18 de abril de 2019

VI Congreso Espírita Mundial 2010 - Salvador Martín

VI Congreso Espírita Mundial 2010 - Salvador Martín


Hace exactamente 149 años en un día como ayer, un 9 de octubre de 1861…la Inquisición española católico romana, quema en una plaza pública cientos de obras espíritas. Antes de eso una comunicación mediúmnica ya había anunciado a Allan Kardec el gran efecto divulgativo que aquello produciría. Y así fue, todos en España escucharon hablar de Espiritismo, la prensa recogió el hecho, haciendo nacer en muchos la curiosidad por saber qué decían aquellos libros que aquel Obispo tuvo tanto interés en quemar. Apenas 12 años después el Espiritismo había llegado a las Cortes Españolas, varios ministros eran espiritistas y se debatía un proyecto de ley para tener el Espiritismo entre las materias de estudio en la enseñanza secundaria y universitaria.

…Libertad en un primer momento equivocada pues en la necesidad de huir de las imposiciones religiosas en las últimas décadas del pasado siglo, se dio la tendencia de colocarse barreras autolimitativas de la propia libertad para no salirse nunca del lado de no creo en nada, Dios no existe, no hay nada más allá, con prisiones materialistas que han llevado al miedo o la vergüenza de ni siquiera asomar la cabeza entre los barrotes.

Seguramente ha sido una fase necesaria y nuevamente volverá la necesidad de ser libre, ahora de pensamiento, y poco a poco se descubrirá que mirando fuera de esas celdas que cada uno se ha creado hay algo más que los fantasmas de las religiones, hay verdades y hechos. Verdades y hechos como el de que “Somos Espíritus Inmortales”

…Por mi profesión me encuentro frecuentemente frente a la desgracia, a la catástrofe, frente a la pérdida y a la muerte. Y las personas que se hallan en estas situaciones tienen un común denominador la mayoría se pregunta ¿Por qué? Pregunta filosófica que se hacen, en los momentos de dolor, precisamente todos esos a los que nunca les han interesado esos temas. Poco después la gran mayoría serán guiados por la propia intuición a otro cuestionamiento ¿Hay vida después de la muerte?

Durante estos días vamos al menos a responder a estas dos importantes preguntas que tantas veces han sido ya contestadas no apenas desde el punto de vista filosófico sino especialmente desde las evidencias científicas de la reencarnación, de la inmortalidad, de la comunicabilidad de los espíritus.

Extractado de la Revista Espirita FEE.

Causas del Temor a la Muerte

Causas del Temor a la Muerte

por Allan Kardec.

El hombre, a cualquier grado de la escala a que pertenezca, desde el estado salvaje, tiene el sentimiento innato del porvenir. Su intuición le dice que la muerte no es la última palabra de la existencia, y que aquellos cuya memoria recordamos no son perdidos para siempre. La creencia en el porvenir es intuitiva y muchísimo más generalizada que la del nihilismo. ¿A qué se debe, pues, que entre aquellos que creen en la inmortalidad del alma se encuentra todavía tanto apego a las cosas de la materia y tanto temor a la muerte?

El temor a la muerte es un efecto de la sabiduría de la Providencia y una consecuencia del instinto de conservación, común a todos los seres vivientes. Es necesario, mientras, que el hombre no esté bastante enterado de las condiciones de la vida futura, como contrapeso a la propensión que, sin este freno, le induciría a dejar prematuramente la vida terrestre y descuidar el trabajo que debe servir para su adelanto.
Por eso, para los pueblos primitivos el porvenir sólo es una vaga intuición. Más tarde, una sencilla esperanza, y después, una certeza, pero todavía neutralizada por un secreto apego a la vida corporal.

A medida que el hombre comprende mejor la vida futura, el temor a la muerte disminuye. Pero al mismo tiempo comprende mejor su misión en la Tierra, y espera su fin con más calma, resignación y sin temor.

La certeza de la vida futura da otro curso a sus ideas, otro objeto a sus trabajos. Antes de tener certeza, sólo trabaja para la vida actual. Con esta certidumbre, trabaja en vista del porvenir sin descuidar el presente, porque sabe que su porvenir depende de la dirección más o menos buena que da al presente. La seguridad de volver a encontrar a sus amigos después de la muerte, de continuar las relaciones que tuvo en la Tierra, de no perder el fruto de ningún trabajo, de aumentar sin cesar en inteligencia y en perfección, le da la paciencia de esperar y el valor para soportar las fatigas momentáneas de la vida terrestre. La solidaridad que ve establecerse entre los difuntos y los vivientes le hace comprender la que debe existir entre los vivos. La fraternidad tiene desde entonces su razón de ser y la caridad un objeto en el presente y en el porvenir.

Conceptos Extractados de "El Cielo y el Infierno", por Allan Kardec.

Por qué Educar para la Muerte

Por qué Educar para la Muerte

por Marina Silva

Según Allan Kardec, en un artículo de la Revista Espírita (Febrero de 1865), el miedo a la muerte deriva del instinto de conservación que nos fue otorgado por la Providencia divina, y es necesario para el proceso de aprendizaje en la Tierra. Sin embargo, ese temor es menos intenso cuando sabemos que el alma es inmortal, y cuando tenemos conciencia de la importancia de las sucesivas encarnaciones como herramientas evolutivas.

Ese nivel de conciencia sólo puede ser alcanzado a través de la educación: no de la educación religiosa, que prepara al hombre para conquistar el Cielo, sino de la educación para la realidad que, según Herculano Pires, encara el nacimiento y la muerte como fenómenos naturales de la vida, los cuales no deben ser confundidos con desgracia ni castigo, dado que solamente los hombres matan para vengarse o cobrar deudas afectivas. Dios no mata, sino crea. Léon Denis, en su libro El Problema del ser y del destino, afirma que toda muerte es un parto, un renacimiento y que todos nos reuniremos en lo Invisible. Por su parte, Hermínio C. Miranda, en su obra Nuestros hijos son Espíritus, relata un interesante estudio sobre nacimiento y muerte realizado por la doctora Helen Wambach.

Esta psicóloga sometió a varios de sus pacientes a la regresión de la memoria y les hizo preguntas -formuladas previamente- sobre su objeto de estudio. El 90% de sus pacientes relataron que morir es bueno, pero nacer es muy desagradable. Una de las personas le dijo, incluso, que nacer se parece a una tragedia. El resultado de las investigaciones de la doctora Wambach está completamente de acuerdo con las pesquisas de ECM, dado que la mayoría de las personas que se acercan a la muerte relatan que sienten mucha paz, que sus dolores desaparecen y viven una hermosa experiencia; además, manifiestan que les resulta difícil el regreso al cuerpo físico. Algunos, incluso, dicen haber sido orientados en su retorno por algún familiar desencarnado, o por un Espíritu de Luz, pues de haber seguido a su voluntad se hubieran dejado morir con tranquilidad.

Otra conclusión de la psicóloga es que el Espíritu del niño se muestra como un ser adulto, experimentado, consciente, dueño de gran conocimiento y comprometido con sus proyectos de vida, con metas, objetivos y propuestas ya programadas.

Eso confirma las enseñanzas de la Doctrina Espírita y explica la muerte de niños, aclarando que ellos son Espíritus milenarios, tal vez más experimentados que sus padres. Su muerte, supuestamente prematura, forma parte de un programa previo a su reencarnación, que tiene como objetivo tanto su crecimiento espiritual como el de los padres. La muerte de los niños puede tener muchas justificaciones y, a veces, lo que pareciera una injusticia desde el punto de vista humano, constituye una bendición para todos aquellos que están involucrados.

Extractado de la Revista La Idea  - Centro Espírita Argentino.

LEÓN DENIS


LEÓN DENIS

(1846 – 1927) Francia – el sucesor de Kardec


Léon Denis fue el incuestionable sucesor de la obra de Allan Kardec e incansable divulgador de la Doctrina Espírita. Nació cerca de la ciudad de Toul, en Francia, el 1º de enero de 1846. Sus padres eran personas humildes pero muy espiritualizadas, sobre todo su madre, Doña Ana Lucia Denis, mujer de increíbles cualidades que le transmitió el amor a Dios y el respeto al prójimo.

Desde muy temprana edad tuvo que trabajar duro para colaborar con el mantenimiento del modesto hogar. También sintió desde tierna edad la compañía de los amigos invisibles que lo auxiliaban en las dificultades y que nunca lo abandonarían. Fue un autodidacta, capacitándose intelectualmente como pocos hombres. Aprovechaba cada minuto libre para leer e informarse, estudiando y buscando el conocimiento con verdadero apetito de sabiduría. Dividía el tiempo entre el trabajo pesado y la lectura.

Era un joven tranquilo, tímido y muy reservado. Desde muy temprano tuvo problemas con la vista que más tarde le traerían dolorosos momentos. Adoraba la música y las artes y era un ser muy sensible, conectado desde siempre con la fuerza del Mundo Mayor.

Un día, a los dieciocho años, encontró en una librería, el libro de Kardec, “El Libro de los Espíritus” y a partir de allí definió su vida, asumiendo los compromisos espirituales que había adquirido antes de reencarnar para divulgar el Espiritismo, la Buena Nueva que nos enviaba el Maestro Jesús. Se lanzó a la obra y nunca descansó.

En 1880 se encuentra con Allan Kardec cuando éste visitaba su pueblo natal, pronunciando conferencias y abriendo círculos de lectura para promover el estudio sistemático de la Doctrina. Este encuentro fue vital en su vida y en su obra.

En 1882 empieza a escribir maravillosos textos donde explica con simplicidad los objetivos del Espiritismo, al mismo tiempo que se convierte en el paladín de la Doctrina, pronunciando conferencias y charlas por todos los pueblos de Francia.

En esa época enfrenta crueles persecuciones por parte de la Iglesia Católica y de los grupos materialistas y positivistas, filosofías de moda en ese tiempo. Los primeros lo combatían llamándolo hijo del diablo y amenazándolo con el eterno infierno y los segundos, se burlaban de las nuevas ideas sobre la supervivencia del alma y la vida en el Mundo Espiritual. Léon Denis respondía siempre con seguridad y calma, jamás devolviendo las ofensas recibidas, como nos ensañara Jesús.

Léon Denis escribió muchos libros maravillosos, todos de carácter espiritualista, entre los que nombraremos:

Despues de la Muerte - Leon Denis
-“El Porque de la Vida” (1884)

-"Después de la muerte” (1890)

-"El Problema del Ser, del Destino y del Dolor” (1905)

-“Cristianismo y Espiritismo” (1898)

-“Mundo Invisible” (1903)

-“El Gran Enigma : Dios y el Universo” (1911)

-“El Genio Céltico y el Mundo Invisible” (1927)

Fue además de escritor, periodista, conferencista y director de grupos de estudio, Presidente de la “Unión Espírita Francesa”, corresponsal de la revista más famosa de su época, “Revue Spirite” (Revista Espírita), donde escribió innumerables artículos sobre el Espiritismo; participó activamente en todos los congresos espíritas de Europa que comenzaban a organizarse en ese momento.

A partir de 1910 su vista empeoró considerablemente, llegando casi a la ceguera. No se desanimó y al igual que los grandes espíritus, soportó la dificultad con estoicismo y fe plena en el Mundo Espiritual que actúa por caminos ignorados por nosotros, con el único fin de hacernos crecer y tallar nuestras almas para convertirlas en faroles de la Luz Crística.

Continuó escribiendo con ayuda de amigos y aprendió el sistema Braille de escritura (método para ciegos). Así pudo seguir corrigiendo sus obras, escribiendo y llevando las palabras de esperanza de la Buena Nueva a todos los rincones del planeta.

Se preocupó mucho por la Naturaleza y su energía divina. Decía que el hombre debería volver a sus raíces, cuando se comunicaba con ella, intercambiando las fuerzas vitales, entendiendo que todos formamos parte de una gigantesca red energética, proveniente del Padre y que todos llevamos parte de este espíritu divino, hermanados en el sabio conocimiento del amor universal.

En 1927, a los 81 años de edad, termina su manuscrito “El Genio Céltico y el Mundo Invisible”. Estaba prácticamente ciego. Este hermoso tema fue publicado por la revista “Revue Spirite” de París. Enseguida, a fines de marzo de ese año, 1927, desencarna. Había partido un gran hombre, camino a la Patria Mayor.

Este gran hombre, defensor y paladín del Espiritismo, sostuvo las bases de la Doctrina como pocos, llevó el pensamiento a la comprensión de los motivos para la reencarnación, explicó la justicia de Dios, la pluralidad de existencias y mundos habitados, hizo tomar conciencia sobre la conexión entre la humanidad, las estrellas y la naturaleza y llevó la bandera del amor y del perdón como estandarte. Explicó como pocos el significado de la vida y la responsabilidad para con el Mundo Espiritual.

En sus palabras:... “La fe espírita desemboca, sin duda, en el amor, pero postula, en primer lugar, el conocimiento del alma, del destino y de Dios. No es solamente fe, es una enseñanza, es un criterio que desafía la contradicción.”

...”No busques a Dios en los templos de piedra o de mármol, Oh! Hombre que quieres conocerle! Búscalo en el templo eterno de la Naturaleza; en el espectáculo de los mundos, recorriendo el infinito; en los esplendores de la vida que estalla en su superficie; en la contemplación de los horizontes variados: llanos, valles, montañas y mares que te ofrece tu morada terrestre. (…) si sabes recogerte, oirás en las voces de la Naturaleza las sutiles enseñanzas que ésta murmura al oído de quienes frecuentan sus retiros y estudian sus misterios (…) Dios está en cada uno de nosotros, en el templo viviente de la conciencia. Allí es el lugar sagrado, el santuario donde se oculta la divina chispa.”

Fuente consultada: SCHULTE, Etel. “Espiritismo Sendero de Luz”

Extractado de Confederación Espírita Argentina.

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El Gen y la Cultura

El Gen y la Cultura

por Nubor Orlando Facure

Aquí también la crónica popular registra una interpretación anecdótica. Cuando un hijo se sale excepcionalmente bien en sus desafíos acostumbramos oír que “salió al padre”. Cuando es el hijo del vecino al que las noticias del barrio dan destaque al suceso, los méritos son atribuidos “colegios caros” que frecuentó. En el primer caso la inteligencia es heredada del padre, en el segundo la educación hizo la diferencia.

La agresividad, la criminalidad o el mal desempeño escolar acostumbran ser atribuidos al ambiente familiar, al tipo de educación, a la desigualdad social. No en tanto, experimentos y evaluaciones cuidadosas de gemelos e hijos adoptivos desmienten esa interpretación.

Gemelos separados después del nacimiento y criados, sin contacto entre ellos, en ambientes distantes, revelaron después aptitudes y preferencias increíblemente semejantes: el estilo de vida, la elección de la profesión, la ocurrencia de divorcios, el número de hijos, la decoración de la casa, la opción de entretenimientos y pequeñas manías que uno  y otro manifiestan involuntariamente.

La adopción de hijos procedentes de hogares disolutos, inclusive cuando son criados en familias íntegras, nos muestra de manera significativa la dependencia genética del comportamiento antisocial.

Extractado del Blog Córdoba Espírita.