¿Quien son nuestros padres ?
por Merchita
Cuando abrimos los ojos, en este mundo, vemos asombrados sobre nuestra cuna, dos personas especiales: nuestro padre y nuestra madre.
En los primeros años nos sentimos dependientes de ellos. Y, solo el simple hecho de que ellos nos estén mirando, constituye una seguridad para nosotros.
Así, aprendemos a andar, amparados por sus brazos. Nuestras magulladuras recibieron curativas y besos.
Aprendimos a andar en bicicleta, nos enfrentamos a las olas del mar, a las aguas de las piscinas.
Sus manos nos condujeron a la escuela y cuando fuimos dejados allí por primera vez, nos pareció que algo se quebró dentro de nosotros.
¿Estaríamos siendo abandonados?
Con todo, al final del día, retornamos al hogar y aprendimos que la escuela era solamente un lugar para estar algunas horas.
Era un lugar para aprender, para hacer amistades, para crecer.
Más siempre había un lugar para volver: nuestro hogar. El acogimiento de la familia, la seguridad paterna, el cariño materno.
A la medida que los años fueron sumando, dejamos de ser dependientes. Andamos con nuestros pies, actuamos con nuestra voluntad, alzamos vuelos más altos, o rasos.
Y, algunos de nosotros, pasamos a mirar a los padres de forma diferente. ¿Quiénes son ellos para querer dirigir nuestras vidas?
¿Quién son?
Nuestros padres son Espíritus que, casi siempre, guardan relaciones con nosotros de largo tiempo. Amigos que aceptan recibirnos como hijos, deseando acortar distancias entre nosotros y el progreso.
Espíritus que se disponen a ofrecernos un cuerpo, a protegernos, a amarnos.
Existen excepciones, es verdad. Espíritus no tan amigos que se reencuentran en el crisol doméstico para ajustes del pretérito un tanto nebuloso.
Aun mismo así, ellos nos moldearan un cuerpo, permitiéndonos la reentrada en el mundo carnal, y debemos ser agradecidos.
Más, si desean saber a donde vamos, con quien vamos, en estos tiempos de tanta violencia, es porque nuestra seguridad les preocupa.
Si nos establecen horarios para retornar al hogar, si nos buscan cuando nos retardamos, es porque nuestra seguridad les preocupa.
Si insisten con que estudiemos más, nos esforcemos más, es porque, más expertos por la madurez que aun no tenemos, no desean ver subir por encima de los acontecimientos.
Si nos imponen disciplina, ni nos exigen actitudes comedidas, es porque desean colaborar con nuestro progreso.
Para eso, Dios nos confió a su cuidado.
Y porque ese compromiso está registrado en su memoria espiritual, tanto como por los lazos de afecto que nos unen, ellos se preocupan por nosotros.
Pensemos en eso y antes de protestar tanto, miremos a nuestros padres con gratitud.
Vivamos con ellos lo mejor posible. Al final, no estarán siempre con nosotros.
Es posible que luego ellos se transfieran para la espiritualidad, cumplida su misión.
Vivamos usufructuando lo mejor de su compañía, de su sabiduría, de sus mimos.
Mañana cuando no estén más con nosotros, tendremos dulces recuerdos para alimentar nuestra salud
Tomado del Blog "La Weblog Espírita de Mari"