Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 81 »
Fue Leonel quien rompió el silencio, preguntando al asistente, que había enmudecido, como si estuviese subyugado por la fuerza de los propios recuerdos:–¿Volverá, entonces, a reencarnar pronto?
–¡Oh! ¡Ojala tuviese la felicidad de regresar lo antes posible!... –suspiró el jefe de nuestra expedición, algo ansioso–. El deudor está ineludiblemente ligado al interés de los acreedores... Por tanto, ante todo, es indispensable que encuentre a mi madrastra en el país de las sombras en que nos encontramos, para dar comienzo a la difícil tarea de mi liberación moral.
–¿Cómo? –pregunté emocionado.
–Sí, amigo mío –contestó Silas, abrazándome–, mi caso no es provechoso solamente a Clarindo y a Leonel, que buscan la justicia por sus propias manos, lo que, muchas veces, apenas significa violencia y crueldad, sino también para Hilario y para tí, que estudiáis actualmente la ley del karma, o sea, la Ley de Acción y Reacción ... Aquí, estamos obligados a recordar nuevamente la lección del Señor: “Ayudad a vuestros enemigos”, porque sin que yo mismo auxilie a la mujer en cuyo corazón crié una importante oposición a mi paz, no puedo recibir el auxilio fraterno, sin el cual no podré reconquistar mi serenidad... Me valí de la debilidad de Aída, para arrojarla al despeñadero de la perturbación, haciéndole más frágil de lo que ya era por sí misma... Ahora, mi padre y yo, que complicamos su camino, estamos naturalmente obligados a buscarla, levantarla, ampararla y restituirle el equilibrio relativo en la Tierra, para que podamos solventar, por lo menos en parte, nuestra inmensa deuda...
–¿Su padre? ¿Se refirió a su padre? –indagó Hilario, con audacia.
–¡Sí! ¿Cómo no? –contestó el asistente– Mi padre y yo, asistidos por mi madre, hoy nuestra benefactora en los planos superiores, estamos asociados en el mismo proceso, (nuestra propia regeneración moral en busca del levantamiento de Aida), sin lo cual no conseguiremos desintegrar el virus venenoso del remordimiento, que aprisiona nuestro campo mental en las zonas inferiores de la vida terrestre. Nos cabe, pues, reencontrarla, para beneficio de nosotros mismos... Tan pronto como la Divina misericordia nos permita semejante felicidad, mi padre, envuelto en el amor y en la renuncia de mi madre, que regresará con él a las luchas de la carne, tomará un nuevo cuerpo en el plano físico, y ambos, en la juventud terrestre, mediante el matrimonio, nos admitirán como hijos benditos de sus corazones... Aída y yo seremos hermanos consanguíneos... De acuerdo con nuestras aspiraciones, que el cielo protegerá, ante la Magnanimidad Divina, seré nuevamente médico en el futuro, al precio de un inmenso esfuerzo, para consagrarme a la beneficencia, recuperando en ella mis valiosas oportunidades perdidas...
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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