Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 43 »
En la tercera noche de nuestra permanencia en la casa, el instructor Druso nos invitó para que asistiéramos a la oración.Silas nos indicó que tendríamos oportunidad de realizar interesantes estudios.
El servicio de la oración en conjunto, dos veces por semana, era realizado en la Mansión, en un local apropiado y, en el curso de las actividades correspondientes se materializaban, habitualmente, uno y otro de los orientadores que, desde más altas esferas, supervisaban la Institución.
En esas ocasiones, Druso y los asesores más responsables, recibían órdenes e instrucciones, relacionadas con los numerosos procesos de servicio en curso. Se contestaban las preguntas y se indicaban órdenes de trabajo. E incluso nosotros, de paso en el establecimiento, podríamos presentar cualquier duda o hacer cualquier pregunta, en la seguridad de que seríamos atendidos.
Me alegré.
Hilario, algo preocupado, preguntó si debíamos actuar de alguna forma en especial, y el asistente nos dijo que era suficiente mantener el corazón y la mente libres de cualquier idea o sentimiento indignos de la reverencia y de la confianza que nos compete dedicar a la divina Providencia, debiendo ser, por el contrario, compatibles con la fraternidad que nos debemos sinceramente unos a otros.
Por algunos instantes, rogué la inspiración de Jesús para que mi presencia no fuese motivo de perturbación en aquel ambiente amigo que se proponía acogernos.
Luego, siguiendo al compañero, Hilario y yo tuvimos acceso a una sala sencilla, en la que Druso nos recibió sonriente y bondadoso.
Una amplia mesa, rodeada de modestos sillones en los que se acomodaban diez personas, siete mujeres y tres hombres, ponía de relieve el gran sillón en que se sentaría el director de la casa.
En otro lado, enfrente de nosotros, se hallaba una gran pantalla transparente, que medía aproximadamente seis metros cuadrados.
Fuera del círculo de personas que evidentemente prestarían cooperación más estrecha en la tarea en perspectiva, se hallaban tres asistentes, cinco enfermeros, dos señoras de aspecto humilde, Silas y nosotros.
Dispusimos de algún tiempo para entablar una conversación edificante y discreta.
Aproveché la oportunidad para preguntar al atento amigo, algo sobre las funciones de los diez compañeros que se hallaban alrededor del jefe de la casa, como si intentasen fortalecer su pensamiento.
Silas no se hizo de rogar y aclaró:
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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