Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 8 »
Integrando el equipo dirigente, Hilario y yo conocimos a compañeros agradables y distinguidos, entre ellos, los asistentes Silas y Honorio y la hermana Celestina, tres de los más destacados asesores en la dirección de aquella morada de socorro espiritual.(17)
No hablamos más allá de los saludos comunes, porque el orientador, después de indicar a uno de los enfermos que pronunciase la oración inicial, que escuchamos con gran emoción, tomó la palabra y habló con naturalidad, como si estuviera conversando entre amigos:
–Hermanos, continuemos hoy en nuestros comentarios sobre el buen ánimo. No me creáis separado de vosotros por virtudes que no poseo.
–La palabra fácil y bien emitida, es, muchas veces, un deber en nuestra boca, obligándonos a la reflexión y a la disciplina.
–Soy aquí, también, un compañero que espera su regreso a la reencarnación.
–La prisión redentora de la carne, espera por nuestra vuelta.
El propósito de la vida, trabaja en nosotros y con nosotros, a través de todos los medios, para conducirnos a la perfección. Cortando sus impulsos, actuamos en sentido contrario a la Ley, creando aflicción y sufrimiento en nosotros mismos. En el plano físico, muchos de nosotros suponíamos que la muerte sería un punto final a nuestros problemas, mientras que otros se creían privilegiados por la infinita bondad, al haber abrazado actitudes superficiales, en los templos religiosos.
El viaje a través del sepulcro, no obstante, nos enseñó una lección grande y nueva: que nos hallamos indisolublemente unidos a nuestras propias obras. Nuestros actos tejen alas de liberación o cadenas de cautiverio, para nuestra victoria o para nuestra derrota. A nadie debemos nuestro destino, si no es a nosotros mismos. No obstante, si bien es verdad que nos vemos hoy bajo las ruinas de nuestras realizaciones deplorables, no debemos sentirnos sin esperanza.(18)
Si la sabiduría de nuestro Padre Celestial no prescinde de la justicia para ponerse de manifiesto, esa misma justicia no se revela sin amor. Si somos víctimas de nosotros mismos, también somos beneficiarios de la tolerancia Divina, que nos abre los santuarios de la vida física, para que sepamos expiar y resolver, restaurar y resarcir.
MIS OBSERVACIONES
(17) El mundo espiritual no se diferencia mucho del mundo material. Los espíritus tienen formas, instrumentos, y todo lo que en la tierra tenemos. La diferencia es que está todo construído con la mente y no con las manos materiales. Para el espíritu todo es tan real como lo es en el mundo físico.
(18) Una hermosa forma de expresar lo que ya sabemos todos. Nosotros mismos nos construímos nuestras alas o nuestro cautiverio, pero siempre está presente la esperanza de progresar. Así es la LEY DIVINA.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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