Las personas sin religión
¿No son las creencias espíritas la consagración de las ideas supersticiosas de la Antigüedad y de la Edad Media, y no pueden ellas darles crédito?
–Las personas sin religión ¿no tachan de superstición a la mayoría de las creencias religiosas? Una idea sólo es supersticiosa cuando es falsa; deja de serlo si se vuelve una verdad.
Está probado que en el fondo de la mayoría de las supersticiones hay una verdad amplificada y desnaturalizada por la imaginación. Ahora bien, quitar a esas ideas todo su atavío fantástico y no dejar más que la realidad, es destruir la superstición: tal es el efecto de la ciencia espírita, que pone al desnudo lo que hay de verdadero y de falso en las creencias populares. Por mucho tiempo las apariciones han sido consideradas como una creencia supersticiosa; hoy, que son un hecho probado y –más que eso– perfectamente explicado, entran en el dominio de los fenómenos naturales.
Por más que se las condene, no se las impedirá producirse; pero aquellos que se dieron cuenta y las comprenden, no solamente no se asustan, sino que están satisfechos, y esto sucede a tal punto que aquellos que no las tienen desean tenerlas.
Al dejar el campo libre a la imaginación, los fenómenos incomprendidos son la fuente de una multitud de ideas accesorias, absurdas, que degeneran en supersticiones. Mostrad la realidad, explicad la causa, y la imaginación se detiene en el límite de lo posible; lo maravilloso, lo absurdo y lo imposible desaparecen, y con ellos la superstición; tales son, entre otras, las prácticas cabalísticas, la virtud de los signos y de las palabras mágicas, las fórmulas sacramentales, los amuletos, los días nefastos, las horas diabólicas y tantas otras cosas de las cuales el Espiritismo bien comprendido demuestra el ridículo.
Extractado de la Revista Espírita 1859 de Allan Kardec.