Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 36 »
Llegados a ese punto de la explicación, Orzil volvió a nuestro lado, y el Asistente le preguntó bondadosamente:–¿Cómo va el servicio?
–Mucho trabajo, jefe –respondió él, humildemente– La tempestad de ayer produjo una extensa devastación. Creo que en los pantanos debe haber habido mucho sufrimiento.
Dándose cuenta que se refería a los precipicios abismales en que se debatían millares de almas infelices y turbadas, Hilario preguntó:
–¿Es posible alcanzar esos lugares para poder aliviar a los que sufren?
Nuestro nuevo amigo esbozó un aspecto de tristeza y de resignación, agregando: – ¡imposible!...
En socorro del compañero, Silas dijo: –los que se agitan en esas penurias, yacen, de modo general, casi siempre extremadamente rebeldes, y, en la locura a la que se entregan, se convierten en verdaderos demonios de insensatez. Es necesario que se dispongan a aceptar la conformidad clara y pacífica, para que, aun semiinconscientes, consigan recibir con provecho, la ayuda que se presta a sus corazones.
Y como si quisiese pasar a demostrar lo que afirmaba, nos invitó a inspeccionar las celdas próximas.
–¿Cuántos enfermos hay internados ahora?
Orzil muy atento, contestó sin titubear: Tenemos tres amigos en franca situación de inconsciencia.
Después de haber dado algunos pasos, escuchamos un griterío atroz. Los lugares reservados a los enfermos, estaban situados al fondo, en forma de confortables caballeriza. Esa es la palabra más apropiada que podemos usar para hacer nuestra descripción, porque la construcción, en sí, mostraba rusticidad y seguridad, naturalmente circunscrita a los objetivos de contención.
A medida que nos acercábamos al refugio, un olor desagradable afectó nuestro olfato.
Contestando a nuestra íntima pregunta, el Asistente nos dijo: –sabéis que todas las criaturas viven envueltas por el halo vital de las energías que vibran en lo íntimo de su ser, y ese halo, está formado por partículas de fuerza que se irradian por todo el organismo, impresionando nuestro olfato, de modo agradable o desagradable, de acuerdo con la naturaleza del individuo que las irradia. Por tanto, tal como ocurre en la Tierra, aquí, cada entidad se caracteriza por su olor particular.
–Sí, sí... –confirmamos Hilario y yo, simultáneamente. Mientras tanto, el olor alarmante de carne en descomposición, era para nosotros un acontecimiento excepcional.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
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