Hacia una Nueva Prensa Espiritista
Por Marcelo Henrique PereiraCualquier persona --entendida o no, pero, ciertamente, interesada en comprender la trayectoria de la prensa espiritista, desde la Revista Espirita de Allan Kardec hasta la comunicación virtual, a través de Internet-- puede constatar la escasa dimensión, el menoscabo de la tarea y de los objetivos de comunicación. En síntesis, salvo rarísimas excepciones, los órganos escritos (por el medio impreso, tradicional, o virtual) sólo se dedican a la divulgación de las ideas espiritistas, constituyéndose en meros prosélitos, que buscan cautivar adeptos e informar datos, principios, fundamentos y componentes de la llamada Filosofía Espiritista, para neófitos o “iniciados”, y, sobre este particular, el perfil filosófico acaba siendo restringido para la filosofía moral o, digamos, más específicamente, religiosa.
Se sabe --principalmente en tierras brasileñas e, incluso en otros países-- que la opción del movimiento espiritista es, en general, la formación de estructuras y organizaciones con perfil y unidad religiosa, calcada en la rigidez y en la estricta formalidad. Esto, por sí solo, produce la principal dificultad de entendimiento de otra propuesta (que no sea la proselitista), porque el énfasis del trabajo es en el convertir y en el catecismo, por vía de la llamada evangelización. Hasta ahí, ningún problema, porque los movimientos filosóficoreligiosos de todos los tiempos se caracterizan, fundamentalmente, por la presentación -a los interesados- del contexto de ideas y prácticas que les hacen optar por la constancia, frecuencia y adherencia al movimiento (o, en la práctica, a las propias instituciones). Por eso decimos, que las personas se “afilian” al espiritismo y pasan a convivir, aprender, repetir y transmitir, siempre, las mismas verdades.
Convengamos que, este último aspecto es el principal punto negativo del movimiento espiritista: su hermetismo, y, aunque se alardee de que “el Espiritismo no tiene dogmas”, es imposible discutir ciertas expresiones, máximas o informaciones contenidas en las Obras Básicas, o porque la Espiritualidad Superior aún no autorizó la “revelación” de las verdades nuevas, o porque, nosotros, los encarnados, no tenemos autoridad moral (espiritual) para reconsiderar cualquier punto contenido en la estructura original de la Doctrina Espiritista. Se atestigua, inclusive, que, “si” la ciencia evoluciona, la regla es que nuevos misioneros asuman el encargo de proporcionar a los hombres nuevas (y actualizadas), informaciones de tenor espiritual, para acompañar el paso científico, o, de lo contrario, como asimismo advirtió el Codificador, tendremos que quedarnos con la Ciencia, abandonando, en aquel o aquellos puntos, la filosofía espiritista.
Todo es una falacia. Primero, porque no estamos estructurados para concebir ningún avance científico
Extractado del Boletín Flama Espírita.
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