6 de diciembre de 2019

A Pesar de la Oposición Interesada de Algunos

Propagación del Espiritismo

A Pesar de la Oposición Interesada de Algunos

por Allan Kardec,septiembre de 1858

Sucede un fenómeno digno de ser resaltado en la propagación del Espiritismo. Hace apenas algunos años que, resucitado de las creencias antiguas, el Espiritismo ha reaparecido entre nosotros, ya no como antiguamente, a la sombra de los misterios, sino a la luz del día y a la vista de todo el mundo. Para algunos, ha sido objeto de una curiosidad pasajera, una diversión que se deja como un juguete para pasar a otro. En muchos, ha encontrado solamente la indiferencia. En la mayoría, la incredulidad, a pesar de la opinión de los filósofos cuyos nombres son evocados a cada instante en su calidad de autoridad. Esto nada tiene de sorprendente: ¿el propio Jesús convenció a todo el pueblo judío por medio de Sus milagros? ¿Su bondad y la sublimidad de Su doctrina Le hicieron encontrar gracia ante Sus jueces? ¿No fue Él tratado como bribón e impostor? Y si no se Le aplicó el epíteto de charlatán, es porque no se conocía entonces este término de nuestra civilización moderna.

Sin embargo, personas serias han visto en los fenómenos que acontecen en la actualidad algo diferente a un objeto de frivolidad. Esas personas han estudiado y profundizado con la mirada del observador concienzudo, y han encontrado, en tales fenómenos, la clave de una multitud de misterios hasta entonces incomprendidos. Esto ha sido, para esas personas, un rayo de luz. Y he aquí que, de esos hechos, ha salido toda una Doctrina, toda una Filosofía, podemos decir toda una Ciencia, inicialmente divergente según el punto de vista o la opinión personal del observador, pero poco a poco tendiente a la unidad de principio.

A pesar de la oposición interesada de algunos, sistemática entre aquellos que creen que la luz solamente puede salir de sus cerebros, esa Doctrina encuentra a numerosos partidarios, porque esclarece a las personas sobre sus verdaderos intereses presentes y futuros, porque responde a la aspiración sobre el porvenir, que queda, de alguna manera, palpable; porque satisface a la vez, en fin, la razón y la esperanza, y disipa las dudas que degenerarían en incredulidad absoluta. Ahora bien, con el Espiritismo, todas las filosofías materialistas o panteístas caen por sí solas. La duda ya no es posible con relación a la Divinidad, a la existencia del alma, a su individualidad, a su inmortalidad. El porvenir del alma se nos aparece como la luz del día, y sabemos que ese porvenir, que siempre deja una puerta abierta a la esperanza, depende de nuestra voluntad y de los esfuerzos que hacemos por el bien.

Extractos de "Revista Espírita 1858-1861", por Allan Kardec.

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