El Sr. Home 4/11
El Sr. Home es un médium del género de los que producen manifestaciones ostensibles, sin excluir por ello las comunicaciones inteligentes; pero sus predisposiciones naturales le dan para los primeros una aptitud más especial. Bajo su influencia, los ruidos más extraños se hacen oír, el aire se agita, los cuerpos sólidos se mueven, se levantan, se transportan de un lugar para otro a través del espacio, los instrumentos de música hacen escuchar sus sonidos melodiosos, seres del mundo extracorpóreo aparecen, hablan, escriben y a menudo abrazan a las personas hasta el punto de provocarles dolor. Él mismo varias veces se ha visto, en presencia de testigos oculares, levantado sin sostén a varios metros de altura.
De lo que nos ha sido enseñado sobre el rango de los Espíritus que en general producen estas especies de manifestaciones, no hay que llegar a la conclusión de que el Sr. Home está en relación solamente con la clase ínfima del mundo espírita. Su carácter y las cualidades morales que lo distinguen deben, al contrario, granjearle la simpatía de los Espíritus superiores; para estos últimos, él no es más que un instrumento destinado a abrir los ojos a los ciegos por medios enérgicos, sin ser por ello privado de las comunicaciones de un orden más elevado. Es una misión que él ha aceptado, misión que no está exenta de tribulaciones ni de peligros, pero que cumple con resignación y perseverancia bajo la égida de su madre, en Espíritu, su verdadero ángel guardián.
La causa de las manifestaciones del Sr. Home es innata en él; su alma, que parece estar unida al cuerpo solamente por débiles lazos, tiene más afinidad con el mundo espírita que con el mundo corporal; es por eso que se desprende sin esfuerzos, y más fácilmente que los otros entra en comunicación con los seres invisibles. Esta facultad se ha revelado en él desde su más tierna infancia. A la edad de seis meses su cuna se balanceaba completamente sola en la ausencia de su nodriza y cambiaba de lugar. En sus primeros años era tan débil que apenas podía sostenerse; sentado en una alfombra, los juguetes que no podía alcanzar venían por sí mismos a ponerse a su alcance. A los tres años tuvo sus primeras visiones, pero no ha conservado esos recuerdos. Tenía nueve años cuando su familia se instaló en los Estados Unidos; allí, los mismos fenómenos continuaron con una intensidad creciente a medida que él avanzaba en edad, pero su reputación como médium sólo se estableció en 1850, época en que las manifestaciones espíritas comenzaron a hacerse populares en ese país. Debido a su salud, ya lo hemos dicho, en 1854 fue a Italia; asombró a Florencia y a Roma con sus verdaderos prodigios. Convertido a la fe católica en esta última ciudad, debió tomar el compromiso de romper sus relaciones con el mundo de los Espíritus.
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.
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