Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 1 »
Sí –afirmaba el instructor Druso, sabiamente– el estudio de la situación espiritual de la criatura humana, después de la muerte del cuerpo, no puede ser relegado a un plano secundario. Todas las civilizaciones que antecedieron a la gloria occidental en los tiempos modernos, consagran especial atención a los problemas del Más Allá. Egipto mantenía un incesante intercambio con los antepasados y enseñaba que los muertos sufrían un riguroso juicio entre Anubis, el genio con cabeza de chacal, y Horus, el genio con cabeza de halcón, ante Maat, la diosa de la justicia, decidiendo si las almas debían ascender al esplendor solar o volver a los laberintos de las pruebas, en la propia Tierra, en cuerpos deformes y viles. Los indios admitían que los desencarnados, de acuerdo con las resoluciones del Juez de los Muertos, subirían al Paraíso o descenderían a los precipicios del reino de Váruna, el dios de las aguas y del reino de los muertos, para ser aislados en cámaras de tortura, amarrados unos a otros por serpientes infernales. Los hebreos, griegos, galos y romanos, tenían creencias más o menos semejantes, convencidos de que la elevación celeste se reservaba a los espíritus rectos y buenos, puros y nobles, guardando los tormentos del infierno para aquellos que se rebajaban en la perversión y en el crimen, en las regiones de suplicio, fuera del mundo o en el propio mundo, a través de la reencarnación en formas envilecidas por la expiación y el sufrimiento.
La conversación nos fascinaba.
Hilario y yo, estábamos de visita en la “Mansión de Paz”, notable escuela de reajuste, de la que Druso era el abnegado director y amigo. (1)
El establecimiento, situado en los planos inferiores, era una especie de “Monasterio de San Bernardo”, en una zona castigada por la naturaleza hostil, con la diferencia de que la nieve, casi constante en torno del célebre convento enclavado en los desfiladeros existentes entre Suiza e Italia, allí era sustituida por la sombra densa que, en aquella hora, se hacía aún más densa, móvil y terrible, alrededor de la institución, como si estuviese dominada por un vendaval incesante (2)
Aquel puesto acogedor, que permanece bajo la jurisdicción de “Nuestro Hogar” (3)
MIS OBSERVACIONES
(1) Hilario es el compañero de Luiz en visita al monasterio donde Druso da una disertación
(2) Las ciudades que se describen son mundos mentales no visibles con los ojos humanos y que les dan una ubicación física aunque en realidad solo es una creación mental en conjunto de quienes mantienen la colonia.
(3) Nuestro Hogar es una Colonia Espiritual situada en la Esfera Superior. Podríamos entender que todas las ciudades físicas tienen sus colonias en un mundo paralelo aledaño al mundo material.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz.
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