Software para la Eternidad
La programación de Cada Especie es un Secreto Guardado en la Intimidad de los Genes.
por Richard SimonettiUna característica en común en las especies animales es su inmutabilidad relativa. No cambian o lo hacen muy lentamente como si la Naturaleza hubiese elaborado para ellas un programa especial, casi definitivo. Ejemplo, las cucarachas. Son fósiles vivos, ya que viven en la Tierra desde hace millones de años. Desde que surgieron tienen la misma tendencia de adentrarse en huecos minúsculos y oscuros y de nutrirse con restos de alimentos. Cambió apenas el comportamiento femenino en relación a esos ortópteros omnívoros.
En los comienzos de la humanidad, en la edad de piedra, las mujeres apreciaban las cucarachas como un bocado delicioso. Hoy sienten horror de ellas. Esa idea de relativa inmutabilidad queda medio extraña para quien está familiarizado con Darwin. En “El origen de las especies” el gran naturalista inglés dice que todos los seres vivos pasan por mutaciones. La aparición del hombre habría sido la culminación de un proceso evolutivo que comenzó con organismos extremamente simple. Eso está suficientemente demostrado, no es mera teoría. Ocurre que la programación de cada especie es un secreto guardado en la intimidad de los genes. Los Espíritus superiores que supervisan la vida en la Tierra tienen acceso a esos “paneles de control”. A lo largo de millones de años, alteran la programación de algunos individuos, promoviendo mutaciones que culminan con el surgir de nuevas especies, en cuanto sus padres permanecen inmutables, cumpliendo el planeamiento celeste. La evolución no sería, así, mera consecuencia de una selección natural, como pretendía Darwin, o una cuestión de adaptación del medio, como enseñaba Lamarck. Dígase de paso que el Hombre comienza a entrar en esa cámara íntima donde está el “panel”. Ya es capaz de interferir en la intimidad de los genes. Puede así, alterar características de una especie, y conseguirá crear nuevas especies. El problema está en sus motivaciones y competencia. Él no está interesado en colaborar con Dios. Cuida apenas de intereses inmediatistas. Más allá de eso, en ese terreno es una especie de aprendiz de hechicero, moviéndose con fuerzas que desconoce, y lo que es peor, sin principio ético, de respeto a la Naturaleza.
Tomado del Blog "La Weblog Espírita de Mari"