La apatía
Por Juan Miguel Fernández MuñozSi una actitud violenta, precipitada, puede llevarnos a desastres de consecuencias lamentables, la apatía es siempre una causa de trastorno y atraso en la máquina del progreso evolutivo.
La apatía, nos dice el Espíritu de Juana de Angelis, en todo momento tiene su origen en el programa kármico del espíritu que se encuentra en prueba. Es la consecuencia de graves aflicciones y errores del pasado que no fueron corregidos por el Espíritu y que emergen de lo íntimo del alma, como una expresión deprimente, entorpecedora.
El apático es aquel que pierde la batalla antes de enfrentarse a ella… Se encuentra en un proceso de evolución con el objetivo de vencer aquellas imposiciones dolorosas que le corresponden, debiendo dedicar grandes esfuerzos para superarlas.
Es en los estados apáticos donde se inician los procesos de auto-obsesión, así como de la obediencia obsesiva a Espíritus inconsecuentes, que se complacen en utilizar psíquica, emocional y orgánicamente a los que se convierten en sus víctimas espontáneamente.
Aquél que padece la opresión de la apatía, se adapta fácilmente a la situación creada, a pesar de ser lamentable, constituyendo para él una forma de bienestar que lo lleva a la pereza y al desequilibrio.
Pero la vida es acción. La acción es movimiento. Y el movimiento debe ser emprendido para el bien y el progreso, de cuyo esfuerzo resultan las conquistas que nos impulsan hacía la felicidad.
Extractado del Sitio Asociación de Estudios Espíritas de Madrid.