El Misterio de la Muerte
El Peso del Alma
Por: Oscar M. García RodríguezDesde hacía ya mucho tiempo, se venían realizando investigaciones y acumulando hechos que inducían a pensar que la muerte no consistía sólo en la cesación de un conjunto de actividades biológicas, sino que en ese instante había “algo” que abandonaba el cuerpo. ¿Sería ese “algo” el alma a la que aludían los espiritualistas de todas las épocas, a la que consideraban la realidad íntima y última del ser humano?
Para intentar comprobar esa idea se llevaron a cabo investigaciones en hospitales con numerosos enfermos terminales, en las que con el uso de balanzas muy sensibles se pudo constatar que en el momento de la muerte el cuerpo del moribundo registraba súbitamente cierta pérdida de peso. Recordemos, por ejemplo, las experiencias llevadas a cabo por el Dr. Duncan McDougall, de Haverhill, Massachusetts (USA). Este investigador colocó a varios pacientes agonizantes – incluida la cama – sobre unas balanzas de alta sensibilidad; verificó entonces que en el instante de la muerte la balanza mostraba una súbita pérdida de peso, disminución que en los seis casos observados oscilaba entre los 56,7 y los 70,9 gramos. Curiosamente estos datos eran bastante coincidentes con los obtenidos por los físicos holandeses Dr. J.L.W. P. Matla y Dr. G.J. Zaalberg Van Zelst, quienes años atrás habían construido un aparato para intentar la comunicación con el mundo espiritual siguiendo las indicaciones de diversos espíritus guías, al que llamaron Dinamistógrafo. La media entre los resultados obtenidos por los físicos holandeses y los del Dr. MacDougall, daba la cifra de 61,7 gramos.
Todo esto hizo pensar a un buen número de investigadores, que aquellos resultados podían ser un buen indicativo del “peso del alma”, la cual se desprendía del organismo físico en el instante de la muerte.
Sin embargo, surgieron explicaciones alternativas. Se afirmó que la pérdida de peso venía producida, en realidad, por la última expulsión de aire de los pulmones en el momento de la expiración. Esta objeción, no obstante, queda absolutamente desmentida por la Física y las Matemáticas; veamos: si la capacidad media de los pulmones está entre los 5 y 6 litros de aire (en cada espiración se expelen 1,5 litros de aire, aproximadamente), aplicando el principio de Gay-Lusach, que dice que el coeficiente de dilatación de los gases es de 1/273 del volumen inicial, por grado, y considerando una diferencia de 10 grados entre la temperatura de la persona y la del medio ambiente, resulta que matemáticamente hablando dicha pérdida de peso vendría a ser de sólo 0,018 gramos. Luego, ésta no puede ser, en ningún caso, la explicación. Debe haber algo más.
Tomado del Blog "Grupo Espírita de La Palma"