14 de julio de 2019

¿Tienen Alma los Animales?

¿Que Sabemos de los Animales?

¿Tienen Alma los Animales?

por Isabel Porras González

Allan Kardec siempre nos recomendó la práctica de la razón y la lógica; pues bien vamos a reflexionar: Si el PRINCIPIO Espiritual ya viene caminando desde el mineral, aunque de una forma muy rudimentaria que a veces se nos escapa al entendimiento. ¿Cómo podemos pensar que los animales no tengan alma después de haber conquistado un status en la escala de la evolución bastante significativo?

¿Nos parecería lógico tener a unos hermanos inferiores, los cuales, en muchas ocasiones, demuestran más sentimientos que los humanos, sin un PRINCIPIO Espiritual, que los ayudase a caminar en el arduo camino de la evolución? ¿Solo un armazón de carne y huesos y nada más?

¿Podemos pensar que esos rasgos tan evolucionados de conducta en muchos animales, se deba a unos seres sin alma o principio espiritual? ¿O al acaso, al que se recurre siempre que no tenemos explicaciones o respuestas? Sería, como dice Allan Kardec, un acaso muy inteligente, ¿no?

En el Libro de los Espíritus, pregunta 597, Allan Kardec plantea esta cuestión: Puesto que los animales poseen inteligencia que les confiere cierta libertad de acción, ¿existe en ellos un principio independiente de la materia? R. Sí, y que sobrevive al cuerpo. Y en la pregunta 597ª. Ese principio ¿es un alma similar a la humana? R.Es también un alma, si así lo queréis. Ello depende del sentido que se dé a esta palabra. Pero es inferior a la del hombre...

Algo con lo que estamos de acuerdo, por supuesto.

Por eso, a la pregunta de si tienen alma los animales, contestamos: Sí, tienen alma, pero, evidentemente, no un alma o espíritu como lo podemos concebir en seres humanos; porque en los animales, el PRINCIPIO Inteligente, no está desarrollado como en nosotros, seres superiores en inteligencia, aunque no siempre en sentimientos. En los animales, dependiendo de la evolución a la que hayan llegado, la Inteligencia y el PRINCIPIO espiritual, está comenzando a despertar. A medida que el animal evoluciona, ese PRINCIPIO va desenvolviéndose y su alma va adquiriendo mayores capacidades de sentir: no olvidemos que van caminando para el Reino Hominal. Sin embargo repito: sí tienen alma.
¿Qué es sino, el principio que habita en ellos? Confirmado por los Espíritus Superiores.

Tomado del Blog "Amanecer Espírita"

Estudiemos la ruta de nuestro milenario peregrinar en el tiempo

Prólogo de André Luiz (Espíritu)

Estudiemos la ruta de nuestro milenario peregrinar en el tiempo


Disfrutando de la comodidad en el océano de las facilidades materiales, los seres humanos no logran evadirse de los pesares de la soledad y de la angustia.
En ese navío prodigioso al que llamamos civilización, estructurado por una amplitud de conocimientos y primor de técnicas, los hombres, embarcados en él buscan el puerto que nosotros alcanzamos mediante el tránsito por la muerte.
Con todo, eso no nos impide que regresemos a bordo de la nave imponente para despertar el ánimo de los viajeros, nuestros hermanos, con el pasaporte inevitable para alcanzar el mismo país de la Verdad, al que arribarán mañana, como ayer nos aguardaba a nosotros.
Y volvemos porque la suntuosidad de la embarcación no está exenta de la bruma de la ignorancia que perturba la incursión entre los escollos del crimen, ni asegura contra la violencia de las tempestades que convulsionan su desplazamiento y amenazan su estructura.
Realmente, en ella alcanzamos una luminosa culminación en el sector de la cultura, en todo lo que se refiere a la protección de la vida física.
Sabemos equilibrar la circulación de la sangre para garantizar la seguridad del funcionamiento cardíaco; pero ignoramos cómo liberar al corazón de la cárcel de las sombras en que yace, muchas veces, inmerso en el pozo de las lágrimas, cuando no se halla encadenado a los monstruos de la delincuencia.
Identificamos la neuritis óptica con la disminución progresiva de los campos visuales y la tratamos con el medicamento apropiado para la preservación de los ojos; sin embargo, desconocemos cómo quitar las tinieblas de la visión del Espíritu.
Ofrecemos piernas y brazos artificiales a los mutilados; no obstante, somos decididamente incapaces de remediar las lesiones de los sentimientos. Actuamos con un amplio margen de éxito en los procesos patológicos de las células nerviosas, auscultando las deficiencias de vitaminas y enzimas que provocan la disminución de la tasa metabólica del cerebro; pero estamos inhabilitados para la anulación de los síndromes espirituales de aflicción y desesperanza que agravan la psicastenia y la locura. Estamos convencidos de que la hidrocefalia congénita proviene de la acumulación indebida del líquido cefalorraquídeo, provocando la dilatación del espacio por él mismo ocupado en el sector intracraneano; no obstante, no logramos percibir la causa fundamental que la provoca.
Con todo, volvemos para no confabular con aquellos que se sienten cómodos con los desequilibrios.
Retornamos para convivir con quienes contemplan el horizonte en medio de inquietudes y fatigas preguntando, en medio de llantos, sobre el final del viaje.
Con mi espíritu volcado hacia ellos –los torturados del corazón y de la inteligencia–, aspiro a escribir un libro simple sobre la evolución del alma en los dos planos, interconectados en la cuna y en la tumba, con las cuales se esboza la senda que nos lleva a Dios... Notas con las cuales, el médico desencarnado y sin pretensiones que soy –tomando como base de sus observaciones el material básico ya conquistado por la propia ciencia terrena, que también fue recogido de obras de respetables estudiosos–, pudiese decir algo respecto al cuerpo espiritual, en cuyas células sutiles nuestra propia voluntad sitúa las causas de nuestro destino sobre la Tierra.
Páginas en que se logre unir el concepto rígido de la ciencia –comprensiblemente prevenida contra toda afirmación que no esté fundada en la experimentación–, con el mensaje consolador del Evangelio de Jesucristo, del cual el Espiritismo contemporáneo se constituyó en el más alto representante en la actualidad del mundo... Un pequeño conjunto de definiciones sintéticas sobre nuestra propia alma inmortal frente al Universo...
Con todo, para esta empresa, carecía de muchos instrumentos, motivo por el cual me he valido de dos médiums diferentes* , en lugares distintos, dos corazones amigos que se ofrecieran a recibir mis humildes textos, con los que se integra mi comunicación.
Fue así, amigo mío, que este libro nació a través de misivas de un hermano a los hermanos que luchan y lloran.
Si no sientes el frío de la noche sobre el agitado mar de las pruebas humanas, distraído por las ilusiones que te llevan a burlarte de la misma Verdad, nuestras inquietudes, que tienes en tus manos, tienen un destino equivocado.
Pero si guardas contigo el estigma del sufrimiento, indagando sobre la solución de los viejos problemas del Ser y del dolor, si percibes la nube que preanuncia la tormenta y el remolino traicionero de las olas en que navegas, ¡ven con nosotros!... Estudiemos la ruta de nuestro milenario peregrinar en el tiempo para sentir el calor de la llama de nuestro propio Espíritu palpitar imperecedera en la Eternidad, y encendiendo la luz de la esperanza, percibiremos juntos, exaltados de alegría, que Dios, nuestro Padre de infinita bondad, nos trazó el divino destino para más allá de las estrellas.

ANDRÉ LUIZ Uberaba, 23-07-1958.

* A invitación del Espíritu André Luiz, los médiums Francisco Candido Xavier y Waldo Vieira recibieron los textos de este libro las noches de los días domingo y miércoles, respectivamente, en las ciudades de Pedro Leopoldo y Uberaba, Estado de Minas Gerais, Brasil. Las páginas psicografiadas por uno y otro pueden ser identificadas por el lugar de ubicación de cada uno. [Nota de los médiums.] Hasta fines de 1958, año en que fue psicografiado este libro, Chico Xavier vivió en Pedro Leopoldo, trabajando con su mediumnidad durante treinta y un años consecutivos, trasladándose a Uberaba en enero de 1959, donde residió hasta desencarnar, el 30-06-2002, a la edad de 92 años, cumpliendo con su provechosa mediumnidad psicográfica hasta nuestros días. [Nota del traductor].

Extractos del Libro "Evolución en dos mundos", por André Luiz-Chico Xavier

“Si mis Enemigos Supiesen el Daño que se Hacen Odiándome, no me Odiarían”

Odio y Perdón

“Si mis Enemigos Supiesen el Daño que se Hacen Odiándome, no me Odiarían”

por Sebastián de Arauco

Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción, por afinidad, del pensamiento os diga: vaya una ley rara. Pero, si se considera que esa ley de vibración y atracción no ha sido creada para ser vehículo de odio, sino de amor, para unir las almas que se aman y contribuir a su felicidad; comprenderá mejor.

Cuando el sublime Maestro Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos”, no estaba enseñando tan solo moral, sino que también una psicoterapia para librarnos de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento.

Cuando una persona exclama: “Yo no le perdonaré lo que me hizo”; esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma; y a más de que está fortaleciendo esa unión vibratoria con la persona odiada, quien al recibir el impacto de esas vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con una andanada de odio, rencor o desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente. ¿No os parece absurda esa actitud? Sin embargo, así acontece con harta frecuencia.

Alguien dijo: “Si mis enemigos supiesen el daño que se hacen odiándome, no me odiarían”. Esta frase contiene una gran verdad que todos debieran conocer; y que contribuiría grandemente a liberar al mundo del odio, causa de ¡tantas desdichas!.

Porque, aquel que odia está dando poder a su enemigo sobre su tranquilidad, sobre sus nervios, sobre su sueño, su presión sanguínea, su salud toda, y su propia personalidad. ¡Meditemos sobre esto! Por ello, insensato es responder al odio con el odio, rencor o malquerencia hacia aquellos que, por lo que fuere, llegasen a odiarnos; y sí con amor, deseos de bien, ya que de este modo, esas vibraciones cargadas de energía psíquica negativa, no penetrarán en nosotros y rebotarán: porque el amor genera energía positiva, conformando un campo magnético de protección.

Extractos de "Revista Amor, Paz y Caridad".

Vivimos Antes del Nacimiento y Reviviremos Después de la Muerte

Justicia y Progreso

Vivimos Antes del Nacimiento y Reviviremos Después de la Muerte

por León Denis.

De nuestras observaciones y de nuestras búsquedas se deduce así una gran ley: la pluralidad de las existencias del alma. Vivimos antes del nacimiento y reviviremos después de la muerte. Esta ley da la clave de problemas hasta ahora insolubles. Sólo ella explica la desigualdad de las condiciones, la variedad infinita de las aptitudes y de los caracteres. Conocimos o conoceremos sucesivamente todas las fases de la vida social, atravesaremos todos los medios. En el pasado, estábamos como estos salvajes que pueblan los continentes retrasados; en el futuro, podremos elevarnos a la altura de los genios inmortales, los espíritus gigantes que, semejantes a faros luminosos, alumbran la marcha de la humanidad. La historia de ésta es nuestra historia. Con ella, recorrimos las vías arduas, sufrimos las evoluciones seculares que relatan los anales de las naciones. El tiempo y el trabajo: he aquí los elementos de nuestros progresos.

Esta ley de la reencarnación muestra de manera brillante la justicia suma que reina sobre todos los seres. Por turno forjamos y quebramos nosotros mismos nuestras cadenas. Las pruebas horrorosas entre las que sufren algunos de nosotros son, en general, la consecuencia de su conducta pasada. El déspota renace esclavo; la mujer alta, la vanidosa de su belleza, repetirá un cuerpo informe y miserable; el ocioso volverá mercenario, encorvado a una tarea ingrata. El que hizo sufrir sufrirá a su vuelta. Inútil buscar el infierno en regiones desconocidas o lejanas, el infierno está en nosotros, se esconde en los pliegues ignorados del alma culpable, y sólo la expiación puede dar término a sus dolores.

Extractos del Libro "El Porqué de la Vida", por León Denis.