Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 65 »
¡Sé la abogada de nuestra causa, Mediadora celeste!¡Haz que regresemos juntos a la carne en que hemos delinquido, para que podamos expiar nuestros errores!...
¡Concédeme la gracia de seguirle, como una servidora contenta y agradecida, unida a quien debo tanta felicidad!...
Reúnenos nuevamente en el mundo, y auxílianos para que podamos devolver con lealtad y con valor aquello que hemos robado.
No permitas, Ángel divino, que deseemos soñar con el Cielo, sin antes rescatar nuestras cuentas en la Tierra, ¡ayúdanos para que aceptemos, dignamente, el dolor que reconstruye y salva!...
Madre, ¡no nos abandones!
Estrella de nuestras vidas, ¡arráncanos de la oscuridad del valle de la muerte!...
Delante de nosotros, lo inesperado nos impelía al éxtasis. Mientras hablaba, inundada de lágrimas, Alzira se había coronado de un esplendor azulado.
La dulce claridad que irradiaba de su corazón, inundaba todo el aposento y, cuando su voz enmudeció, embargada y anhelante, un excelso chorro de luz plateada descendió de lo alto, alcanzándonos a todos y en especial al enfermo, que, al ser alcanzado por ella, lanzó un largo gemido de dolor humano consciente.
La oración de Alzira lograba un éxito que las operaciones magnéticas de Druso no habían conseguido alcanzar.
Antonio Olimpio abrió desmesuradamente los párpados y mostró en la mirada la lucidez de los que despiertan de un largo y torturador sueño... Se agitó sintiendo en su rostro las lágrimas de la esposa que lo besaba enternecida, y gritó presa de salvaje alegría: –¡Alzira! ¡Alzira!...(57)
Ella le acogió contra su pecho, con gran ternura, como si quisiera pacificar su espíritu atormentado, pero, a una señal de Silas, dos enfermeros se aproximaron restituyéndole al sueño.
Intenté decir algo a aquella sublime mujer, cuya oración nos había elevado a tan culminante emotividad, pero no lo conseguí.
Solamente aquellos que han viajado por muchos años bajo la niebla de la nostalgia y de la angustia, podrán comprender la emoción que en aquella hora nos dominó irresistiblemente. Procuré observar el semblante de Hilario, pero mi compañero sumergía su cabeza en las manos y, mirando al valeroso asistente, noté que Silas trataba de enjugar sus lágrimas...
Me consolé.
MIS OBSERVACIONES
(57) Ese es el efecto de la oración y no la intervención de Madre María. Es nuestra intención, amor y pasión que le pongamos a nuestros proyectos futuros lo que produce el cambio.
Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Haz un comentario