¿Dónde está el Infierno?
por Allan Kardec.Penetremos en esa lúgubre mansión, en ese terrible antro donde se quema; contemplemos ese humo tan espeso y esas llamas tan devoradoras y horribles, sin que nos imponga el crujido de dientes, sin que nos atemorice el chirrido de carne humana que se asa en parrillas candentes sin quemarse, y miremos con serenidad las voluminosas calderas y tiznados fogoneros que nos regala el Dios de misericordia de la iglesia. Pero, lector, no temas; adelante; no tengas miedo, no te acobardes ni te asustes, pues Orfeo entró con la lira, y si no tenemos otra Minerva como Ulises para que nos arme, ya haremos uso de nuestro fuerte y resistible escudo, la inteligencia, y con ella adelante sin horripilarse.
Bien, adelante; pero ¿hacia dónde dirigiremos nuestros pasos para llegar al infierno? ¿Dónde está? ¿Dónde tienen su residencia esos habitantes del fuego, esos moradores de las cavernas y abismos profundos? ¿Arriba o abajo? ¿En el cielo, en la atmósfera, en las nubes, más allá o en la tierra, en su centro, en un lado, o en un rinconcito incógnito de ella? La astronomía enriquecida con profundos descubrimientos nada nos dice de esa región de torturas. No debe estar pues, arriba. La geología que ha estudiado nuestro planeta, y que, a pesar del sacro historiador, ha dilucidado que los seis días de la creación son millares de siglos, y que ha evidenciado la existencia de los antípodas, tampoco ha encontrado el infierno.
¿Dónde está, iglesia romana? ¿Dónde está, señores teólogos? ¿Dónde está, sumo pontífice? ¿Cómo vuestra infalibilidad no ha dicho nada sobre la materia? ¿Ministros de Dios, lo describís, lo detalláis, y no le habéis hallado? ¿Colocasteis el paraíso entre el Tigris y el Éufrates, ese lugar tan delicioso y tan ameno, le habéis señalado entre esos dos ríos del Asia, y el infierno que tanto os interesa, no habéis podido imaginar un punto en dónde colocarle? ¿El paraíso, ave de paso que solo tuvo por objeto colocar a Adán y echarle fuera, está acotado, digámoslo así, y el infierno con tanto humo que despide, no le habéis podido encontrar la pista? ¡Ah cuánto dogma y cuanta necesidad de armonizar la razón y la religión! Yo al menos ignoro donde colocó Dios el infierno, y si fue creado antes o después de la caída de los ángeles. Y Fénelon. Bosuet y Quevedo, con su fe tan ciega, según El Semanario, tampoco nos han dicho donde está el infierno.
Pero….continuemos, al cabo poco nos cuesta admitir que existe, aunque no sea más que para probar que es incompatible con la bondad de Dios. ¿Qué es el infierno? Un lugar de tinieblas, de tormentos y de castigos sin fin para los condenados. Esta definición es mía, y si no es igual a la de la iglesia, por allá se va.
Revista La Revelación Año 1872, por Allan Kardec.
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