7 de junio de 2019

Matemática de la Reencarnación

Espiritismo, librepensador,  Allan Kardec,

Matemática de la Reencarnación

Articulo de Marina Silva

La Tierra es una escuela donde venimos a aprender nuevas enseñanzas y a repetir las experiencias no aprehendidas o no asimiladas. Algunos nos esforzamos más por comprender y concluir el aprendizaje más rápidamente. Otros estamos más preocupados por vivenciar las situaciones transitorias sin captarle el verdadero significado trascendental. Es que aun no podemos observarnos como Espíritus eternos y nos olvidamos que nuestra verdadera patria es el Mundo Espiritual.

Por este motivo en la Tierra aun predominan las miserias, la maldad y el sufrimiento. Somos quienes hacemos nuestro pasaje por ella una experiencia difícil y quienes la convertimos en un lugar alejado de la realidad feliz con la cual soñamos.

Es cierto que no podemos ignorar los compromisos asumidos por nuestras equívocos pasados, pero podemos trabajar por una futura encarnación más tranquila. En la pregunta 920 de “El Libro de los Espíritus”, Kardec pregunta si en la Tierra el hombre puede gozar de una felicidad completa y los Espíritus le contestan que “(…) depende de él dulcificar sus males y ser tan feliz como es posible en la Tierra.” Y en la respuesta siguiente le dicen que mayormente “el hombre es causante de su propia desdicha.”

En respuesta a la pregunta 933, los Espíritus dicen que “con frecuencia sólo es infeliz el hombre por la importancia que da a las cosas del mundo” y sufre cuando no las alcanza. Eso porque nos olvidamos que lo que tenemos son préstamos de Dios, que nos lo otorga según las necesidades de la experiencia a ser vivenciada. Ni más, ni menos.

Como nos orienta Joanna de Ângelis en “Jesús y el Evangelio a la Luz de la Psicología Profunda”, nuestra existencia “debe ser vivenciada con placer y emoción”, pero no con el placer del vicio, del crimen o de la vulgaridad, “sino de la conducta” moral elevada que “estimula el avance y compensa” las adversidades, tan comunes en un mundo de pruebas y expiaciones.

La benefactora agrega que, aunque las lecciones de perfeccionamiento se ejecuten ante el sufrimiento, es posible cambiarlo a través del amor. Eso porque el mundo puede ser considerado por muchos como un pozo de tentaciones, culpas, discordias, vicios, delincuencias, incomprensiones, malicia, maldad, sin embargo, en realidad, la Tierra es la Creación amorosa de Dios, donde aprendemos y evolucionamos hacia Él. Y un día nuestro querido planeta también evolucionará, pues sabemos que transitamos en la condición de mundo de pruebas y expiaciones para alcanzar la condición de un mundo de regeneración, cuando el bien superará el mal.
Sin embargo, ese cambio no se va a producir de un momento a otro, como un acto de magia. Para que la evolución se haga realidad debe comenzar en el mundo interior de cada uno de nosotros. El proceso es personal, íntimo e intransferible.

La Tierra es una escuela de reparación y de fraternidad, donde la diversidad espiritual es inmensa. Ella nos ofrece las herramientas para nuestra corrección y muchas veces tales herramientas pueden ser el sufrimiento regenerador. Pero recordemos que la Tierra es nuestro domicilio temporario porque nuestra verdadera familia es la Humanidad. (Emmanuel, Derrotero)

Extractado del Blog Amanecer Espírita.

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