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30 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 89 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 89 »

El asistente sonrió y aclaró:
–El infierno, en realidad, es obra nuestra, genuinamente nuestra, pero imaginémoslo así, en forma de una construcción indigna y calamitosa, en el terreno de la vida, que es la creación de Dios. Habiendo abusado de nuestra razón y conocimiento para generar semejante monstruo en el espacio Divino, nos compete la obligación de destruirle para edificar el Paraíso en el lugar en que lo hemos situado indebidamente. Para lograrlo, el infinito amor del Padre celestial, nos ayuda de muchas formas, para que podamos atender a su perfecta justicia. ¿Entendido?
La explicación no podía ser más clara. No obstante, Hilario parecía interesado en resolver cualquier duda y, tal vez por ello, preguntó nuevamente:
–¿Es posible que se puedan conocer cuáles fueron las existencias anteriores de Laudemira, con anterioridad a haber ingresado en la corte de Juana II?
–Sí –explicó Silas, tolerante–, será fácil conocerlas, pero no nos conviene, en un simple estudio, intentarlo, porque el asunto en sí, reclamaría largas cuotas de atención y de tiempo. Debe bastar que investiguemos la condición referida, para definir las luchas redentoras de ahora, ya que nuestras situaciones, en cualquier posición social en el mundo, ya sea en el campo de la influencia o en el de las finanzas, de la cultura o de las ideas, sirven como puntos vivos de referencia de nuestra conducta digna o indigna, en el disfrute de las posibilidades que el Señor nos facilita a título de préstamo, designando con claridad nuestro avance en la dirección de la luz, o nuestro aprisionamiento mayor o menor en los círculos de las tinieblas, por las virtudes conquistadas o por las deudas contraídas.
Los conceptos luminosos de Silas, eran un verdadero chorro de luz solar sobre mi entendimiento...
Aun así, mi compañero insistió:
–No obstante tus valiosos conceptos expuestos, en cuanto a la memoria en los planos inferiores, será interesante saber si Laudemira, antes de la actual existencia, llegaba a acordarse con nitidez de las situaciones por las que pasó en las difíciles pruebas a que te refieres.
Nuestro amigo, con la mayor tolerancia, aclaró:
–Hace ocho lustros que estoy en la Mansión, y acompañé su entrada en nuestra casa, hace, precisamente, treinta años. Había terminado su última existencia en el plano carnal, al comienzo de este siglo, y atravesaba largos sufrimientos en los planos de bajo nivel. Ingresó en nuestro Instituto acusando una terrible demencia y, sometida a hipnosis, reveló los hechos que acabo de narrar, hechos que constan, naturalmente, en la ficha que define su personalidad, en el archivo de las observaciones que nos orientan. Nuestros instructores, por tanto, no juzgarán necesario más amplio retroceso mnemónico por ahora, para prestarle auxilio.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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29 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 88 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 88 »

–Pero –preguntó Hilario– cada vez que desencarnaba, en las cuatro existencias que citas, ¿continuaba ligada a las sombras?
–¿Cómo no? –exclamó el asistente–,cuando la caída en el abismo es de largo curso, nadie emerge de él de un sólo salto. Naturalmente, ella entraba por la puerta del sepulcro y salía por la puerta de la cuna, transportando consigo desajustes interiores que no podía curar de un momento a otro.
–Si su situación era, así, inalterable –dijo mi colega– ¿para qué regresar a nuevos cuerpos físicos? ¿No le bastaría sufrir su dolorosa purga aquí, en este plano, sin tener que renacer en la esfera carnal?...
–La observación es comprensible –agregó Silas pacientemente– no obstante, nuestra hermana, con el amparo de abnegados compañeros, volvió al pago parcial de sus deudas, acercándose a los acreedores reencarnados, a pesar de hallarse mentalmente unida a los planos inferiores, disfrutando de la bendición del olvido temporal, con lo que le fue posible, adquirir una preciosa renovación de fuerzas.
–¿Pero siempre consiguió rescatar, de algún modo, las deudas en que se había enredado?
–De algún modo, sí, porque padeció tremendos golpes en el orgullo que tenía cristalizado en el corazón... Con todo, a la par de eso, contrajo nuevas deudas, ya que, en ciertas ocasiones, no consiguió superar la aversión instintiva ante los adversarios a los que debía trabajo y obediencia, llegando al infortunio de ahogar una criatura que malamente ensayaba sus primeros pasos, con el propósito de herir el corazón de la casa en que trabajaba como sirvienta, tratando así de vengarse de las crueldades recibidas. Después de cada desencarnación, regresaba habitualmente a las zonas purgatoriales de donde procedía, con alguna ventaja en la liquidación de sus cuentas, pero no con valores acumulados, imprescindibles para la definitiva liberación de las sombras, porque todos somos tardíos en la decisión de pagar nuestras deudas, hasta el integral sacrificio...(67)
–Con todo, –volvió a decir Hilario– siempre que regresaba al plano espiritual, seguramente contaba con el auxilio de los bienhechores que procuraban refrenar sus desatinos.
–Exactamente, –confirmó Silas– nadie está condenado al abandono. No ignoráis que el Creador atiende a la criatura por mediación de las propias criaturas. Todo pertenece a Dios.
–¿Aun lo que llamamos el infierno? –preguntó Leonel, con preocupación.

MIS OBSERVACIONES
(67) Parecería que hay una etapa muy baja donde la denominan "sombras". Una zona de estado mental muy baja, con deudas graves, como lo muestran también en el Umbral. Aunque este último sería aun mas tenebroso y mas oscuro aún. Pasando esa etapa donde predomina la locura, el mal, se pasaría a enfermerías, ministerios o institutos de rehabilitación y para esos espíritus sería casi como el paraíso.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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28 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 87 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 87 »

La enseñanza era preciosa, no solamente para los dos perseguidores que la observaban perplejos, sino también para nosotros que reconocíamos, una vez más, la infinita bondad del supremo Señor, que, aun en las más tenebrosas sombras, nos permite trabajar por el incesante engrandecimiento del bien como bendito precio de nuestra felicidad.
Mientras volábamos de regreso, Hilario, anticipándose a la curiosidad, inclinó la conversación hacia el caso de Laudemira. ¿Era conocida de Silas desde hacía mucho tiempo? ¿Había asumido compromisos tan graves con la maternidad? ¿Qué suponían los hijos, a su lado? ¿Acreedores o deudores?
Silas sonrió complaciente y explicó:
–Sin duda, creo que el proceso redentor de nuestra amiga, sirve como tema palpitante en los estudios de causa y efecto que estáis haciendo. Se entregó a una larga pausa, como consultando su memoria, y prosiguió:
–No podemos, así de improviso sumergirnos detalladamente en el pasado que le pertenece, ni puedo, por mí mismo, cometer cualquier indiscreción, abusando de la confianza que la Mansión me otorga en el ejercicio de mis deberes. No obstante, a título de utilidad para nuestra edificación espiritual, puedo adelantarles que las penas de Laudemira, en la actualidad, son consecuencia de pesadas deudas contraídas por ella misma, hace poco más de cinco siglos. Dama de elevada situación jerárquica en la corte de Juana II, reina de Nápoles desde 1414 hasta 1435, poseía dos hermanos consanguíneos que apoyaban todos sus planes de locura, vanidad y de dominio. Se casó, pero notando que la presencia del marido ponía trabas al desarrollo de las liviandades que marcaban su carácter, acabó por mandarle apuñalar. Viuda y dueña de bienes considerables, creció en prestigio por haber favorecido el casamiento de la reina, entonces viuda de Guillermo, Duque de Austria, con Jaime de Borbón, conde de la Marche. Desde entonces, asociada más íntimamente a las aventuras de su soberana, se confió a placeres y disipaciones, con los cuales perturbó la conducta de muchos hombres de bien, y arruinó las situaciones domésticas, elevadas y dignas, de varias mujeres de su tiempo. Menospreció las sagradas oportunidades de educación y beneficencia que le fueron concedidas por la bondad Celeste, aprovechándose de su privilegiada situación en la nobleza, para desviarse en la irreflexión y en el crimen. Así que, al desencarnar en el auge de la opulencia material, a mediados del siglo XV, descendió a pavorosas profundidades infernales, en donde sufrió el asedio de feroces enemigos que no le habían perdonado sus delitos y deserciones. Sufrió por más de cien años consecutivos en las tinieblas densas, conservando la mente fija en las ilusiones que le eran propias, regresando a la carne por cuatro veces consecutivas, gracias a la intercesión de amigos del plano superior, en tremendos problemas expiatorios, en el curso de los cuales, en la condición de mujer, aunque abrazando nuevos compromisos, experimentó pavorosos vejámenes y humillaciones de parte de los hombres sin escrúpulos, que asfixiaban todos sus sueños de felicidad...

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27 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 86 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 86 »

Padeció muchos años en las tinieblas infernales, entre la carne y la sombra, hasta que, al fin, mereció la felicidad de renacer de nuevo con la tarea de restaurarse, restaurando a la vez a algunos de los compañeros de crueldad que, como hijos, volverán con ella para alcanzar más amplios servicios regeneradores...
Silas me dirigió una expresiva mirada, diciendo:
–Más tarde, nos referiremos al asunto. Ahora, es indispensable actuar.
Bajo la atención de Clarindo y de Leonel, que nos seguían sorprendidos, nos invitó a Hilario y a mí, para llevar a cabo un socorro inmediato.
Pidiendo que ambos permaneciéramos en oración, con la diestra colocada sobre el cerebro de la enferma, comenzó a hacer operaciones magnéticas excitantes sobre el útero.
De sus manos, irradiaba una sustancia lechosa, como una neblina leve, que se esparcía sobre todos los reductos del aparato genital.
Pasados algunos minutos de pesada expectación, surgieron contracciones que, poco a poco, se acentuaron intensamente.
Silas, atentamente, controló la evolución del parto, hasta que el médico ingresó en el recinto.
Lejos de adivinar nuestra presencia, el médico sonrió satisfecho, reclamando la ayuda de una competente enfermera.
La cesárea, fue olvidada.
El Asistente nos invitó a regresar, diciéndonos, ya más tranquilo:
–El organismo de Laudemira reaccionó brillantemente. Esperamos que pueda continuar en la obra que le compete, con el éxito necesario.
Leonel, cuya aguda inteligencia no perdía nuestros menores movimientos, preguntó a Silas, con aire respetuoso, si los trabajos a que se dedicaba constituían alguna preparación para el futuro, a lo que el asistente respondió sin titubear:
–Sin duda. Ayer, les conté mis errores como médico, que prácticamente jamás lo fui, y comenté mis propósitos de abrazar la Medicina en el futuro, entre los encarnados, nuestros hermanos. Pero para que yo merezca tal reconquista, me consagro, en los planos inferiores que me sirven de domicilio, al ministerio del alivio, creando causas benéficas para los servicios que vendrán...
–¿Causas? ¿Causas? –murmuró Clarindo, algo espantado.
–Sí, procurando ayudar espontáneamente, además de los deberes que me son impuestos en la lucha por la recuperación moral de mí mismo, con la bendición Divina extenderé la simiente de simpatía en mi favor.
Y echando significativamente una mirada sobre nosotros, después de un breve minuto de reflexión, añadió:
–Un día, de acuerdo con las deudas que debo rescatar, estaré nuevamente entre las criaturas encarnadas y, para solventar mis culpas, sufriré también obstáculos y dudas; enfermedades y aflicciones... Que manos cariñosas y amigas me amparen desde aquí, en nombre de Dios, porque aisladamente nadie consigue vencer... Y para que brazos amorosos se me extiendan más tarde, es imperioso que mueva ahora los míos en voluntario ejercicio de solidaridad.

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26 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 85 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 85 »

Después, el responsable de nuestro grupo de trabajo, tomó la palabra, preguntando:
–¿Cómo está nuestra hermana Laudemira? Hoy tuvimos noticias graves...
Sí –dijo el interpelado– todo hace creer que la pobrecita sufrirá una peligrosa intervención quirúrgica. Envuelta en los fluidos anestesiantes que le lanzan sus perseguidores durante el sueño, tiene la vida uterina sensiblemente perjudicada por extremada apatía. El cirujano volverá en una hora y, si los recursos aplicados no surten efecto, tendrá que hacer una cesárea...(66)
Nuestro amigo mostró profunda preocupación en su rostro habitualmente tranquilo, y dijo:
–Una operación de esa naturaleza le acarreará grandes perjuicios para el futuro. De acuerdo con el programa, tiene que recibir tres hijos más en el templo de su hogar, para que pueda servirse de su actual reencarnación, cuanto le sea posible...
El vigilante hizo un gesto de respeto y comentó:
–Creo, entonces, que no hay tiempo que perder.
Silas nos tomó la delantera conduciéndonos a una pequeña sala, en la que una joven señora se lamentaba, afligida.
Una simpática señora de nevados cabellos, en cuya ternura percibíamos la presencia materna, velaba, con la mayor atención, acariciando sus manos inquietas.
Notando la expresión de pavor que mostraban los ojos de la enferma, en abundante llanto, pregunté a Silas la causa de tan agudo padecimiento.
–Nuestra hermana –aclaró con presteza–, será nuevamente madre dentro de breves minutos. Se encuentra, por tanto, encadenada, a pruebas difíciles. Se demoró mucho tiempo en nuestra Mansión, antes de regresar al cuerpo denso de carne, siempre vigilada por enemigos que ella misma creó en otro tiempo, cuando se valió de su belleza física para complicarse en el crimen. Mujer de gran belleza, actuó en decisiones políticas que arruinaron a mucha gente. Mis Observaciones
(66) Acá analicemos lo que muchos llaman programación desde el mundo espiritual y también creen que está programado todo, incluso la muerte, tipo de muerte y la fecha exacta. También que están fijados ciertos sufrimientos de los cuales no podemos librarnos por estar ya acordados antes de encarnar.
En este caso vemos que peligra el nacimiento de un hijo y hasta la vida de la madre a pesar que se habla de una programación para llegar a tener 3 hijos.
Si todo está planificado, no tendrían que ocurrir estos contratiempos. Todo debería salir a la perfección como fue planeado.
La realidad es que se programa en acuerdo con todos los involucrados la mejor manera de llevar a cabo la encarnación, pero luego puede cumplirse o no y no existe el determinismo o el destino que fatalmente deba cumplirse. Por lo tanto no es verdad que sepamos cuando y como desencarnaremos porque eso depende del Espíritu y del entorno donde se desarrolla.

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25 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 84 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 84 »

En la noche siguiente, después de haber atendido servicios de rutina, Silas nos buscó para que continuásemos la tarea comenzada.
De regreso al hogar de Luis, establecimos una conversación común, sin alusión alguna a los temas tratados en la víspera, y, como si se hallaran sintonizados con nuestra onda mental de respeto mutuo, Clarindo y Leonel nos recibieron con discreción y cariño.
Nos parecían, ambos, muy trabajados por las ideas que el asistente les había ofrecido indirectamente a sus espíritus.
En la casa de Luis, el cuadro no se había alterado.
Luis y sus amigos charlaban cordialmente, comentando las plagas que azotaban el campo y las enfermedades de los animales, la carestía de la vida y los negocios infortunados... Mientras tanto, los dos hermanos se mostraban, ahora, claramente desligados de semejante panel de sombra.
Nos saludaron con la gentileza irradiante de quienes se encontraban dispuestos a acogernos favorablemente, y miraron a Silas con inusitado interés.
Se adivinaba que la confesión del asistente les había servido para realizar valiosas reflexiones.
Observando su metamorfosis con inequívocas señales de alegría, el jefe de nuestra expedición eludió referirse en lo más mínimo al problema de Luis, y les invitó a que nos acompañasen.
Mostrando la renovación de que se hallaban poseídos, se incorporaron a nuestra caravana, y atendiendo a la recomendación de Silas, los dos, con sus manos unidas a las nuestras, consiguieron emprender el vuelo con cierta seguridad y facilidad.(65)
Pasados algunos minutos, llegamos a un gran hospital de una populosa ciudad terrestre.
En la portería, uno de los vigilantes espirituales se dirigió cariñosamente a Silas, saludándole fraternalmente, y nuestro dirigente nos lo presentó, atentamente:
–Este es nuestro hermano Ludovico, que actualmente se encuentra encargado de la vigilancia, en beneficio de algunos enfermos de cuya reencarnación cuida nuestra casa.
Nos abrazamos todos fraternalmente.

MIS OBSERVACIONES
(65) No es facil volar o volitar (verbo que se usa para indicar el traslado del espíritu), cuando se es un espíritu no elevado. Es necesaria la ayuda de otros como en este caso Silas, Hilario y André tomandolos de la mano a Leandro y Clarindo. Cuando se es elevado, el solo pensar donde se desea estar, es suficiente para hacerlo de manera instantanea. El vuelo no ocupa tiempo a pesar de grandes distancias porque ambas cosas, tiempo y espacio no existen ante la rapidez del pensamiento.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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24 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 83 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 83 »

¡Paguemos nuestras deudas, que constituyen sombras tenebrosas en nuestras almas, y el espejo de nuestra mente, donde quiera que nos hallemos, reflejará la luz del cielo, la patria del divino recuerdo!...
Comprendíamos que Silas auxiliaba a Clarindo y a Leonel, identificándoles como hermanos de lucha y aprendizaje, con lo que, indiscutiblemente, ampliaría sus propios méritos.
En mi pensamiento, en mi estrecho mundo íntimo, eran muchas las preguntas que surgían... ¿Quién sería el padre de mi amigo? ¿En dónde se encontraría su abnegada madre? ¿Pasaría mucho tiempo antes de que fuera encontrada la infeliz madrastra?...
Pero, la grandeza espiritual del asistente, no nos permitía hacer cualquier pregunta indiscreta.
Apenas tuve valor para comentar respetuosamente:
–¡Oh! ¡Dios mío! ¡Cuánto tiempo perdemos para rehacer, a veces, la inconsecuencia de un minuto perdido!
–Tienes razón, André –comentó Silas con generosidad– las leyes de acción y de reacción... La acción del mal, puede ser rápida, pero nadie sabe cuánto tiempo exigirá el servicio de la reacción indispensable al restablecimiento de la armonía soberana de la vida, quebrantada por nuestras actitudes contrarias al bien...
Y, sonriendo, añadió:
–Por eso mismo recomendaba Jesús a las criaturas: “Reconcíliate rápidamente con tu adversario, mientras te encuentres en el camino con él...” Ningún espíritu entrará en el Cielo sin la paz de conciencia, y, si es más fácil apagar nuestras querellas y rectificar nuestros desaciertos mientras nos encontramos en el mismo camino recorrido por nuestras víctimas en la Tierra, es muy difícil alcanzar la solución de nuestros criminales enigmas, cuando nos hallamos ya sumergidos en la niebla infernal.
La exposición era razonable y justa.
No nos fue posible, no obstante, proseguir en la conversación. Leonel, cuya impasibilidad reconocíamos, con gran sorpresa para nosotros, tenía los ojos húmedos...
Silas levantó los ojos a lo alto, agradeciendo la bendición de la transformación que se iniciaba y le recogió en sus brazos.
El desdichado hermano de Clarindo, quería hablar... Percibimos que intentaba referirse a la muerte de Alzira, en el lago, pero el asistente le prometió que volveríamos en la noche siguiente.
Después, regresábamos, pero ni Hilario ni yo nos animábamos a conversar con el compañero, que había entrado, melancólico, en un expresivo silencio.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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23 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 82 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 82 »

Mi antigua madrastra, que por cierto vivirá sufriendo una deplorable intoxicación del alma en los tenebrosos abismos, será socorrida en el momento oportuno y, no obstante el largo tiempo de asistencia que necesitará en este plano espiritual, para su necesaria recuperación, sin duda renacerá en un débil cuerpo físico, junto a nosotros, para que así pueda curarse de las difíciles psicosis que marcarán su existencia carnal, bajo la forma de extrañas enfermedades mentales... Seré, por tanto, no solamente su hermano en el hogar, sino también el enfermero y el amigo, el compañero y el médico, pagándole en sacrificio y buena voluntad, afecto y cariño, el equilibrio y la felicidad que le robé...
La confesión del asistente, valía por todo un compendio vivo de preciosas experiencias y, tal vez por eso mismo, entramos todos en una profunda meditación.
Hilario, como quien no desea perder el hilo de la enseñanza, se dirigió a nuestro amigo, considerando:
–Amigo mío, dices estar esperando, en compañía de tu padre, la alegría de reencontrar a tu madrastra... ¿Cómo comprender esto? ¿Es posible que con su grado de adelanto espiritual, sufra alguna dificultad que te impida conocer su morada?
–Sí, sí, –confirmó el Asistente, con tristeza.
–¿Y los bienhechores espirituales que actualmente guían tu senda? ¿Es posible que ellos conozcan su paradero y orienten tus pasos para que puedas alcanzar tu objetivo?
–Innegablemente –respondió Silas bondadosamente– nuestros instructores no sufren mi misma ignorancia en este asunto... Mientras tanto, tal como ocurre entre los hombres, tampoco aquí el profesor puede echarse encima los deberes del alumno, so pena de quitarle el mérito de la lección. En la Tierra, por mucho que nos amen nuestras madres, no nos sustituyen en las cárceles, cuando nos corresponde expiar un crimen, y nuestros mejores amigos, no pueden abogar para sí, en nombre de la amistad, el derecho de sufrir la mutilación que nuestra imprudencia haya infligido al propio cuerpo. Indudablemente, las bendiciones de amor de nuestros dirigentes, han proporcionado inapreciables recursos a mi alma... Me confieren la luz interior para que yo pueda sentir y reconocer mis flaquezas y me auxilian para que logre mi renovación, para que yo pueda alcanzar, con más decisión y facilidad, la meta que me propongo... pero, en verdad, el servicio de mi propio rescate es personal e intransferible...
Leonel y Clarindo le oían boquiabiertos.
Hablando de sí mismo, el asistente, sin herir su amor propio, trabajaba indirectamente, para que se entregaran a su propio reajuste. Y, por la expresión de sus miradas, se veía que los dos verdugos manifestaban ahora un admirable cambio íntimo.
Hilario reflexionó por algunos instantes, y dijo:
–Pero, todo ese drama debe estar vinculado a causas del pasado...
–Sí, ciertamente –confirmó el asistente– pero, en nuestro atormentado plano, no hay oportunidad mental para lograr un prodigio de la memoria. Nos hallamos presos al recuerdo de las causas próximas de nuestras angustias, y tenemos problemas para penetrar en las causas remotas, ya que la situación de nuestro espíritu, es la de un enfermo grave, necesitado de intervención urgente, en favor de su reajuste. El infierno, supuestamente situado en las zonas inferiores de la Tierra, está repleto de almas que, dilaceradas y sufrientes, se levantan clamando por el socorro de la providencia divina, contra los males que generaron contra sí mismas, y la providencia divina les permite obtener la ventura de trabajar, con los dardos de la culpa y del arrepentimiento, castigando su corazón en beneficio de sus víctimas y de los hermanos cuyas faltas se afinen con los delitos que cometieron, y puedan, así, rearmonizarse tan pronto como sea posible, con el infinito amor y con la perfecta justicia de la Ley...

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22 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 81 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 81 »

Fue Leonel quien rompió el silencio, preguntando al asistente, que había enmudecido, como si estuviese subyugado por la fuerza de los propios recuerdos:
–¿Volverá, entonces, a reencarnar pronto?
–¡Oh! ¡Ojala tuviese la felicidad de regresar lo antes posible!... –suspiró el jefe de nuestra expedición, algo ansioso–. El deudor está ineludiblemente ligado al interés de los acreedores... Por tanto, ante todo, es indispensable que encuentre a mi madrastra en el país de las sombras en que nos encontramos, para dar comienzo a la difícil tarea de mi liberación moral.
–¿Cómo? –pregunté emocionado.
–Sí, amigo mío –contestó Silas, abrazándome–, mi caso no es provechoso solamente a Clarindo y a Leonel, que buscan la justicia por sus propias manos, lo que, muchas veces, apenas significa violencia y crueldad, sino también para Hilario y para tí, que estudiáis actualmente la ley del karma, o sea, la Ley de Acción y Reacción ... Aquí, estamos obligados a recordar nuevamente la lección del Señor: “Ayudad a vuestros enemigos”, porque sin que yo mismo auxilie a la mujer en cuyo corazón crié una importante oposición a mi paz, no puedo recibir el auxilio fraterno, sin el cual no podré reconquistar mi serenidad... Me valí de la debilidad de Aída, para arrojarla al despeñadero de la perturbación, haciéndole más frágil de lo que ya era por sí misma... Ahora, mi padre y yo, que complicamos su camino, estamos naturalmente obligados a buscarla, levantarla, ampararla y restituirle el equilibrio relativo en la Tierra, para que podamos solventar, por lo menos en parte, nuestra inmensa deuda...
–¿Su padre? ¿Se refirió a su padre? –indagó Hilario, con audacia.
–¡Sí! ¿Cómo no? –contestó el asistente– Mi padre y yo, asistidos por mi madre, hoy nuestra benefactora en los planos superiores, estamos asociados en el mismo proceso, (nuestra propia regeneración moral en busca del levantamiento de Aida), sin lo cual no conseguiremos desintegrar el virus venenoso del remordimiento, que aprisiona nuestro campo mental en las zonas inferiores de la vida terrestre. Nos cabe, pues, reencontrarla, para beneficio de nosotros mismos... Tan pronto como la Divina misericordia nos permita semejante felicidad, mi padre, envuelto en el amor y en la renuncia de mi madre, que regresará con él a las luchas de la carne, tomará un nuevo cuerpo en el plano físico, y ambos, en la juventud terrestre, mediante el matrimonio, nos admitirán como hijos benditos de sus corazones... Aída y yo seremos hermanos consanguíneos... De acuerdo con nuestras aspiraciones, que el cielo protegerá, ante la Magnanimidad Divina, seré nuevamente médico en el futuro, al precio de un inmenso esfuerzo, para consagrarme a la beneficencia, recuperando en ella mis valiosas oportunidades perdidas...

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21 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 80 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 80 »

Muchas veces, la noche me parecía poblada de fantasmas horripilantes que se burlaban de mi dolor y, en medio de la pandilla de insensibles demonios que arremetían contra mí, tenía la idea de escuchar la voz inconfundible de mi padre, clamando para mi alma: ¡Hijo mío! ¡Hijo mío! ¡Arrepiéntete a tiempo!
Me hice esquivo y desconfiado... En pavorosa crisis moral, me fui para Europa, en un largo viaje de recreo, pero el encanto de las grandes ciudades del Viejo Mundo no consiguió aliviar mis llagas internas. En todas partes, el alimento más simple se me hacía amargo en la boca, y los más bellos espectáculos artísticos solamente me producían ansiedad y desolación. Regresé a Brasil, pero no tuve valor para volver a la intimidad de nuestra antigua residencia. Amparado por la amistad de un viejo amigo de mi padre, acepté su hospitalidad por algunos días, hasta que mi salud orgánica me permitiese pensar en un cambio radical de la existencia... Envuelto por el cariño familiar de aquel amigo, dejé pasar largos meses, intentando obtener una inmerecida fuga mental... hasta que, en una noche inolvidable para mí, en la cual mi gastritis se transformó en un terrible dolor, tomé un frasco de arsénico de la despensa de mi anfitrión, creyendo que usaba bicarbonato de sodio que yo mismo había dejado allí la víspera, y el veneno me expulsó del cuerpo, imponiéndome sufrimientos terribles... Tal como había sucedido a mi madrastra, que desencarnó presa de sufrimientos atroces, pasé por la muerte en condiciones análogas... Los amigos que me habían acogido en su templo doméstico, desconociendo la equivocación de que había sido víctima, admitieron, sin sombra de duda alguna, que yo había buscado el suicidio, para extinguir las penas morales que castigaban mi alma de “joven rico y lleno de tedio en la vida”; según la versión que hicieron circular.
Silas nos miró tristemente, como quien busca el efecto de sus palabras, y prosiguió:
–Eso, sin embargo, no bastó para que pudiera resarcir mis tremendas culpas... Enloquecido, después del sepulcro, atravesé meses crueles de terror y de desequilibrio, entre los cuadros vivos que se exteriorizaban en mi mente encadenada a las creaciones de sí misma, hasta que fui socorrido por amigos de mi padre, que se hallaba, igualmente, en camino de su recuperación; y. uniéndome a él pasé a utilizar todas mis energías en la preparación de mi futuro...
Transcurridos algunos instantes de pesado silencio, concluyó:
–Como ven, la fascinación por el oro, fue el motivo de mi perdición. Tengo necesidad de hacer grandes esfuerzos en el bien y de lograr una fe vigorosa, para no caer otra vez, ya que es indispensable que me consagre a tener una nueva experiencia entre los hombres...
Leonel y Clarindo, no se hallaban más sorprendidos que Hilario y yo, que nos habíamos habituado a encontrar en Silas un admirable compañero, aparentemente exento de problemas y aflicciones.

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20 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 79 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 79 »

....y, simulando una intensa dignidad ofendida, con estudiado brío en la palabra, le hice un resumen de los hechos... Lívido y trémulo, el enfermo me exigió pruebas, a lo que respondí, llevándole tambaleante, hasta la puerta de la habitación que yo, deliberadamente había dejado mal cerrada... Bastó un fuerte empujón, y mi progenitor, desolado, encontró la prueba que deseaba... Armando, con gran cinismo, no obstante su asombro, huyó rápidamente, sabiendo que no podría esperar ataque alguno de un sexagenario abatido por su enfermedad... Mi madrastra, profundamente herida en su amor propio, dirigió al viejo esposo acusaciones humillantes, retirándose a sus aposentos particulares, en una explosión de amargura. Completando la obra terrible a la que me había dedicado, me mostré sumamente cariñoso con el enfermo, que se hallaba íntimamente aniquilado... Transcurrieron dos semanas sumamente pesadas para nuestro núcleo familiar… Mientras Aida ocupaba su lecho, asistida por dos médicos de nuestra confianza que en modo alguno conocían la oculta tragedia, yo convencía a mi padre con lamentaciones y sugerencias indirectas, para que la fortuna de nuestra casa, en su mayoría, fuera puesta a mi nombre, para salvaguardarla, ya que el segundo matrimonio no podría deshacerse ante las autoridades legales. Proseguía en mi faena delictiva, cuando mi madrastra apareció muerta... Los médicos la declararon víctima de un envenenamiento fulminante y, contrariados, notificaron a mi padre que se trataba de un suicidio, motivado seguramente por la insufrible neurastenia que afectaba a la enferma. Mi padre, se manifestó sombrío en los funerales, y yo me regocijé en mis propósitos destructores... Ahora, sí... la fortuna total de nuestra casa, pasaría a pertenecerme... Mi satánica alegría, no obstante, duró muy poco... Desde la muerte de la segunda esposa, mi padre cayó en cama para no levantarse más... Inútilmente médicos y religiosos procuraban ofrecerle mejorías y consuelos... Al final de dos meses, mi padre, que jamás había vuelto a sonreír, entró en una dolorosa agonía, en la que, a través de confidencia entrecortada por las lágrimas, me confesó que había envenenado a Aída, administrándole un violento tóxico, disuelto en el calmante habitual. Eso, sin duda alguna –me aseguraba vencido– le imponía también la muerte, ya que no conseguía perdonarse a sí mismo, que cargaba sobre sí un remordimiento constante e intolerable... Por primera vez, mi conciencia se condolió profundamente. El apego a los bienes materiales, arrasaba mi vida... El anciano querido murió en mis brazos, creyendo que mis sollozos de arrepentimiento, era llanto de amor filial. Dejando su cuerpo fatigado sepultado en la fría tierra, regresé a nuestra casa solariega, sintiéndome el más desgraciado de los seres... Todo el oro del mundo, no me proporcionaba, ahora, el más leve consuelo. Me hallaba sólo, sólo e infinitamente desgraciado... Todos los rincones y las pertenencias de nuestra habitación, me hablaban de crimen y de remordimiento...

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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19 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 78 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 78 »

No era la salud paterna lo que hería mi imaginación, sino los bienes de nuestra casa.
En la hipótesis de un súbito fallecimiento de mi padre, no me resignaba en modo alguno a compartir la herencia con la mujer que, a mis ojos, ocupaba indebidamente el espacio que había correspondido a mi madre.
El asistente hizo una larga pausa, mientras mirábamos su semblante melancólico.
Yo, atónito, me preguntaba a mí mismo si realmente todo aquello que él nos relataba, había sucedido... ¿Había sido Silas, en verdad, el hombre que nos estaba refiriendo, o es que se inventaba aquella historia con el loable propósito de transformar el ánimo de los perseguidores?
No me fue posible hacer ninguna pregunta, ya que nuestro amigo, como si quisiese castigarse con aquella dolorosa confesión, prosiguió, pormenorizando:
–Pasé a maquinar planes delictivos, buscando la mejor manera de impedir que Aida accediese a nuestro patrimonio, pero sin molestar a mi padre enfermo... Y en los proyectos criminales que urdía mi cabeza, la muerte de mi madrastra, aparecía como una solución. Pero, ¿cómo suprimirla sin causar un gran sufrimiento al anciano enfermo?... ¿No sería mejor desprestigiarla, como mejor solución, a los ojos de mi padre, para que él no sufriese la nostalgia de la mujer que yo condenaba al desamparo? Estaba tramando en silencio y en la sombra, cuando la ocasión esperada vino a mi encuentro... Invitado a comparecer con su esposa en una fiesta pública, mi padre me llamó e insistió en que yo acompañase a Aida, en su representación... Por primera vez, accedí con placer... Pretendía conocer ahora, más de cerca, sus afecciones... Funestos propósitos nacían en mi cabeza... Durante el alegre ágape, hice contacto con Armando, primo de mi madrastra, que la había cortejado de soltera. Armando era un muchacho algo mayor que yo, conquistador y fanfarrón, que dividía su tiempo entre mujeres y fiestas, a quien, en contra de lo que hacía habitualmente, ofrecí mi premeditada amistad... Le traje a casa tanto como me fue posible, y dominando moralmente el ánimo de mi padre, favoreciendo su retorno a la intimidad de la mujer de quien se había enamorado algunos años antes. La playa, el teatro, el cine, así como paseos de varias clases, eran ahora los lugares donde íbamos, en los que, intencionadamente, hacía todo lo posible para echar a ambos primos uno en brazos del otro. Aida, no se dio cuenta de mi maniobra, y aunque resistió por más de un año a la galantería de su primo, acabó por ceder ante la su constante ofensiva… Fingí desconocer sus relaciones, hasta que pudiese dar a mi padre una prueba directa de los hechos... Inventaba juegos y distracciones para retener al seductor en nuestra casa... Me hice dueño de su total confianza, con el fin de utilizarle como pieza importante de mi criminal ardid y, cierta noche en la que con la mayor cautela aparenté la ausencia de nuestra casa, sabiendo que los amantes se encontraban en la habitación de al lado de la mía, llamé a mi padre que se encontraba enfermo en su habitación....

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18 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 77 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 77 »

Mi madre, por el contrario, era católica romana de pensamiento fervoroso y digno, y, aunque sin descender con nosotros a sostener cualquier disputa en la referente a la religión, intentaba instruirnos en el deber de la beneficencia. Me acuerdo, con tardío arrepentimiento, de las reiteradas invitaciones que nos dirigía con la mayor bondad, para que participásemos con ella en las tareas de la caridad cristiana, invitaciones que mi padre y yo rechazábamos, sin discrepancias, encastillados en nuestra irreverencia fatua y risueña. Mi madre percibió muy pronto que mi pobre espíritu traía consigo la acidez de la usura y, reconociendo que le seria extremadamente difícil colaborar en la renovación íntima de mi padre, hombre hecho ya, y habituado desde la infancia a la riqueza, concentraba en mí sus propósitos de elevación. Con tal motivo, trató de estimularme a los estudios de Medicina, alegando que, al lado del sufrimiento humano, podría yo encontrar las mejores oportunidades de auxilio al prójimo, haciéndome, así, agradable a Dios, aunque no me fuese posible atesorar los recursos de la fe. Íntimamente, yo disentía de las sagradas esperanzas del ser que más querido era a mi espíritu. Sin lograr poder resistir su cerco afectivo, me consagré al estudio de la carrera médica, pero mucho más interesado en explotar los enfermos ricos, cuyas enfermedades me proporcionarían recursos materiales: Pero en vísperas de acabar mis estudios, mi madre, relativamente joven, desencarnó, víctima de una angina de pecho. Nuestro dolor fue enorme. Recibí mi título de médico, como si fuese un detestable recuerdo, y, a pesar de los estímulos de la bondad paterna, no llegué a practicar la profesión conquistada. Me recogí en la intimidad doméstica, de la que me ausentaba solamente para el entretenimiento y reposo, más hundido que nunca en la avaricia, acompañando el inventario de la herencia de mi madre, con vigilancia tan rigurosa, que mis extrañas actitudes llegaron a sorprender a mi propio padre, que podía ser egoísta y displicente, pero nunca avaro como yo lo era. Comprendí que la fortuna heredada me situaba, para mi desgracia moral, a salvo de cualquier necesidad de la vida física por largos años, siempre que no la derrochase... Aun así, cuando vi a mi padre inclinado a contraer segundas nupcias, casi a los sesenta años de edad, hice cuanto pude, indirectamente, para disuadirle, tratando de apartarle de semejante idea. Pero él era un hombre de gran resolución en sus decisiones, y se casó con Aida, una joven de mi edad, unos treinta años... Recibí a la madrastra como a una intrusa en nuestro ambiente doméstico y, tomándola por una aventurera común a la caza de una fortuna fácil, juré vengarme de ella... A pesar de las cariñosas peticiones del matrimonio y del trato gentil que la pobre joven me dispensaba, echaba siempre mano de un pretexto, para huir de su convivencia. El nuevo matrimonio, no obstante, pasó a exigir del esposo más amplios sacrificios en el mundo social del que Aida no pretendía apartarse, y, por tanto, al término de algunos meses, mi padre se vio obligado a solicitar tratamiento médico y a someterse a un necesario reposo. Yo veía su decadencia orgánica con viva aprensión.

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17 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 76 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 76 »

El apego a nuestras propiedades y a nuestro dinero, me transformó en una serpiente del paraíso familiar, convirtiéndome en un verdugo intratable, naturalmente odiado por todos los que vivían en situación subalterna, en el amplio círculo de mi temporal dominio... Para amontonar monedas y multiplicar ganancias fáciles, comencé por la crueldad y acabé en las mallas del crimen...
Abominé de la amistad, desprecié a los débiles y a los pobres y, ante el temor de perder la fortuna cuya posesión ambicionaba, no dudé en tener a la delincuencia, como socio infernal de mi terrible camino...
Ante las palabras del asistente, me acometió una enorme sorpresa.
¿Estaría Silas diciendo la cruda verdad, o utilizaba recursos extremos, recriminándose a sí mismo indebidamente, para regenerar a los verdugos que nos escuchaban?
De cualquier modo, Hilario y yo, habíamos prometido no comprometer su tarea y, por tanto, tácitamente, nos limitábamos a escucharle con atención.
Sintiendo, realmente, que Leonel y Clarindo se mostraban conmovidos, dando oportunidad a la asimilación de pensamientos nuevos, Silas nos invitó a todos a retirarnos de aquel ambiente.
Quería comentarnos algo de su experiencia –dijo él– pero prefería conversar con nosotros en el bendito altar de la noche, para que su memoria pudiera evocar tranquilamente los hechos que deseaba relatamos.
Afuera, las constelaciones resplandecían como luces de la creación, y el viento perfumado corría, rápidamente, como si se propusiese transportar nuestra oración o nuestra palabra, a la gloria del cielo.
Incapaz de penetrar el verdadero sentido de la inesperada actitud que el asistente acababa de asumir, le noté emocionado, como si fijase los ojos del alma en lugares distantes.
Clarindo y Leonel, naturalmente dominados por la simpatía que irradiaba de su semblante, le observaban sumisos.
Y Silas, comenzó en voz pausada, así:
–Tanto como me es posible abarcar con mi memoria presente, me acuerdo de que, en mi último viaje por los dominios de la carne, desde la niñez, me entregué a la pasión por el dinero, lo que hoy me proporciona la certeza de que, muchas veces, fui un terrible usurero entre los hombres de la Tierra. Hoy sé, por informes de instructores abnegados, que, como en otras ocasiones, reencarné, en la última existencia, en un hogar favorecido por gran fortuna, con el fin de que sufriera la tentación del oro abundante y pudiese vencerla a golpes de firme voluntad, en la labor incesante del amor fraternal, pero caí fatalmente, para desgracia mía. Yo era el hijo único de un hombre honesto que heredó considerables bienes de sus antepasados. Mi padre era un abogado correcto que, por exceso de comodidad, no se dedicaba a su profesión. Era profundamente estudioso, viviendo rodeado de libros raros, entre obligaciones sociales que, de algún modo, le sustraían su tiempo, impidiéndole la dedicación a la fe.

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16 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 75 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 75 »

Clarindo y Leonel, escuchaban estas explicaciones, como si estuviesen siendo apuñalados en lo íntimo. Tal era la expresión de rebeldía que se exteriorizó en su mirada.
–Pero, él y el padre son nuestros deudores... Nos robaron y nos asesinaron... –exclamó Leonel con la inflexión de la persona voluntariosa e inteligente que se ve contrariada en sus caprichos.
–Y, ¿qué desean ustedes que hagan ellos? –añadió el asistente sin inmutarse.
–¡Nos lo tienen que pagar!... ¡Pagar! ... –bramó Clarindo cerrando sus puños.
Silas sonrió y dijo:
–Sí, pagar es la palabra más adecuada... Pero, ¿cómo puede el deudor rescatar su deuda cuando el acreedor le arrebata todas las posibilidades para realizarlo? No cabe la menor duda que somos nosotros mismos quienes debemos curar los males de los que somos autores... Pero, si nos compete rectificar hoy un camino que ayer desorganizamos, ¿cómo proceder si ahora se nos cortan las manos? El propio Cristo aconsejó:
“Ayudad a vuestros enemigos”.(64)
Se veía que el asistente, por la simpatía conquistada en la víspera y con su argumentación limpia y sin pretensiones, había logrado una inequívoca superioridad moral sobre el ánimo de los obsesores de sentimiento endurecido. Aun así, Leonel preguntó con temor:
Muchas veces, pienso que tal afirmación, correctamente interpretada, quiere decir: “Ayudad a vuestros enemigos para que ellos puedan pagar las deudas en que se enredaron, restaurando el equilibrio de la vida, para que, tanto ellos como vosotros, seréis beneficiados por la paz”.
–¿Qué consideraciones son esas? ¿Será usted algún cura disfrazado? ¿No pretenderá quizás que cambiemos?
–Se engaña, amigo mío –dijo el asistente– si algo busco en nuestro entendimiento, es mi propia renovación.
Y tal vez porque en nuestro grupo se hacía sentir una prolongada pausa, Silas continuó:
–Por la seducción del dinero, caí también en mi último pasaje por la Tierra. La pasión de la posesión, gobernaba todos mis ideales. La fascinación por el oro, envolvió mi ser de tal modo que, a pesar de haber recibido el título de médico en la Universidad, rehuí el ejercicio de la profesión, para vigilar los movimientos de mi anciano padre, para que ni él mismo llegase a disponer, con generosidad, de los bienes de nuestra casa.

(64)  André Luiz pone en labios de su personaje una síntesis de los V. 27 y 28 del Cap. 6 de Lucas, para que sea más fácilmente comprendido por aquellos espíritus llenos de odio, a los cuales repugnaba el verbo “amar”. Ellos se rebelarían ante el texto completo. Sería poco hábil hablar de “amar” en aquel momento; pero “ayudar” a pagar, fue bien aceptado, porque ellos querían recibir (nota de la editorial brasileña).

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14 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 73 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 73 »

Aprovechando la energía mental, mucho más poderosa que la fuerza electrónica, los proyectó, como legítimo hipnotizador, sobre el campo mental de Luis, que funcionó como mosaico, transformando las impresiones recibidas, en impulsos magnéticos, reconstruyendo las formas-pensamiento plasmadas por usted en los centros cerebrales, a través de los nervios que desempeñan el papel de antenas específicas, fijando así las particularidades en la esfera de los sentidos, en un perfecto juego alucinatorio, en el que el sonido y la imagen se entrelazan armoniosamente, como sucede en la televisión, donde la imagen y el sonido se asocian con el apoyo eficiente de aparatos conjugados, presentando en el receptor una secuencia de escenas que podríamos considerar como “imágenes técnicas”.
Los vengadores, al igual que yo, escuchaban la aclaración sumamente sorprendidos.
El asistente, como buen psicólogo, se valió de un argumento a la altura del expresado por Leonel, para demostrarle que también él, Silas, conocía el proceso de la obsesión en todos sus detalles.
Leonel, admirado, le abrazó y exclamó:
–Compañero, compañero, ¿de qué escuela procede usted? Su inteligencia nos interesa.
El jefe de nuestra expedición pronunció algunos monosílabos, y me invitó a que nos retiráramos, pretextando que tenía algo que hacer.
Los hermanos, expertos en la rebeldía, intercambiaron una extraña mirada, como para decirse que nosotros pertenecíamos a algún núcleo infernal distante y que no les convenía molestarnos.
Insistieron en que volviésemos al día siguiente para seguir hablando, a lo que Silas asintió con evidente satisfacción.
Pasados algunos minutos, el asistente, acompañado por mí, sacó a Alzira y a Hilario al exterior, encaminándonos de regreso a la Mansión.
El activo servidor del bien, en el viaje de regreso, se mantenía silencioso, pensando, pensando...
No obstante, ante mi perplejidad, aclaró fraternalmente:
–No, André, todavía es muy pronto para presentar a Alzira a los infortunados verdugos. Por la conversación de Leonel, percibí que tenemos enfrente a dos vigorosas inteligencias, cuyo cambio inicial ha de ser realizado con amor, para mayor seguridad. Volveremos mañana sin la presencia de nuestra amiga, para tener una conversación más estable y, por tanto, más valiosa.
Me dispuse a esperar, ansiosamente, el día siguiente.

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13 de diciembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 72 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 72 »

Silas, intencionadamente, dijo:
–¡Ah! ¡Sí!... Nos hallamos ante un proceso de transmisión de imágenes, hasta cierto punto análogas a los principios dominantes en la televisión, en el reino de la electrónica en el plano terrestre. Sabemos que cada uno de nosotros es un generador de vida, con cualidades específicas de emisor y de receptor. El campo mental del hipnotizador, que crea en el mundo de su propia imaginación las formas-pensamiento que desea exteriorizar, es algo semejante a la cámara de imagen del transmisor común, del mismo modo que ese dispositivo es idéntico, en sus valores, a la cámara oscura de la máquina fotográfica. Plasmando la imagen de la que se propone extraer el mejor efecto, la arroja sobre el campo mental del hipnotizado que, entonces, se comporta como un mosaico en televisión (62) , o en forma de película sensible en la fotografía. No imaginamos que en la transmisión de imágenes a distancia, el mosaico, recibiendo las escenas que la cámara está explorando, actúa como un espejo sensibilizado, convirtiendo los trazos luminosos en impulsos eléctricos, y enviándoles sobre el aparato de recepción que los recibe, a través de antenas especiales, reconstituyendo con ellos las imágenes por llamadas señales de video, y recomponiendo, de esa forma; las escenas televisadas en la pantalla del receptor común. En este caso, usted, Leonel, creó los cuadros que se propuso transmitir al pensamiento de Luis y, usando las fuerzas positivas de la voluntad, les dio colorido con los recursos de su concentración mental, que funcionó como una cámara de imagen.

(62)  En1931 Vladimir Kosma Zworykin desarrolló el captador electrónico que tanto se esperaba, el iconoscopio, que perduró hasta finales el siglo XX. El iconoscopio está basado en un mosaico electrónico compuesto por miles de pequeñas células fotoeléctricas independientes que se creaban mediante la construcción de un sandwich de tres capas. Este mosaico, que era también conocido con el nombre de mosaico electrónico de Zworykin se colocaba dentro de un tubo de vacío sobre el que se proyectaba, mediante un sistema de lentes, la imagen a captar. La lectura de la “imagen electrónica” generada en el mosaico se realizaba con un haz electrónico que proporcionaba a los pequeños condensadores fotoeléctricos los electrones necesarios para su neutralización. Para ello se proyecta un haz de electrones sobre el mosaico, las intensidades generadas en cada descarga, proporcionales a la carga de cada célula y ésta a la intensidad de luz de ese punto de la imagen pasan a los circuitos amplificadores y de allí a la cadena de transmisión, después de los diferentes procesamientos precisos para el óptimo rendimiento del sistema de TV (nota del traductor).

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