¿Cuál puede ser la utilidad de la propagación de las ideas Espíritas?
–Al ser el Espiritismo la prueba palpable y evidente de la existencia, de la individualidad y de la inmortalidad del alma, es la destrucción del materialismo, de esa negación de toda religión, de esa llaga de toda sociedad. El número de materialistas que Él ha conducido hacia ideas más sanas es considerable y aumenta todos los días: sólo esto ya sería un beneficio social.
Él no sólo prueba la existencia del alma y su inmortalidad, sino que muestra su estado feliz o infeliz según los méritos de esta vida. Las penas y las recompensas futuras no son más una teoría: son un hecho patente que lo tenemos bajo nuestros ojos.
Ahora bien, como no hay religión posible sin la creencia en Dios, en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, el Espiritismo hace revivir esas creencias en aquellos en los cuales ellas estaban apagadas, deduciéndose de esto que Él es el más poderoso auxiliar de las ideas religiosas: da religión a los que no la tienen; la fortifica en aquellos en que ella es vacilante; consuela por la certeza del futuro, hace tomar con paciencia y resignación las tribulaciones de esta vida y desvía el pensamiento del suicidio, pensamiento que es rechazado naturalmente cuando se ve sus consecuencias: he aquí por qué son felices los que han penetrado esos misterios; es para ellos una luz que disipa las tinieblas y las angustias de la duda.
Si consideramos ahora la moral enseñada por los Espíritus superiores, ella es toda evangélica: con esto está todo dicho; predica la caridad cristiana en toda su sublimidad, y hace más, muestra su necesidad para la felicidad presente y futura, porque las consecuencias del bien y del mal que hacemos están allí delante de nuestros ojos. Al reconducir a los hombres a los sentimientos de sus deberes recíprocos, el Espiritismo neutraliza el efecto de las doctrinas subversivas del orden social.
¿No pueden esas creencias ser un peligro para la razón?
–Todas las Ciencias ¿no han proporcionado su contingente a las casas de alienados? ¿Hay que condenarlas por esto? Las creencias religiosas ¿no están allí ampliamente representadas? ¿Sería justo, por eso, proscribir la religión? ¿Se conocen a todos los locos que el miedo al diablo ha producido?
Todas las grandes preocupaciones intelectuales llevan a la exaltación y pueden influir de modo perjudicial sobre un cerebro débil; tendría fundamento en verse en el Espiritismo un peligro especial en este aspecto si Él fuese la única causa o, incluso, la causa preponderante de los casos de locura.
Se da mucha repercusión a dos o tres casos a los cuales no se les habría prestado ninguna atención en otra circunstancia; y además no se tiene en cuenta las causas predisponentes anteriores. Yo podría citar otras en donde las ideas espíritas bien comprendidas han detenido el desarrollo de la locura. En resumen, el Espiritismo no ofrece, en este aspecto, más peligro que las mil y una causas que la producen diariamente.
Extractado de la Revista Espírita 1859, Allan Kardec.