18 de noviembre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 47 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 47 »

¡No permitas, oh eterno Bienhechor, que nuestro corazón se endurezca, ni aun ante la suprema perversidad!... Sabemos que las enfermedades del alma son más aflictivas y graves que las de la carne... ¡Llénanos, pues, de infatigable compasión, para que podamos ser fieles instrumentos de Tu amor!
Permite que Tus mensajeros nos amparen en las decisiones a que nos lleven los compromisos que asumamos.
No nos abandones a la debilidad que es peculiar en nosotros. ¡Danos, Cristo de Dios, Tu inspiración de amor y de luz!... En ese instante, aunque el tono de su voz no indicase el final de la oración, el generoso amigo no conseguía continuar, porque la emoción estrangulaba la plegaria en su garganta.
Todos llorábamos, contagiados por sus abundantes lágrimas...
¿Quién era Druso, después de todo, para entregarse de aquel modo a la oración, como si él mismo fuese, entre todos nosotros, el mayor de los torturados?
No tuve tiempo para ampliar este pensamiento, pues respondiendo a la llamada ardiente que acabamos de oír, una extensa masa de vaporosa neblina cubrió la pantalla.La miré, admirado, y me pareció contemplar una gran capa de blanca niebla primaveral que se iba extendiendo.
Extáticos y felices, vimos emerger de aquella nube lechosa, la figura respetable de un hombre aparentemente envejecido en la forma, pero revelando una intensa jovialidad en la mirada.
Una esplendorosa aureola azul, coronaba sus cabellos blancos, que nos infundían un gran respeto, derramándose en sublimes centellas por la sencilla y acogedora túnica que velaba su cuerpo delgado. En el semblante noble y sereno, vagaba una sonrisa que no llegaba a fijarse. Después de un minuto de silenciosa contemplación, levantó la diestra, que despidió un gran chorro de luz sobre nosotros y, saludándonos, exclamó:
–Que la paz del Señor sea con vosotros.
Había tanta dulzura y tanta energía, tanto cariño y tanta autoridad, en aquella voz, que procuré mantener el más amplio gobierno de mis emociones, para no caer de rodillas.
–Ministro Sanzio, –exclamó Druso, con reverencia– bendita sea su presencia entre nosotros.
La claridad que se irradiaba del venerable visitante y la dignidad con que se nos revelaba, nos imponía un fervoroso respeto; no obstante, como si deseara deshacer la impresión de nuestra inferioridad, el Ministro, sorprendentemente materializado, manteniendo el campo vibratorio en que nos encontrábamos, avanzó hacia nosotros, nos extendió las manos en un gesto paternal y nos pidió que nos sintiéramos cómodos.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz


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La Transmisión de Energías y la Oración en el Proceso de Cura. (El Pase)

La Ciencia

La Transmisión de Energías y la Oración en el Proceso de Cura. (El Pase)

por Juan Manuel Ruiz

Hoy podemos hablar por derecho que, la ciencia actual, se va adentrando en otros territorios más allá de los académicos, abriendo campo de investigación mediante otros enfoques que no sean los tradicionales, no prescindiendo ya de las experiencias religiosas y/o psíquicas que pueden ser tratadas comoincomunes (pero integradoras) y no forzosamente desorganizadoras.

En esta progresiva apertura científica ante asuntos secularmente denostados, encontramos también el tema de la transmisión de energías y la oración en el proceso de cura (el pase, como se conoce en los medios espiritas).

En 1994, el mismísimo Pentágono creó una comisión de estudios sobre los efectos de la imposición de manos?, llevada a cabo en la Universidad de Alabama, concretamente en la Unidad de quemados, a respecto de los efectos curativos del TT (Toque terapéutico) en infecciones y quemaduras. También, en las dos últimas décadas, diversos centros y Hospitales del mundo son un referente en este asunto del toque terapéutico, tomado como una eficaz terapia complementaria.. más que alternativa, propiamente dicha. El bioquímico Toni Bunnel de la Escuela de Salud de la Universidad de Hull (Reino Unido), declara haber obtenido resultados laboratoriales positivos sobre el efecto de ?cura con intención?, mediante la aplicación de las manos y su repercusión sobre la actividad de la pepsina (un tipo de enzima).

Resulta curioso el que todo esto que estamos hablando, nos remita, paradójicamente, a miles de años atrás, cuando Hipócrates (el padre de la medicina) ya hablaba de una fuerza interior curativa dentro del ser humano, a la que llamó de vía medicatrix…

No podemos cerrar este artículo sin mencionar la extraordinaria labor del Dr. Harold Koenig, uno de los más destacados (y valientes) especialistas en el estudio de la fe en el proceso de la cura, formado en geriatría, psiquiatría y bioestadística, que presenta actualmente seminarios y libros sobre Espiritualidad en el Cuidado del Paciente, fruto de una laboriosa actividad de sus investigaciones en el Centro para el Estudio de la Religión, Espiritualidad y Salud de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (actualmente, el mayor centro de investigación y estudio sobre religiosidad y salud del mundo). Este facultativo e investigador, lleva más de veinte años luchando en el medio científico por el reconocimiento de la vivencia espiritual para el bienestar emocional y la salud de las personas.

Todas estas y otras muchas cuestiones relacionadas con los nuevos enfoques de la Medicina ante los factores positivos latentes en el psiquismo y lo espiritual, hacen que hechos antaño denostados o abiertamente ridiculizados, sean progresiva pero imparablente, una realidad que adquiere cada día más relevancia científica y repercusión en el medio social. De repente (o no tanto), asuntos como determinadas experiencias místicas, quasi-muerte, emergencia espiritual, meditación, etc, son una realidad cada vez más tenida en cuenta por los profesionales de la salud, camino esta de ser entendida de una manera más integral.. e integradora.

Tomado del Blog "La Weblog Espírita de Mari"

VICTOR HUGO


VICTOR HUGO


(1802 – 1885) Francia – el Víctor Hugo ‘espiritista’


Además de gran novelista, poeta, dramaturgo y dibujante; fue un hombre profundamente interesado en el Espiritismo. A raíz de la pérdida de su hija, emprendió la tarea de comunicarse con ella Más Allá de la muerte.

En noviembre de 1853, Víctor Hugo escribió en su diario: “El cielo, por medio de estas sesiones espiritistas, me ha regresado al ser que más he amado en la vida: mi hija Léopoldine”.

En 1843, la hija mayor de Víctor Hugo se casó con Charles Vacquerie, un joven adinerado, bien parecido y con ciertas inquietudes literarias que compartía, eufórico, con su suegro. Un templado y azul 4 septiembre de 1843, apenas diez meses después de la boda —ella ya embarazada— Léopoldine y Charles abordaron una barca en Villequier, en el Sena. Unas horas después, la barca zozobró en los meandros del río. Léopoldine se hundió y Charles la buscó sin resultado. Él pudo salvarse, pero seguramente sumido en la desesperación, se dejó arrastrar.

Víctor Hugo estaba en esos momentos de viaje por el norte de España, en compañía de su amante, Juliette Drouet. Siguiendo su paseo, el poeta y su amante llegaron a la villa de Soubise y fueron a cenar a un restaurante local. En la mesa de al lado estaba olvidado un periódico parisino, el Charivari. En lo que Víctor Hugo llama “el momento más aterrador de mi vida”, leyó el encabezado: “Muere ahogada en el Sena la hija de Víctor Hugo”. Aquella noche, escribió una sola frase en su diario: “Dios mío, ¿qué te he hecho?”

Después de sucesivos esfuerzos por adaptarse al régimen tiránico de Napoleón III y bajo una real amenaza de arresto, decidió que él y su familia no podían permanecer más en París y en 1851 escapan a Bruselas y 2 años después, se instalaron en la isla de Jersey.

Apenas unos meses después de instalados, llegó a visitarlos Delphine de Girardin, amiga de la familia desde hacía años y quien a últimas fechas se había manifestado como una consumada médium para invocar los espíritus de los muertos. Víctor Hugo manifestó cierto escepticismo en un principio, pero escuchó con atención el procedimiento usado por Delphine.

Delphine pidió ver la mesa que ellos consideraban apropiada. Era una pequeña mesa cuadrada de cuatro patas. Delphine estalló en risas: “En ella ningún espíritu podría manifestarse por pesado que fuera”. Por desgracia, la casa no había sido amueblada por un especialista en lo oculto. Así que para no arriesgarse a una mala experiencia, Delphine fue a Saint-Hélier esa misma tarde y recorrió incansable las tiendas de muebles hasta encontrar una muy pequeña mesa redonda de tres patas. Y esa misma noche intentaron la primera sesión, con un resultado nulo.

Al día siguiente sucedió lo mismo. Durante cuatro días, el grupo —al que se habían agregado los hijos de Hugo— insistió durante horas y horas sin recibir la más mínima respuesta del “otro” mundo. Víctor Hugo terminó por aburrirse y se paraba de la mesa continuamente.

Por fin, el domingo 11 de septiembre de 1853 (diez años después de la muerte de Léopoldine), la mesita empezó a emitir palabras a través de los golpeteos en el piso. Estaban presentes, además de Delphine, Víctor Hugo, su esposa, sus hijos y, el general Auguste Vacquerie, tío del esposo de Léopoldine.

En una ocasión su hija Adèle le preguntó a Víctor Hugo: “¿Qué hay en esa mesa para que pueda hacer lo que hace?”, y él respondió: “Ahí hay vida”.

En un primer momento, los mensajes fueron breves, dispersos, fragmentarios, casi incoherentes. De pronto Auguste Vacquerie le preguntó a la mesa: —Adivina qué palabra estoy pensando. La mesa golpeó: “sufrimientos”. Ésa no era la palabra, dijo Vacquerie. Él había pensado en “amor”. Pero durante los siguientes minutos los movimientos de la mesa se hicieron más bruscos. — ¿Aún eres el mismo espíritu que estaba allí? (preguntó Delphine). —No (respondió el Espíritu) —¿Quién eres tú? (preguntó Víctor Hugo). La respuesta llegó enseguida: —Niña Muerta. Y Víctor Hugo volvió a preguntar: — ¿Tu nombre?. La mesa golpeó: L.É.O.P.O.L.D.I.N.E. Luego continuaron más preguntas de Víctor Hugo y las respuestas de su hija en espíritu.

Después de aquella primera sesión con el espíritu de Léopoldine —quien regresó con mensajes muy parecidos—, Víctor Hugo tuvo ocasión de conversar con Shakespeare, Molière, Mozart, Dante, Esquilo, Platón, Galileo, Napoleón (el grande), Josué, Lutero, y otras personalidades. Algunas de esas conversaciones son admirables y otras caen en lo tedioso. Pero esto parecía asumirlo Víctor Hugo como parte del fenómeno sobrenatural y no pareció minar su entusiasmo. Por eso, por ejemplo, cuando a Lutero le planteó sus dudas sobre la veracidad y conveniencia de las sesiones y de los personajes que en ellas aparecían, éste le contestó: - “No temas dudar. Duda aún más de todo. Evita las certezas. Shakespeare dudó y creó a Hamlet. Cervantes dudó y creó el Quijote. Dante dudó y creó el Infierno. Esquilo dudó y creó a Prometeo. Yo dudé y creé una religión”.

Pasaba horas y horas —en ocasiones noches enteras, hasta que era “la luz del día la que lo alumbraba”— transcribiendo, dentro de una gran euforia, los diálogos de las sesiones.

Víctor Hugo escribía: “En las noches mi estudio se llena de ruidos extraños. Hay golpes en la pared. Los papeles vuelan en forma inexplicable. Las lámparas se apagan solas”. También anotó que cuando se despertaba por la noche, temía encontrarse con los seres que se manifestaban en las sesiones.

Como era de esperarse, el doctor de la familia les aconsejó que abandonaran las prácticas espiritistas. Madame Hugo decretó un buen día suspenderlas.

En una nota en su diario, Víctor Hugo escribió: “Hoy tan sólo puedo dar fe de la existencia de un fenómeno que se manifiesta a través de los giros y golpeteos de una mesita de pedestal: la existencia de muchos otros mundos —quizá más cercanos al nuestro de lo que suponemos— y de la eternidad de las almas. No es necesario decir que nunca mezclé en mi trabajo ni una sola línea emanada de ese Misterio. Siempre he dejado tal material, escrupulosamente, a lo Desconocido, de donde llegó. Ni siquiera admití un leve reflejo de sus luces en mi escritura. El trabajo de la razón humana debe permanecer aparte de estos fenómenos inescrutables y nunca intentar apropiarse de ellos. No podría hacerlo. Las manifestaciones de lo invisible son un hecho, lo he comprobado. Las creaciones del pensamiento humano son otras, muy distintas…”


Fuente consultada:
LUZ ETERNA – Revista de Actualidad Espírita”, Nº 13 – Julio 2009, artículo: Biografía

Tomado del Sitio "Confederación Espírita Argentina"

El Espiritismo es la Explicación más Lógica y Coherente que Podemos Encontrar

¿Somos Espíritus Inmortales?

El Espiritismo es la Explicación más Lógica y Coherente que Podemos Encontrar

por Grupo Villena

La reencarnación también es aceptada no sólo por muchas religiones sino que está en la base de muchos movimientos espirituales y se acepta comúnmente como una ley que rige la evolución del espíritu humano. La ciencia ha estudiado igualmente la reencarnación demostrando fehacientemente su existencia en infinitos casos de reencarnación comprobada, terapias de vidas pasadas, casos de muerte clínica y vuelta a la vida, etc, y mediante el método científico más riguroso llevado a cabo por prestigiosos neurólogos, psiquiatras, médicos, entre otros: los doctores Raymond Moody, Elísabeth Klüber-Ross, Helen Wambach, Hamendra Banarjee, Edith Fiore, Mª Julia de Moraes Prieto, Carol Bowman, etc

Las manifestaciones psíquicas del XIX en Estados Unidos y los fenómenos de médiums en toda Europa despertaron el interés de un gran científico y pedagogo francés llamado Hipólito Denizart Rivail, que adoptó el seudónimo de Allan Kardec. Y, después de una investigación de años con multitud de médiums en diferentes países, se propuso la tarea de dar a conocer al mundo el resultado de sus investigaciones a través de la Codificación Espírita, compendio de varias obras que tratan del origen y naturaleza de los espíritus, de su relación con el mundo físico y las consecuencias filosóficas y morales que este conocimiento comporta.

Esta doctrina conocida como Espiritismo, es junto a la Reencarnación, la explicación más lógica y coherente que podemos encontrar acerca de la vida después de la vida y de la forma en cómo nuestra personalidad abandona de forma integral la vida física cuando se fallece y se incorpora a un mundo no tan diferente como el que tenemos en la Tierra, para seguir evaluando nuestro progreso, recomponer aspectos desviados del mismo y prepararnos para nuevos retos de evolución y desarrollo personal.

El espiritismo no se limita únicamente a dar explicaciones sino que a través de las comunicaciones con aquellos que nos precedieron en el más allá nos ofrece la valiosa información de las leyes que rigen la evolución del espíritu humano, y una de las más importantes es precisamente la reencarnación que junto a la ley de causa y efecto (similar a la ley del karma de los orientales) regula no sólo el proceso evolutivo del espíritu sino las consecuencias de las actuaciones del mismo en la Tierra y su repercusión en el “más allá” y en las próximas existencias en la Tierra.

Extractos de "Revista Espirita FEE"

Jesús no Podía Inmediatamente Destruir Creencias Arraigadas

El Infierno

Jesús no Podía Inmediatamente Destruir Creencias Arraigadas

por Allan Kardec.

Esa mezcla de ideas paganas y de ideas cristianas no debe extrañarse. Jesús no podía inmediatamente destruir creencias arraigadas. Los hombres carecían de los conocimientos necesarios para concebir el infierno del espacio y el número infinito de mundos. La Tierra era para ellos el centro del Universo.

No conocían ni su forma, ni su estructura interior. Todo para ellos estaba limitado a su punto de vista. Sus nociones sobre el porvenir no podían extenderse más allá de sus conocimientos. Jesús se encontraba, pues, en la imposibilidad de iniciarlos en el verdadero estado de las cosas. Pero, por otro lado, no queriendo con su autoridad sancionar preocupaciones admitidas, se abstuvo de ocuparse en ellas, dejando al tiempo el cuidado de rectificar las ideas. Se ciñó a hablar vagamente de la vida bienaventurada y de los castigos que sufrirán los culpables, pero en ninguna parte de sus enseñanzas se encuentra el cuadro de los suplicios corporales, hecho artículo de fe por los cristianos.

He aquí como las ideas del infierno pagano se han perpetuado hasta nuestros días. Ha sido necesaria la difusión de los conocimientos de los tiempos modernos y del desarrollo general de la inteligencia humana para condenarlas. Pero entonces, como nada positivo había suscitado a las ideas admitidas, al largo período de una creencia ciega sucedió, como transición, el período de incredulidad, al cual la nueva revelación viene a poner término. Era preciso demoler antes de reconstruir, porque es más fácil hacer admitir ideas justas a aquellos que en nada creen, porque ven que les falta algo, que no a los que tienen una fe robusta en lo que es absurdo.

Por la localización del cielo y del infierno, las sectas cristianas han venido a admitir para las almas sólo dos situaciones extremas: la perfecta dicha y el padecimiento absoluto. El purgatorio sólo es una posición intermedia momentánea, al salir de la cual pasan sin transición a la mansión de los bienaventurados. No podría ser de otro modo, según la creencia en la suerte definitiva de las almas después de la muerte. Si sólo hay dos mansiones, la de los elegidos y la de los réprobos, no se pueden admitir varios grados en una sin admitir la posibilidad de alcanzarlos, y por consiguiente, el progreso. Pues si hay progreso, no hay suerte definitiva y, si hay suerte definitiva, no hay progreso. Jesús resuelve el problema cuando dice: “En la mansión de mi Padre hay muchas moradas.”

Extractos del Libro "El Cielo y el Infierno", por Allan Kardec.