¿Pueden los Espíritus Revelar el Futuro?
Los Espíritus sólo conocen el futuro en razón de su elevación. Aquellos que son inferiores no conocen ni siquiera su futuro, y con más fuerte razón desconocen el de los otros. Los Espíritus superiores lo conocen, pero no siempre les es permitido revelarlo. En principio, y por un designio muy sabio de la Providencia, el porvenir nos debe ser ocultado; si lo conociéramos, nuestro libre albedrío sería obstaculizado. La certeza del éxito nos sacaría la voluntad de hacer algo, porque no veríamos la necesidad de esforzarnos; la certeza de una desgracia nos desanimaría. No obstante, hay casos donde el conocimiento del futuro puede ser útil, pero de éstos jamás podemos ser jueces: los Espíritus nos lo revelan cuando lo creen útil y cuando tienen el permiso de Dios; entonces, ellos lo hacen espontáneamente y no a pedido nuestro.
Es preciso esperar con confianza la oportunidad, y sobre todo no insistir en caso de negativa, porque de otro modo uno se arriesga a relacionarse con Espíritus ligeros que se divierten a costa nuestra.
¿Pueden los Espíritus guiarnos a través de consejos directos en las cosas de la vida?
Sí, pueden y lo hacen con gusto. Esos consejos nos llegan diariamente por los pensamientos que nos sugieren. Frecuentemente hacemos cosas de las cuales nos atribuimos el mérito, y que en realidad no son más que el resultado de una inspiración que nos ha sido transmitida.
Ahora bien, como estamos rodeados por Espíritus que influyen en nosotros, unos en un sentido y otros en otro, tenemos siempre nuestro libre albedrío para guiarnos en la elección; feliz de nosotros cuando preferimos a nuestro Espíritu bueno.
La primera cuestión a considerar es la cualidad del médium, si no lo es uno mismo. El segundo punto, que no es menos importante, consiste en la naturaleza de los Espíritus a los cuales nos dirigimos. Aquel que viese en las comunicaciones espíritas apenas un medio de adivinación, y en un médium una especie de echador de la buenaventura, se equivocaría por completo.
Es preciso considerar que tenemos en el mundo de los Espíritus, amigos que se interesan por nosotros, más sinceros y más devotos que aquellos que adoptan ese título en la Tierra, y que no tienen ningún interés en adularnos o en engañarnos. En cuanto a la intromisión de los Espíritus malos y de los Espíritus engañadores –lo que es un gran escollo–, la experiencia enseña a combatirlos y siempre pueden ser evitados. Si no se les da motivos, ellos no vienen porque saben que pierden su tiempo.
Extractado de la Revista Espírita 1859, Allan Kardec.