20 de febrero de 2019

Mucho más que una máquina


Mucho más que una máquina

por Dª Suely Caldas Schubert

“Siendo producto de la mente, el acto de pensar no es una secreción del cerebro sino una emanación del espíritu, originando así los procesos mentales como la razón, el discernimiento o la memoria que culminan en la conciencia”
Desde los nuevos planteamientos puramente científicos que están cambiando el paradigma científico de la concepción del Cosmos y de la realidad, aspectos como la influencia del alma humana y su trascendencia como conciencia, en la vida del hombre y del universo, no parecen nada complejos. Mucho menos si desligamos toda su naturaleza únicamente del obsoleto concepto de que el alma es únicamente un epi-fenómeno exudado por el cerebro.

Si la conciencia tiene tanta importancia en la percepción de la realidad, según nos confirma la física cuántica, es indudable que la conciencia tiene que tener una naturaleza trascendente a la materia y no ser fruto de la misma. La conciencia o la mente, según queramos denominar algunos aspectos de la psique humana que trascienden las células neuronales y observan y modifican la realidad, son aspectos de ese ser integral eterno y en continuo cambio y transformación  que es el espíritu o alma humana.

Así pues, los principios básicos del universo, como la materia y la energía, se rigen por leyes, muchas de las cuales ya hemos descubierto. Sin embargo, en la comprensión última de la realidad nos queda mucho camino por recorrer. El primer paso es la confirmación -ya dada- de que la conciencia del observador influye, modifica, transforma y es capaz de alterar la realidad de la materia.

Analizando la evolución del pensamiento y la relación entre mente y materia, la confirmación de la física no es otra cosa que asistir al entierro definitivo del materialismo, que considera que la materia es la única realidad y, por tanto, inconsciente. Es algo evidente que ahora mismo, estimado lector, usted es consciente.


Extractado del Blog Amor, Paz y Caridad.


MI COMENTARIO
La ciencia intenta infructuosamente encontrar el generador de pensamientos y sentimientos en el cuerpo. Hablan del consciente y subsconciente atribuyendoselo a la mente que supuestamente se encontraría en el cerebro.
La realidad que consciente es parte de eso que llaman mente y que en realidad no se encuentra en el cuerpo y se llama Alma.


Cualidades del alma

Cualidades del alma

por Allan Kardec.

El alma del hombre sobrevive al cuerpo y conserva su individualidad después de la muerte. Si el alma no sobreviviera al cuerpo, el hombre no tendría delante de si otra perspectiva que el vacío, lo mismo que si la facultad de pensar fuese producto de la materia; si no conservara su individualidad, esto es, si fuese a perderse en el gran todo, como las gotas del agua en el Océano, sería esto para el hombre el vacío del pensamiento y las consecuencias las mismas que si no tuviera alma.

La vida del alma después de la muerte corporal, queda probada de una manera irrecusable, y hasta cierto punto palpable, por las comunicaciones espiritistas. Su individualidad esta demostrada por el carácter y las cualidades propias de cada uno, pues siendo estas cualidades el distintivo de unas almas de otras, constituyen lo que se llama su personalidad; y si fuesen confundidas en un todo común, estas cualidades serian de todo punto uniformes. Además de estas pruebas inteligentes, existe la material de las manifestaciones visibles o apariciones, que son tan frecuentes y auténticas que no es posible dudar de ellas.

El alma del hombre es feliz o desgraciada después de la muerte, según el bien o el mal que haya hecho durante la vida. Admitida la existencia de un Dios soberanamente justo, no puede admitirse que las almas tengan reservada una suerte igual. Si la situación futura del criminal y del hombre virtuoso debiera ser idéntica, quedaría excluida la utilidad de obrar bien; así que, suponer que Dios no establezca diferencia entre el que obra bien o mal, sería negar su justicia. No siendo castigada la maldad ni premiada la virtud durante la peregrinación terrestre, es forzoso creer que la justicia se demostrará mas tarde, pues de lo contrario, Dios no sería justo.

Las penas y goces quedan probados, además, por las comunicaciones que el hombre puede establecer con las almas de los que fueron y que describen su estado venturoso o feliz, la clase de sus goces o sufrimientos, como también la causa de ellos. Dios, el alma, la individualidad y vida del alma después de la muerte del cuerpo, y las penas y recompensas futuras, son los principios fundamentales de todas las religiones.

El Espiritismo añade a las pruebas morales de estos principios, las pruebas materiales de los hechos; y la experimentación destruye los sofismas del materialismo. En presencia de los hechos, la incredulidad no tiene razón de ser; así es que el Espiritismo devuelve la fe a los que la han perdido y aclara las dudas de los indecisos.

Conceptos Extractados de "Obras Póstumas", por Allan Kardec.

El Espiritismo no es una teoría abstracta

El Espiritismo no es una teoría abstracta

por Allan Kardec

En un grupo del cual participaba durante mi estancia en lyón, en el fondo del salón se levantó un hombre vestido con ropas de trabajador, expresando lo siguiente: "Señor, hace seis meses yo no creía ni en Dios ni en el diablo, como tampoco en que tuviese un alma. Estaba persuadido que cuando morimos todo se acaba. No temía a Dios, pues le negaba; no me atemorizaban las penas futuras, dado que, según mi parecer, todo concluía con la vida. Será bueno decir que no oraba, pues desde mi primera comunión no había vuelto a poner los pies en una iglesia. Además de eso, era violento y arrebatado.
Para resumir: yo no creía en nada, ni siquiera en la justicia humana. ¡Hace seis meses yo era así! Fue entonces que me acerqué al Espiritismo. Durante dos meses sostuve una lucha. Mientras tanto, yo leía y comprendía sin poder negar lo evidente. Una verdadera revolución se operó en mí. Hoy ya no soy el mismo hombre. Oro todos los días y frecuento la iglesia. En cuanto a mi carácter, preguntad a mis amigos si yo cambié. ¡Antes me irritaba con todo, una insignificancia me exasperaba! Hoy soy tranquilo y feliz y bendigo a Dios por haberme enviado sus luces".

¿Comprendéis de lo que es capaz un hombre que llega al punto de no creer ni en la justicia de los hombres? ¿Será posible negar el efecto saludable del Espiritismo sobre este hermano? Y hay millares como él. Aunque iletrado, no por eso dejó de comprender. Ello porque el Espiritismo no es una teoría abstracta que se dirige sólo a los sabios; él habla también al corazón, y para hablar el lenguaje del corazón no hay necesidad de poseer diplomas. ¡Hacedlo penetrar por este camino en las mansiones y en las chozas, y él hará milagros!

Conceptos Extratados del Libro "Viaje Espírita en 1862", por Allan Kardec.

¡MAMÁ, Estoy aquí!!!



¡MAMÁ, Estoy aquí!!!

Hace algunos meses atrás la señora ... había visto desencarnar a su única hija de catorce años, objeto de toda su ternura y muy digna de sus lamentos por las cualidades que prometían hacer de ella una mujer cabal. Esta joven había sucumbido a una larga y dolorosa enfermedad. La madre, inconsolable ante esta pérdida, veía que su salud se alteraba a cada día y repetía sin cesar que pronto ella iría a reunirse con su hija. Informada de la posibilidad de comunicarse con los seres del Más Allá, la señora ... resolvió buscar, en una conversación con su hija, un alivio a su pena. Una dama de su conocimiento era médium; pero al ser una y otra poco experimentadas para semejantes evocaciones, sobre todo en una circunstancia tan solemne, me pidieron para que yo asistiera a la misma. Éramos tres: la madre, la médium y yo. He aquí el resultado de esta primera sesión.

LA MADRE –En el nombre de Dios Todopoderoso, Espíritu Julie ..., mi hija querida, te ruego que vengas si Dios lo permite. JULIE –¡Mamá, estoy aquí!

LA MADRE –¿Sos realmente vos, hija mía, que me responde? ¿Cómo puedo saber que sos vos? JULIE –Lili.
(Era un sobrenombre familiar dado a la joven en su infancia; no era conocido ni por la médium ni por mí, puesto que desde varios años sólo se la llamaba por su nombre de Julie. Ante esta señal, la identidad era evidente; la madre no pudo dominar su emoción y estalló en sollozos.)

JULIE –¡Mamá! ¿Por qué te afligís? Soy feliz, muy feliz; no sufro más y te veo siempre.

LA MADRE –Pero yo no te veo. ¿Dónde estás? . JULIE –Aquí, a tu lado, mi mano está sobre la señora ... (la médium) para hacerla escribir lo que te digo. Mirá mi escritura. (En efecto, la escritura era la de su hija.)

LA MADRE –Vos decís: mi mano; ¿Entonces tenés un cuerpo? . JULIE –No tengo más ese cuerpo que me hacía sufrir tanto; pero tengo su apariencia. ¿No estás contenta de que yo no sufra más, ya que puedo conversar con vos?

LA MADRE –Entonces, ¿si te viera, te reconocería? . JULIE –Sí, sin duda, y a menudo ya me viste en tus sueños.

LA MADRE –Realmente, te vi en mis sueños, pero creí que era un efecto de mi imaginación, un recuerdo. JULIE –No; era yo la que siempre estaba con vos, buscando consolarte; fui yo que te inspiré la idea de evocarme. Tengo muchas cosas para decirte. Desconfiá del señor ...; él no es sincero.
(Ese señor, conocido únicamente por la madre y nombrado tan espontáneamente, era una nueva prueba de la identidad del Espíritu que se manifestaba.)

LA MADRE –¿Qué puede, pues, hacer contra mí el señor ...? . JULIE –No puedo decírtelo; esto me está vedado. Solamente puedo advertirte que desconfíes de él.

LA MADRE –¿Estás entre los ángeles?. JULIE –¡Oh, todavía no! No soy lo bastante perfecta.

LA MADRE –Sin embargo, no te conocí ningún defecto; eras buena, dulce, amorosa y benévola para con todo el mundo; ¿esto no es suficiente? . JULIE –Para vos, mamá querida, yo no tenía ningún defecto; ¡y me lo creía, porque frecuentemente me lo decías! Pero ahora veo lo que me falta para ser perfecta.

LA MADRE –¿Cómo vas a adquirir las cualidades que te faltan? . JULIE –En nuevas existencias que serán cada vez más felices.

LA MADRE –¿Será en la Tierra que tendrás esas nuevas existencias? . JULIE –No lo sé.

LA MADRE –Puesto que no habías hecho mal alguno durante tu vida, ¿por qué sufriste tanto? . JULIE –¡Pruebas! ¡Pruebas! Las he soportado con paciencia por mi confianza en Dios; soy muy feliz hoy. ¡Hasta pronto, mamá querida!

En presencia de semejantes hechos, ¿quién osaría hablar de la nada después de la tumba, cuando la vida futura se nos revela –por así decirlo– tan palpable? Esta madre, minada por la tristeza, siente hoy una felicidad inefable al poder conversar con su hija; entre ellas no existe más la separación; sus almas se entrelazan y se expanden en el seno de una y de otra por el intercambio de sus pensamientos.

A pesar del velo con el cual hemos rodeado este relato, no nos hubiéramos permitido publicarlo, si no estuviésemos formalmente autorizados para ello. Nos decía esta madre: ¡Si todos los que han visto partir de la Tierra a sus afectos, pudiesen sentir el mismo consuelo que yo!

Por nuestra parte, solamente agregaremos una palabra dirigida a los que niegan la existencia de los buenos Espíritus: les preguntaremos cómo podrían probar que esta joven, en Espíritu, era un demonio maléfico.


Extractado de Revista Espírita 1858 de Allan Kardec.



¿Se equivocaron los Espíritus?

¿Se equivocaron los Espíritus?

A la vista de la propagación del Movimiento Espiritista, desde 1857, es normal que Allan Kardec pensara que la progresión del Espiritismo sería imparable y que, en pocos decenios, llegaría a ser una doctrina ampliamente implantada. Por lo tanto, Kardec realizó una previsión ajustada a los datos que poseía. Previsión que, después, por diversas razones -que intentaremos explicar- no llegó a cumplirse.

¿Se equivocaron los Espíritus?

Es posible que los Espíritus más próximos a Kardec, es decir, sus colaboradores desencarnados más cercanos, es posible -repetimos- que también realizaran una previsión errónea, fruto de un optimismo similar al de Kardec. Sin embargo, con toda certeza, el Equipo Directivo Espiritual de este planeta no debió confundirse en ningún momento acerca de la posterior trayectoria del Espiritismo. No en balde, ellos debían haber diseñado la  aparición de esta doctrina en ese momento concreto y, necesariamente, debían saber o prever cuál sería su real evolución.

Un aspecto que se presta a confusión es la diferente manera de considerar, de “sentir”, el paso del tiempo por parte de los Espíritus, en contraposición a nuestra forma de percibir el transcurrir del tiempo. A este respecto ya nos apercibimos, como Espíritus encarnados, que el tiempo “pasa” a diferente velocidad, según sean nuestras sensaciones y emociones del momento. Para aquel que padece algún mal físico o emocional, el tiempo se desliza muy lentamente; pero, para quién está en un estado emotivamente feliz, el tiempo pasa velozmente. Estas realidades todos las experimentamos de continuo. A este respecto no es inusual que, en alguna reunión mediúmnica, un Espíritu desorientado comente que desencarnó en una fecha determinada sin que se haya dado cuenta de que, realmente, ya ha transcurrido un siglo desde que dejó la envoltura material.

Entonces, cuando un Espíritu predice un determinado acontecimiento para una época concreta, no está midiendo el tiempo que transcurrirá con nuestro mismo baremo.


Extractado del Blog Centre Barcelonés de Cultura Espírita.


MI COMENTARIO
No se puede predecir que las cosas ocurrirán como uno piensa anticipadamente. Una realidad es que si uno va hacia un lugar, algún día llegara si no se desvía. Pero en el camino de la difusión del espiritismo existieron varios desvíos, u obstáculos que no lograron elevarlo a las expectativas tan altas que tenía Kardec.
El tiempo no lo maneja nadie, ni los encarnados, ni los espíritus. Porque además del tiempo está la libertad de todos los que participan y ese es un factor muy importante que hace variar cualquier pronóstico.


Deber y Libertad

Deber y Libertad

por León Denis

¿Qué hombre, en las horas de silencio y de recogimiento, jamás interrogó la naturaleza y su propio corazón, pidiéndoles el secreto de las cosas, el por qué de la vida, la razón de ser del universo? ¿Dónde está el que jamás procuró conocer su destino, levantar el velo de la muerte, saber si Dios es una ficción o una realidad? No es propio del ser humano, aún siendo tan despreocupado, que nunca se hubiera planteado estos problemas temibles.

La dificultad en resolverlos, la incoherencia y la multiplicidad de las teorías que originaron, las consecuencias deplorables que emanan de la inmensa mayoría de los sistemas desarrollados, todo este conjunto confuso, cansando el espíritu humano, le llevó a la indiferencia y al escepticismo.
Sin embargo, el hombre necesita saber; necesita el rayo que alumbra, la esperanza que consuela, la certeza que guía y que sostiene. Para eso, él mismo debe desprenderse de sistemas preconcebidos, descender, escuchar esa voz interior que habla a todos nosotros y que los sofismas no pueden engañar: la voz de la razón, la voz de la conciencia.

Así hice yo. Mucho tiempo reflexioné; medité sobre los problemas de la vida y de la muerte; con perseverancia sondeé estos abismos profundos.
Espíritu animado del amor al bien. Pruebas evidentes, hechos de observación directa vinieron para confirmar las deducciones de mi pensamiento, para ofrecer a mis convicciones una base sólida e inquebrantable. Después de haber dudado, creí; después de haber negado, vi. Y la paz, la confianza y la fuerza moral crecieron en mí. Son los bienes que, en la sinceridad de mi corazón, deseoso de ser útil para mis semejantes, vengo para ofrecer a los que sufren y los que desesperan.

Jamás la necesidad de luz se hizo sentir de forma más imperiosa. Una transformación inmensa se produce en el seno de las sociedades. Después de haber estado sometido durante largos siglos a los principios de autoridad, el hombre mismo aspira, cada vez más, a sacudir toda traba, a gobernarse. Al mismo tiempo que las instituciones políticas y sociales se modificaban, las creencias religiosas y la fe a los dogmas se debilitaron. Es todavía una de las consecuencias de la libertad en su aplicación a las cosas del pensamiento y de la conciencia. La libertad, en todos los dominios, tiende a sustituir a la coacción y a la autoridad, a guiar a las naciones hacia un horizonte nuevo.

El derecho de algunos se convirtió en el derecho de todos; pero, para que este soberano derecho esté conforme con la justicia y lleve sus frutos es necesario que el conocimiento de las leyes morales venga a regular su ejercicio. Para que la libertad sea fecunda, para que ofrezca a las obras humanas una base segura y duradera, debe ser completada por la luz, la sabiduría, la verdad. La libertad, para hombres ignorantes y viciosos, ¿no es como un arma poderosa en las manos de un niño? El arma, en este caso, a menudo se vuelve contra quien la lleva y le hiere.


Conceptos Extractados de "El Porqué de la Vida", por León Denis.