Cuerpo Espiritual
Centros Vitales
Estudiado en el plano en que nos encontramos, en la situación de Seres desencarnados, el cuerpo espiritual o psicosoma, es el vehículo físico relativamente definido por la ciencia humana con los centros vitales que esa misma ciencia, por ahora, no puede investigar ni reconocer.
En él poseemos todo el arsenal de recursos automáticos que gobiernan a los billones de entidades microscópicas al servicio de la Inteligencia en los círculos de acción en que nos desenvolvemos, los cuales son adquiridos muy lentamente por el Ser a través de milenios y milenios de esfuerzo y recapitulación, en los múltiples campos de la evolución anímica.
Así, rigiendo la actividad funcional de los órganos definidos por la fisiología terrena, en él identificamos el centro coronario, instalado en la región central del cerebro, sede de la mente, centro que asimila los estímulos del plano Superior y orienta la forma, el movimiento, la estabilidad, el metabolismo orgánico y la vida consciente del alma encarnada o desencarnada en el rol de aprendizaje que le corresponde en la escuela planetaria. El centro coronario supervisa, además, los otros centros vitales que obedecen al impulso procedente del Espíritu, así como las piezas secundarias en una industria responden al comando de la pieza-motor de que se sirve en su aprendizaje el hombre para concatenarlas y dirigirlas.
De esos centros secundarios, interconectados en el psicosoma y, consecuentemente, en el cuerpo físico por redes plexiformes, destacamos el centro cerebral contiguo al coronario, con influencia decisiva sobre los demás, gobernando la corteza encefálica en la sustentación de los sentidos, marcando la actividad de las glándulas endocrinas y administrando el sistema nervioso en toda su organización, coordinación, actividad y mecanismo, desde las neuronas sensitivas hasta las células efectoras; el centro laríngeo controlando notadamente la fonación y la respiración; el centro cardíaco dirigiendo la emotividad y la circulación de las fuerzas de base; el centro esplénico determinando todas las actividades en que se expresa el sistema hemático, dentro de las variaciones del medio y volumen sanguíneo; el centro gástrico, responsabilizándose de la digestión y absorción de los alimentos densos o menos densos que, de cualquier modo, representan concentraciones fluídicas que penetran toda la organización, y el centro genésico guiando el modelado de nuevas formas entre los hombres y el establecimiento de estímulos creadores con vistas al trabajo, a la asociación y a la realización entre las almas.
Extractos del Libro "Evolución en dos mundos", por André Luiz-Chico Xavier