12 de abril de 2019

¿Existe quien tenga la Verdad Absoluta?

Mis Conceptos Espíritas - Comportamientos del Hombre

¿Existe quien tenga la Verdad Absoluta?


Todos nos hemos preguntado esto alguna vez, y además hemos tratado de descubrir esa Verdad Absoluta que tiene que existir pero no la hallamos.
Cuando creemos tener la claridad en muchas preguntas, nos surgen contradicciones o nuevas preguntas de las cuales no tenemos las respuestas.

La Verdad Absoluta está oculta en cada uno de nosotros porque somos perfectos. Pero esa perfección está solo como semilla y no desarrollada en su totalidad. Tenemos una eternidad para descubrir la Verdad Absoluta. Mientras tanto cada uno tendrá la suya y en la mayoría de los casos solo con unos pocos se coincidirá de manera total. A un ciento por ciento.

No coincidimos nunca en totalidad con otro ser, porque cada uno tienen tantas características en grados tan distintos que es imposible que uno sea exactamente igual a otro. Solo empatizamos y nos agrupamos con aquellos que compartimos verdades parecidas aunque urgando encontraremos matices diferentes.

A pesar de que los creyentes religiosos nos quieran convencer que la Verdad está en la Biblia, en el Corán, en el Talmud o incluso en la Doctrina de Kardec, deben considerar que son miradas diferentes y solo existe un Dios para todos.
O hay varios Dioses que dictan distintos libros o en esos libros solo están manifestadas las creencias o verdades de algunas corrientes de espíritus convencidos de que tenían la Verdad Absoluta y muchos le siguieron.
Como no pueden existir varios dioses, sin dudas que todas las escrituras sobre Dios contienen verdades pero no todas.

Las corrientes religiosas son creaciones de los hombres y cada grupo de pensamiento trató de plasmar su verdad, pensando en algunos casos que su verdad es la Verdad Absoluta.

Cada uno y de acuerdo a su evolución irá teniendo cada vez mas comprensión de que es Dios y que es Él. Las verdades de los hombres irán mutando en la medida que amplíe y libere su mente y no la ate a ninguna estaca dogmática que le impida avanzar.

Roby Delgado

Los centros de fuerza o Chakras

Los centros de fuerza o Chakras


El vehículo periespiritual está regido por siete “Centros de fuerza” o “Chakras” según el lenguaje de Oriente.

André Luíz, este espíritu de Luz que se comunicaba con Chico Xavier, nos confirma los siete “puntos energéticos” del Organismo Psicosomático con él lo define:

EL CORONARIO, percibiendo en primer lugar los estímulos del espíritu, es el principal, donde se almacenan las experiencias quedando en el subconsciente, sede y domicilio de la mente o consciencia. Por eso, al investigar sobre vidas pasadas se encuentra la información.
Controla el sistema nervioso. Coincide con la atrofiada glándula pineal y nos comunica, una vez en completo desarrollo, directamente con el plano mental. Su vivificación da esa aureola de luz amarilla que los antiguos pintaban alrededor de la cabeza de los santos. Su despertar total permite al ser salir y entrar en el cuerpo físico con toda claridad y pleno conocimiento de ello.

EL FRONTAL, situado entre las cejas, ordena las percepciones que en el cuerpo físico constituyen la visión, la audición, el tacto y la vasta red de procesos de la inteligencia con relación a la palabra, a la cultura, al arte, al saber. Nos ofrece también la visión de planos de seres mucho más elevados, y en el inicio de esta facultad solo se perciben, junto a la sensación de la presencia de alguien, colores y vagas formas vaporosas, que poco a poco se van definiendo, pudiéndose ver claramente la forma y naturaleza de la videncia.

A continuación destacamos el CENTRO LARINGEO que preside los fenómenos vocales. Su fuerza controla las actividades del timo (glándula endocrina), de la tiroides y de la paratiroides, así como la palabra, los tonos y la respiración. Une el pensamiento con la emoción y riega el cerebro con sus rayos.

Después identificamos el CENTRO CARDIACO que sustenta los servicios de las sensaciones, la emoción, el altruismo, la nobleza, el amor y el equilibrio general. La circulación de la sangre es otro de sus cometidos.

Prosiguiendo, señalamos el CENTRO ESPLÉNICO que en el cuerpo físico está situado en el bazo, controlando el páncreas y regulando la distribución adecuada a los recursos vitales por todos los rincones del vehículo que nos servimos. En otra función hace recordar los viajes astrales que efectuamos mientras dormimos. Una vez desarrollado este centro nos da la posibilidad de poder viajar astralmente siendo conscientes de ello.

A través del CENTRO GÁSTRICO, llamado PLEXO SOLAR porque es radiante como un sol, se verifica el estomago y la asimilación de los alimentos, así como todo lo relacionado con el intestino y riñones. Cuando se despierta el cuerpo astral hace percibir toda clase de influencias astrales, tanto si son positivas como si son negativas. Esta es la causa de que las contrariedades, los odios, los deseos de venganza, cualquier sensación pasional intensa, se sienta precisamente en la parte que vivifica este centro, es decir en la alteración y el “retorcimiento” del estómago y los intestinos.

Y, por fin, tenemos el CENTRO GENÉSICO. Es el templo “modelador de formas y estímulos”. Situado en la parte de los genitales, le concierne todo lo relacionado con el sexo.

Extractado del Sitio Asociación de Estudios Espíritas de Madrid.

Tú tienes la llave de tu vida

Tú tienes la llave de tu vida

Por: Swami Vivekananda, de la obra “Karma Yoga”

Así como cada acción que emana de nosotros nos vuelve como reacción, también nuestras acciones pueden obrar sobre otras personas y las de éstas sobre nosotros. Quizá todos habréis observado que cuando las personas cometen malas acciones se vuelven más y más malvadas, y que cuando principian a hacer el bien se vuelven más y más fuertes y aprenden a hacer el bien en todas las ocasiones. Esta intensificación de la influencia de la acción sólo se explica de este modo: porque podemos actuar y reaccionar unos sobre otros.

Tomemos un ejemplo de la ciencia física: mientras ejecuto una acción dada, puede decirse que mi mente vibra de cierta manera; todas las mentes que se hallen en estados similares, tendrán la tendencia a ser afectadas por mi mente. Si en una habitación hay diferentes instrumentos musicales afinados al mismo tono, notaréis que cuando se toca uno, los otros tienden a vibrar reproduciendo la misma nota. Del mismo modo, todas las mentes que tienen la misma tensión, por así decirlo, serán igualmente afectadas por el mismo pensamiento.
Naturalmente, esta influencia del pensamiento sobre la mente varía de acuerdo con la distancia y otras causas, pero la mente está siempre dispuesta a ser afectada.

Procediendo con este símil, es muy posible que así como las ondas de la luz pueden tardar millones de años antes de encontrar un objeto, así también, las ondas producidas por los pensamientos pueden viajar centenares de años antes de que encuentren un objeto con el cual vibren al unísono. Es muy posible, por lo tanto, que nuestra atmósfera esté llena de tales pulsaciones del pensamiento, buenos y malos. Cuando un hombre hace malas acciones pone su mente en cierto estado de vibración, y todas las ondas que correspondan a esta misma tensión y que, podemos decir, ya están en la atmósfera, pugnarán por entrar en su mente. Esta es la causa por la que un malhechor, generalmente, se hace cada vez más malo. Sus acciones se vuelven más intensas.

Similar es el caso del que hace bien; se abre a todas las buenas ondas que hay en la atmósfera y sus buenas acciones se irán, también, intensificando. Por eso, corremos un doble peligro al hacer mal; primero, nos abrimos a todas las malas influencias que nos rodean, y segundo, creamos mal que afectará a otros, tal vez, de aquí a centenares de años. Al hacer el mal nos dañamos a nosotros mismos y, también a otros. Al hacer el bien nos lo hacemos a nosotros mismos y al mismo tiempo a los otros, y como todas las otras fuerzas del hombre, las del bien y el mal también recogen fuerza del exterior.

Extractado del Blog Grupo Espírita de La Palma.

Con el dolor físico y moral, el alma se eleva

Con el dolor físico y moral, el alma se eleva

Extracto del Prólogo

Cuando nuevamente nací en este mundo en el año 1.920, mi Espíritu tenía una serie de defectos que con mis buenos propósitos yo debía suprimir, y debo reconocer que después de una vida tan larga, aún tengo en mi bagaje algunos de esos defectos que no he sabido corregir y sintiéndolo mucho tendré que regresar con ellos. Aún así no me considero un fracasado, pero tampoco un vencedor. Pienso que soy un Espíritu serio, fiel a mis compromisos, pues siempre me esfuerzo por cumplirlos; soy como un viejo guerrero que ha participado en muchas batallas, algunas las he ganado y otras las he perdido.

El Espíritu es una partícula de la ciencia divina, proyectada en los mundos materiales. Le ha sido necesario pasar por vías obscuras, revestir varias formas y animar muchísimos organismos, para dejarlos al final de cada existencia. Todos estos cuerpos, siempre de carne, han perecido. El soplo de los siglos ha dispersado su polvo, pero el Espíritu persiste, prosigue su marcha ascendente, recorriendo las variadas estaciones de su viaje, y se dirige hacia un fin grande, siguiendo siempre su destino. ¡Las vidas son cortas y la perfección es extensa!.

La finalidad de la vida no es el bien terreno, y sí, el perfeccionamiento de cada uno de nosotros; esta dicha debemos conseguirla con el trabajo, con el esfuerzo, con la renuncia y con el dolor, este último es el instrumento por excelencia, de la educación y el progreso del Espíritu, sin él se estacionaria en los mundos materializados. Con el dolor físico y moral, el alma se eleva y a medida que ella sube, se le aumenta una suma creciente de saber y de virtud.

Extractado de "Hechos y Obras de una Vida", José Aniorte Alcaraz.

¿Quién tiene miedo de la Muerte?

¿Quién tiene miedo de la Muerte?

Por Marcelo Henrique Pereira

El Día de los muertos… ¿De los muertos?
¡No! De los Espíritus, vivos, tan vivos como nosotros, que se despojaron del cuerpo, adentrándose en otra dimensión, la espiritual.
De esta forma, la Doctrina Espiritista transforma completamente la perspectiva ante el porvenir.

La vida futura deja de ser una mera hipótesis para transformarse en realidad, palpable, viva. El estado de las almas después de la muerte ya no es un simple sistema teórico, sino el resultado de la observación de que la vida continúa y que continuamos siendo exactamente aquello que éramos, cuando estábamos encarnados.

La experimentación científica, a su vez, fundada en los fenómenos espiritistas, se repite en cada reunión mediúmnica, en la que los ex muertos manifiestan sus consideraciones, comprobando su condición de inmortalidad. Ellos ven, sienten, viven…

De acuerdo con el modo de encarar la vida -mientras estaban en la Tierra; sus gustos y creencias- así será su despertar en la Espiritualidad. De ahí, la gran dificultad de algunos espíritus en aceptar la realidad, al encontrar un estado de cosas completamente diferentes de aquel escenario descrito por la mayoría de las religiones y filosofías morales de todos los tiempos.

De esta forma, se levanta el velo: el mundo espiritual -según la idea espiritista- se nos aparece en la plenitud de su realidad.

No fueron los hombres de la ciencia materialista los que lo descubrieran; tampoco, escritores se imaginaran su constitución, en libros de ciencia ficción; fueron los propios habitantes de ese mundo los que nos describieron su situación: ellos ocupan diversos grados de evolución, en la escala espiritual, relatan sus peripecias y sus actos, más allá de la sepultura, sus fases de felicidad y desgracia.

La enseñanza de los espíritus nos conduce a la serenidad y a la tranquilidad para saber encarar la muerte como un fenómeno de transformación…

De la crisálida que rompe el capullo y alza sus primeros vuelos, la esperanza se transforma en certeza: la vida futura es la continuación de la actual, ciertamente, en mejores condiciones, caso nos esforcemos para que sea así. A esa, la lógica espiritista, basada en la Justicia y en la Bondad de Dios, corresponde las legítimas aspiraciones de la Humanidad.

El Día de los Muertos es, entonces, día del Espiritismo, que, a través de la mediumnidad, reveló la existencia de los diversos mundos, en el camino de la evolución espiritual.

Extractado del Boletín Flama Espírita.