el óxido había corroído las cadenas que lo suspenden, el Espíritu –decía– insinuará más bien al hombre para pasar por ese puente, en lugar de hacer romper otro bajo sus pasos. Además, tenéis una prueba material que os adelantaré: cualquier accidente sucede siempre naturalmente, es decir, que las causas que se vinculan unas a otras, lo conducen insensiblemente.

6. –Tomemos otro caso en el que la destrucción de la materia no sea la causa del accidente. Un hombre mal intencionado me da un tiro; la bala me roza, pero no me alcanza. ¿La habría desviado un Espíritu benévolo?

Resp. –No.

7. –¿Pueden los Espíritus advertirnos directamente de un peligro? He aquí un hecho que parecería confirmarlo: Una mujer salía de su casa y seguía por el bulevar. Una voz íntima le dijo: Detente, vuelve a tu casa. Ella titubea. La misma voz se hace escuchar varias veces; entonces, ella volvió sobre sus pasos; pero, cambiando de parecer, se dijo: ¿Qué he de hacer en mi casa? Seguiré; sin duda, es un efecto de mi imaginación. Entonces ella continuó su camino. A algunos pasos de allí, una viga que se desprendió de una casa la golpea en la cabeza y la deja caída sin conocimiento. ¿Qué era esa voz? ¿No era un presentimiento de lo que iba a suceder a esa mujer?

Resp. –Era la voz del instinto; además, ningún presentimiento tiene tales caracteres: son siempre vagos.

8. –¿Qué entendéis por la voz del instinto?

Resp. –Entiendo que el Espíritu, antes de encarnarse, tiene conocimiento de todas las fases de su existencia; cuando éstas tienen un carácter saliente, conserva una especie de impresión en su fuero interno, y esta impresión, al despertarse cuando el momento se aproxima, se vuelve presentimiento.

Nota – Las explicaciones precedentes se relacionan con la fatalidad de los acontecimientos materiales. La fatalidad moral está tratada de una manera completa en El Libro de los Espíritus.

Extractado de Revista Espírita 1858, Allan Kardec.


MI COMENTARIO


Escapa a la razón que tengamos un accidente como destino para terminar nuestra encarnación. Suponer que un puente se va a desprender y moriremos en el justo momento que cruzamos es bastante hilarante. Mas aún pensar que eso lo hayamos previsto y planeado antes de encarnar con mucho tiempo de anticipación. Los accidentes son fruto del libre albedrío de todos los que convivimos y de la aplicación de las leyes de la materia que corroen puentes en este ejemplo.